Capítulo Dieciocho "La verdad"

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Él también me vio, entonces sonrió y no de buena manera, parecía que se estaba burlando, ¿qué hacía ahí?

—Christopher—llegó frente a mí—, vaya sorpresa, ¿qué haces aquí?

—Yo debería preguntarte eso a ti—arqueé una ceja.

—Lo que tú no pudiste.

— ¿De qué hablas?

—Para ser policía no haces muy buen trabajo protegiendo a la gente.

—Será mejor que...

— ¿Christopher? —su voz me interrumpió.

—Dulce—la vi, de pie en la puerta de la florería—. ¿Podemos hablar?

—Sabes que si aceptas te condenarás—le dijo George.

—Te lo digo de nuevo George—suspiró poniendo los ojos en blanco—, no te metas y vete.

—De acuerdo, me iré, pero espero que no te arrepientas.

El hombre se fue y nuestras miradas se encontraron, se veía confundida y un tanto nerviosa.

— ¿Entonces?— pregunté rompiendo el silencio— ¿Podemos hablar?

—Está bien—suspiró—, pero no aquí, espera un momento—solo asentí

Entró a la tienda y salió de vuelta unos segundos después con sus cosas y caminó hacia mí.

—Listo, vayamos a mi casa—abrió un auto cercano.

—De acuerdo.

Condujo hacia el lado norte de la ciudad, hasta Stone Oak, había casas muy bellas ahí, aparcó frente a una construcción de dos plantas, color crema y un cuidado y lindo jardín delantero, unas pequeñas escaleras que daban a la puerta principal y una pequeña terraza en la segunda planta.

—Llegamos—anunció apagando el motor—, bienvenido a casa de los Espinosa.

—Es muy linda—sonreí viendo alrededor—, me gusta.

—Vamos—señaló con la cabeza hacia la casa.

Entramos, por dentro también era muy bella, muros blancos, cortinas gris perla que llegaban hasta el suelo, muebles combinados con ello, sillones color gris del mismo tono que las cortinas, cojines blancos y gris oxford, muebles y lámparas en color marfil y pisos de madera, entraba bastante luz natural y eso hacía lucir el interior mucho mejor, el comedor era de los mismos tonos que la sala y justo enfrente unas escaleras con barandal blanco y muros gris perla.

—Siéntate—suspiró señalando la sala—. ¿Algo de tomar?

—Agua está bien—asentí caminando hacia allá.

Regresó solo un par de minutos después con un par de vasos de agua con hielo y rodajas de naranja y limón, se sentó a otro lado del sillón y bebió un par de tragos.

— ¿Cómo supiste que estaba aquí? —preguntó entonces.

—Alfonso me lo dijo—la vi—. Dulce, ¿por qué te fuiste sin decir lo que pasó en tu departamento?

— ¿Cómo...? —me vio sorprendida.

—Tu vecina llamó a la estación reportando que alguien había entrado a tu departamento, yo estaba en Las Vegas, así que fueron ellos y bueno, encontraron señales de una pelea, y tu sangre junto a una silla con una soga alrededor—se mordió el labio inferior—. ¿Qué pasó?, ¿por qué no me dijiste nada entonces?, ¿y a qué se refería George al decir que te condenarías al hablar conmigo? Lo que me lleva a otra pregunta, ¿qué hace aquí?

Delito de Amarte (Vdy) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora