𝟏𝟏. El lago Lovers.

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Llevábamos un buen rato caminando, yo ya me estaba cansado, por lo que decidí tomar un descanso, avisé al resto y me quedé de pie cerca de un árbol. Se estaba haciendo de noche, no se a donde nos llevaría la brújula de Dustin, pero lo que sí sé, es que caminaríamos por mucho más tiempo. Estaba dispuesta a seguir caminando cuando, de pronto, escuché el escandaloso sonido de un reloj, miré a los lados, ¿cómo era posible que hubiera un reloj en medio del bosque? Sonó una segunda vez. Lo divisé entre medio de las ramas de un árbol, estaba al revés e incrustado en el tronco del árbol. Sonó una tercera, acompañado por un susurro grave. "Olive" mi nombre retumbó por todo el lugar, "Olive...", de nuevo. Sonó una cuarta vez. Di unos pasos para observar mejor el reloj, cuando noté una mano en mi hombro.

—Olive —me giré, era Max—. ¿Vienes? Te he estado llamando pero no contestabas.

—Sí, perdona... Me pareció haber visto una ardilla

Ella se rio y dio unos pasos hacia adelante, me di la vuelta, y dónde antes se encontraba el reloj, ya no quedaba nada, había desaparecido, sería a causa de mi imaginación, por la falta de sueño. Seguí a Max hasta llegar con el resto del grupo, no habían avanzado mucho en mi ausencia. Ya era de noche cuando Dustin comenzó a caminar más rápido, parece ser que la brújula se había vuelto más loca, Eddie le dijo que no corriera tanto, pero pareció no escucharle, por lo que todos aceleramos el paso.

—Creo que estamos cerca —dijo mientras nos miraba.

—Cuidado, grandullón —Munson le sujetó de la mochila para que no siguiera caminando.

Al parecer, habíamos llegado al lago.

—Anda ya, no me jodas —escupió mi hermano.

—Pues sí. Ya decía yo que me sonaba esta zona —contestó Eddie.

—El lago Lovers —murmuró Robin.

—Qué ofuscación —Dustin se quejó.

—¿Hay un portal en el lago? —preguntó la pelirroja.

—Cuando el Demogorgon atacaba, siempre dejaba una abertura —comenzó a explicar Nancy—, ¿a lo mejor con Vecna es lo mismo?

—Solo hay una forma de saberlo —indicó Steve.

Seguimos a Eddie hasta algo tapado con una lona, era una barca, entre todos, la arrastramos hasta el lago. Robin subió primero, luego Munson, quien ayudó a subir a Nancy, Dustin se aproximó a ellos dispuesto a ir también.

—Oye, ¿quieres que nos hundamos? —Eddie le frenó—. Es para tres personas como máximo.

—Es mejor así, quedaos con Max —sugirió Nancy—, tened cuidado.

—Ten cuidado tú —respondió Dustin—. Es mi teoría.

—Aquí manda Nance —dijo Robin.

—¿Quién lo dice? —preguntó Henderson.

—Yo.

—La brújula —Wheeler le extendió la mano para que le diera el objeto.

Dustin se la dio, y acto seguido, Steve le lanzó su mochila y empujó la barca para que pudiera navegar y se subió también.

—¿No era para tres? —se quejó Dustin.

—Lo siento —susurró mi hermano.

Henderson se quedó callado, mirando como la barca se adentraba más al lago.

—A las nueve en la cama —exclamó Robin. Dustin le sacó el dedo—. ¡Ya os echamos de menos!

Nos sentamos a la orilla, yo agarré unos prismáticos y me dispuse a observar lo que los mayores hacían. Dustin no paraba de quejarse de la traición que le había hecho Steve, y no me extraña, ha sido muy poco sincero. De pronto, la barca se paró.

—Se han parado —comenté.

—¿Por qué se han parado? —preguntó Lucas.

Dustin abrió su walkie.

—¿Qué pasa ahí? —preguntó—. Venga, decidme algo, ¿qué pasa?

—Dustin, tu brújula está completamente pasada de rosca —explico Robin desde el otro lado.

Vi como mi hermano se levantaba de la barca y comenzaba a quitarse la ropa. Hice una mueca de asco y le pasé los prismáticos a Lucas.

—Qué peludo se ha vuelto Steve —dijo.

—¿Verdad? —afirmó Dustin—. Según él, las tías se pirran por los pecholobos.

Lucas negó con la cabeza y quiso seguir mirando cuando, de pronto, Max le arrebató los prismáticos.

—Déjame ver.

—¿Qué?

Los tres nos la quedamos viendo, era algo que ninguno se esperaba que pasaría. Steve se tiró al agua y se perdió en las profundidades.

—Si hay un portal en el lago, podría decirse que es un portalago —explicó Dustin—. Portalago —repitió sonriendo.

Henderson se rio de su propio chiste y los demás siguieron mirando hacia la barca. Suspiré y fui a sentarme en una de las rocas que había cerca de allí, me estaba muriendo de sueño, no entendía cómo era que los demás no necesitaban dormir, ni aunque sea un poco. Tal vez era porque estaban acostumbrados a que les pasara todo esto. Como si de una maldición se tratase, volví a escuchar el sonido del reloj, retumbar en todo el bosque, al parecer, si era parte de mi imaginación, porque ninguno de los tres se inmutaron, giré mi cabeza para ver dónde se encontraba ahora el reloj invertido, pero la voz de Dustin me sacó de aquel trance.

—Venga, Steve, venga —alentó Henderson, ahora era él quien tenía los prismáticos.

De pronto, unas luces aparecieron detrás de nosotros, se escucharon unas voces que gritaron: "En la orilla". Lucas ordenó que nos agacháramos, fui con ellos a esconderme detrás de un tronco de un árbol caído, nos quedamos mirando las luces, para ver a dónde se dirigían, cuando de un momento a otro, Robin nos habló desde el walkie-talkie.

—Dustin eres Einstein, Steve ha encontrado...

Solo pudimos escuchar hasta ahí debido a que el de rizos cortó la conexión. Regresamos la mirada hacia el frente y pudimos ver a la policía. Max se levantó y llamó la atención a los polis, ella se marchó corriendo y los demás la seguimos, eché un último vistazo al lago, Steve había salido a la superficie. Corrimos y corrimos lo más lejos que pudimos para alejarles del lago, la policía iba detrás de nosotros y nos ordenaban detenernos, pero no hicimos caso alguno. Saltamos un tronco, pero al parecer, Dustin no lo vio, cayendo al suelo, y siendo atrapado por la policía, nos detuvimos. Nos llevaron en los coches de policía hasta la casa de los Wheeler, donde una vez allí comenzaron a hacernos preguntas.

𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞𝐫 𝐓𝐡𝐢𝐧𝐠𝐬 [𝘖𝘭𝘪𝘷𝘦 𝘏𝘢𝘳𝘳𝘪𝘯𝘨𝘵𝘰𝘯]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora