La enemistad entre Harry y Amara no era fácil, no cuando todo había comenzado por un pequeño mal entendido y menos cuando el mejor amigo de ambos era Mitch Rowland.
Y si a Harry no le agradaba mucho Amara, ¿Entonces por qué escribió tantas cancione...
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Harry Styles
—¿Llevas todo?
—Si, cariño, llevo todo— escucho decir a Mitch por quinta vez. Sarah lo mira con los ojos entrecerrados antes de asentir con la cabeza.
—Que no se te olvide nada Rowland, si no quieres lamentar tu existencia.
Suelto una risa por la situación y sigo en lo mío. El viento soplaba de manera sutil y el sol se hacía bastante soportable a esa hora de la mañana en Los Ángeles.
Era sábado, y con los demás habíamos decidido en pasar el rato en el bonito yate que había arrendado por el fin de semana.
Estaban todos invitados, por supuesto. Incluso Amara.
Después de la conversación y el tabaco compartido con ella, descubrí que su consejo había sido lo más sensato que alguna vez escuché salir de su boca, así que decidí darle la razón y comenzar a mirar y disfrutar mi entorno con la esperanza de poder encontrar algo en que basarme para escribir.
Y que mejor que pasar dos días completos en el mar junto con buena compañía.
—Lo único que pido es que no vayas a explotar en el yate, porque voy a entrar en desesperación— le digo a mi buena amiga y ella en respuesta me da un pequeño golpe en el hombro antes de pasar por mi lado.
Estaba esperando con ansias a que la pareja termine de echar las cosas al auto para irnos lo más pronto de ahí. Supuestamente, nos juntaríamos todos en el puerto en Long Beach para después embarcarnos en el yate.
Una vez que estuvimos listos, hicimos partir la camioneta para llegar a nuestro destino, para ese entonces estaban todos ahí.
Todos menos Amara.
—¿Y bien? ¿A qué hora viene tu amiga?— pregunto por segunda vez a Mitch quién la llamaba en su celular sin obtener respuesta alguna.
—No me contesta, seguramente...
Sin embargo no pudo seguir hablando porque toda nuestra atención se centró en el daihatsu charmant del 77 que llegó a estacionarse metros más allá.