𝟏. El último día.

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Por fin había llegado el último día antes de las vacaciones de primavera. Me encontraba en el asiento trasero del coche granate de mi hermano. Pasábamos por un campo lleno de flores, dividido, claro está, por la carretera. Yo miraba atenta el paisaje, la conversación que estaban teniendo Steve y Robin no me interesaba demasiado. Él le estaba hablando sobre una tal Heidi mientras Buckley se ponía rímel en las pestañas. Las plumas del uniforme de la chica se me metían en la nariz, me hacían cosquillas y debido a eso tenía que apartarlo. Ese día habría una asamblea con todo el instituto, y ella era parte de la banda del instituto, yo también estaría allí, pero solo por el simple hecho de que soy una de las animadoras. De pronto, los dos de adelante cambiaron el tema de conversación por una tal Vickie.

—Tienes que dejar de fingir cuando estás a su lado —dijo mi hermano—. Solo tienes que ser tú misma.

—¿Le estás dando consejos que no te aplicas? —contesté yo.

—Exacto, gracias —Robin me miró por el retrovisor—. Además, literalmente me estás dando mis propios consejos, te das cuenta, ¿no?

—Pues escúchate a ti misma. ¿Qué te parece? —propuso Steve—. Yo te escuché y he vuelto al ruedo.

—¿Tú, al ruedo? —hablé—. Ni siquiera ves a la misma chica dos veces.

—Puedes hacer el favor de apoyarme —Steve se giró hacia mí—. Soy tu hermano.

—Por ese hecho no te apoyo, porque no haría bien mi trabajo —me encogí de hombros.

Harrington regresó su vista a la carretera y Robin habló.

—No es lo mismo... Si a ti te rechaza una chica, no pasa nada, te baja un poco la autoestima, quizá —mencionó—. Si yo me equivoco con una chica, me crucifican —Buckly le dio un golpe al techo del coche.

—Cierto, pero con Vickie fijo que no te equivocas —intentó animarla Steve.

—Eso no lo sabemos.

—Devolvió "Aquel excitante curso" parada en el minuto 53. ¿Por qué paró esa peli en el minuto 53? —se quedó callado un momento.

—Tetas —contesté.

—¡Porque le gustan las tetas, Robin! —añadió.

Robin puso una cara de disgusto ante lo que mi hermano había dicho.

—No digas tetas.

—Tetas —incitó Steve—. Ya ves que cosa. Me gustan las tetas —se señaló—, a ti te gustan las tetas —apuntó a Robin.— A Vickie le gustan las tetas, está claro —la chica de pelo corto negó con la cabeza, y yo repetí su acción —Son las tetas —rodé los ojos.

A veces mi hermano podía ser un completo idiota, regresé mi vista al paisaje y me pude dar cuenta de que habíamos llegado al instituto. Pasamos por al lado del autobús escolar amarillo chillón, bajamos la rampa y Steve aparcó entre otros coches. Robin salió rápidamente del asiento del copiloto, yo me despedí de mi hermano e hice lo mismo, dejé la puerta abierta para que ella cogiera su uniforme. Yo fui con Buckley hasta la parte trasera del instituto, pude oír como nos decían que teníamos que ir al gimnasio. Eso hicimos, entramos a los vestuarios y nos pusimos los uniformes, una vez listas me despedí de Robin, ella se fue con la banda y yo con las animadoras. Me miré al espejo del baño, el pelo recogido no me quedaba nada bien, hacía que mi cara pareciera más larga, pero debido a mi largo cabello no me quedaba de otra.

—Estás guapa —oí una voz a mis espaldas.

Me giré, era Chrissy, la chica más popular del instituto. Y no me extrañaba que lo fuera, ella no era mala, no como pintan a las animadoras en casi todas las películas para adolescentes. Ella tenía un corazón amable, era bastante simpática, divertida, y, además, era muy guapa.

—No sé yo... —dije—. ¿No se me ve la cara muy alargada?

Ella negó con la cabeza y se rio.

—Si eso es lo que te preocupa, toma mi diadema, yo puedo hacerme una coleta —me sonrió.

Me extendió una diadema de color verde, al igual que el color del uniforme. Ella sacó un coletero de su mochila rosa y se miró al espejo, comenzó a coger sus mechones de pelo para colocarlos en su mano, y se hizo una coleta con la goma, que también era de color verde.

—Vamos, la entrenadora nos espera.

