De vuelta a la rutina, pero con mañanas así eso no me molestaba en lo absoluto. Salí de la habitación viéndola justo donde sabía estaría, tomé una taza de café que ella había preparado y le hice compañía en el balcón.
—Buenos días amor—la tomé de la cintura y le di un beso en la mejilla.
—Hola cariño—sonrió girándose hacia mí para darme un amoroso beso, sonreí por ello.
— ¿Desayunamos fuera? Tenemos unas horas libres.
—Está bien—asintió.
Una ducha, un delicioso desayuno con risas y besos integrados y estábamos listos para ir a la estación, debíamos ponernos al corriente de todo en cuanto reportes.
Apenas comenzábamos con ello cuando nos llegó un nuevo caso.
—Nueva York dándonos la bienvenida—suspiré cuando tomábamos nuestras cosas para salir.
—Muy a su estilo—sonrió colocando su arma en su cadera.
El cadáver de bienvenida estaba en el Hudson, con señas de putrefacción y amarrado de pies y manos.
—Trabajo difícil para Maite—dijo Dulce revisando los alrededores antes de interrogar a los presentes.
—Odio cuando los avientan al agua—bufó precisamente la forense llegando tras de mí.
—Créeme doc, a él tampoco le ha de gustar la idea—señalé el cuerpo.
—Tan gracioso—rio—, bienvenidos a Nueva York amigos—se dirigió a ambos.
—Bien—suspiró Dulce—, el hombre de allá—señaló hacia la reja—, dijo que vino a revisar su bote cuando vio que algo flotaba cerca, llamó a emergencias y es todo.
—Tal vez eso nos dé respuestas—señalé la cámara de seguridad en lo alto de un poste.
—Pero miren quiénes llegaron—escuchamos a Christian quien llegaba con Anahí.
— ¿Envidia?
—Un poco—asintió acercándose al cadáver.
—Ni siquiera tengo que preguntar cómo se la pasaron—continuó Anahí—, ya vimos las fotos en sus redes, bienvenidos.
—Bonita bienvenida—Dulce señaló el cuerpo.
— ¿Qué te puedo decir amiga? Es el estilo neoyorkino.
—Tiene una herida de bala en el pecho—dijo Maite—, bien chicos—llamó a sus asistentes—, llévenselo, cuando tenga la bala les aviso, y a ver qué más encuentro, los veo en el laboratorio.
Dulce y yo revisamos un poco más los alrededores mientras los de laboratorio recogían evidencia, encontré su billetera flotando en el río, a unos tres metros de donde fue encontrada, Joseph Cooper.
Comencé a hacer mis investigaciones sobre Cooper y Dulce fue al laboratorio a ver si ya sabían algo, además, seguía en curso la investigación sobre el acosador, no había ninguna otra queja o denuncia sobre algo así y eso era muy extraño, continué revisando cámaras de seguridad mientras me llegaba la información que había pedido.
Me enderecé de golpe cuando vi al mismo hombre del tatuaje en el cuello entrando al edificio de Sandra por una puerta lateral, llamé a Jane.
—Desde el falso allanamiento no hemos tenido nada—dijo la mujer—, fui al edificio de Sandra a ver si había alguna novedad, como me lo pediste, y ninguno de los vecinos ha visto nada raro ahí.
—La grabación es de hace un par de horas—suspiré—, iré a procesar el lugar, te llamo después.
—Claro.
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Delito de Amarte (Vdy) ©
RomansaNueva York, la ciudad que no duerme, y tampoco el crimen, afortunadamente los detectives e investigadores del laboratorio criminal tampoco. Dulce y Christopher han sido compañeros y amigos durante un año y nada más allá, al menos hasta que alguien d...