A diferencia de mí, a ella el pelo recogido le sentaba de maravilla, como todo lo que se ponía. Salí con el grupo de animadoras, no sin antes coger los pompones. Las gradas estaban repletas de los estudiantes del instituto. Comenzamos a agitar los pompones de arriba a abajo mientras saltábamos de camino al centro de la pista, la banda comenzó a tocar y la gente a gritar. Empezamos a hacer nuestro número, que habíamos practicado meses atrás por los múltiples saltos en el aire que había. Yo, era una de las que tenía que saltar, me daba igual, es decir, no me daban miedo las alturas y hasta ahora todos los trucos que había hecho me habían salido a la perfección. El deporte siempre se me ha dado bien, supongo que era porque mi hermano hacía baloncesto y yo me enfoqué en lo bien que me quedaban las faldas y en lo genial que me vería dando volteretas. Aunque desde pequeña jugaba con él a cualquier cosa que indicaba moverse de un lado al otro. Cuando quise darme cuenta ya habíamos terminado de hacer lo nuestro y nos dirigimos cerca de las gradas, donde se encontraban los conos de seguridad, para sentarnos en el suelo. Estábamos esperando a que el equipo de baloncesto del instituto, nombrado como "Tigers", rompiera la pancarta de papel marrón con su nombre bien escrito y pintado. Cada vez que había un partido tenían que romperlo, nunca llegué a entender el motivo. El entrenador de los chicos anunció por un megáfono que los Tigers ya estaban aquí. El público comenzó a gritar y a aplaudir cuando los jugadores atravesaron el cartel. Las animadoras alzaron los pompones y yo hice lo mismo. El capitán del equipo agarró el micrófono y comenzó a dar las gracias a todo el mundo. Todos parecían estar animados.

—Obviamente, merecen una mención especial nuestras mejores hinchas, y las más guapas: ¡las animadoras de los Tigers! —gritó Jason.

El público lleno de euforia se levantó y aplaudió.

—Chrissy... —se pegó dos golpes en el pecho—. Chrissy, te quiero.

Ella, en respuesta, le lanzó un beso. Los dos se miraron sonriendo. Sinceramente, no recuerdo cuándo es que estos dos comenzaron a salir, pero fue demasiado obvio que se querían. El capitán borró su sonrisa para posar su mirada al suelo.

—Creo que todos estamos de acuerdo en una cosa —comenzó a decir—, ha sido un año duro para Hawkins. Con grandes pérdidas, a veces me pregunto cuántas pérdidas puede soportar una comunidad —se quedó en silencio—. En épocas tristes, necesitamos algo en lo que creer, por eso, anoche, cuando la Academia Christian nos sacaba 10 puntos, miré a mi equipo y les dije: "Pensad en Jack, pensad en Melissa, pensad en Heather, pensad en Billy, en el heroico jefe de policía, Jim Hopper. Pensad en todos los amigos que murieron en ese incendio. ¿Para qué murieron? ¿Para qué perdamos contra unos mantas?

Un estudiante de las gradas gritó: ¡No!

—¡No! —repitió el jefe del equipo—. "¿Para qué volvamos cabizbajos por la derrota? ¡No! —los demás le siguieron el rollo—. Ganaremos este partido, lo ganaremos por ellos" Y eso fue exactamente lo que hicimos.

El público volvió a aplaudir y a chillar. Sinceramente, esa charla me recordaba al escrito de Steve de hace unos años, donde hablaba sobre uno de los partidos de baloncesto contra Northern y sobre nuestro abuelo en la guerra. Yo me encontraba en ese coche, y lo que le dijo Nancy era cierto, no tenía ni pies ni cabeza. Y aunque le buscase una unión, era estúpida, como esta charla. Jason siguió con su discursito y las personas que se encontraban allí seguían aplaudiendo como idiotas, como si eso ayudara a la gente que perdió a sus seres queridos en el incendio. Sabía sobre los problemas que estaba teniendo Maxine, una chica de mi clase de matemáticas, la señorita Kelly siempre la buscaba para que hablase con ella de sus problemas. Claramente, no sabía cómo era la pelirroja, ella se cerraría como una tumba y no le diría nada a nadie, ni siquiera a sus amigos, cómo se sentía. Lucas, uno de los jugadores de los Tigers sale con ella, y ni a él le cuenta lo que le pasa. He de decir que Sinclair me parecía interesante, siempre he querido ser amiga suya y de su grupo de amigos, pero no he tenido muchas oportunidades. La tuve una vez, cuando Steve salía con Nancy, a veces iba a casa de los Wheeler en busca de mi hermano, y ellos se encontraban allí, pero sentía que no me querían en su grupo, parecía como si ocultaran algo, por lo que jamás volví a intentarlo.

𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 𝐓𝐡𝐢𝐧𝐠𝐬 [𝘖𝘭𝘪𝘷𝘦 𝘏𝘢𝘳𝘳𝘪𝘯𝘨𝘵𝘰𝘯]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora