Capítulo Ocho "Arréstame"

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Ese hombre buscaba algo sin duda, lo vi en su mirada, no sería la última vez que lo vería merodeando por ahí, eso sí que me molestaba y me incomodaba, ¿qué pretendía? Él la lastimó, no la valoró y la reemplazó, no podía presentarse ahora como si nada pidiéndole salir, ella tenía todo el derecho a ser feliz, y yo me estaba encargando de que así fuera, y tenía planes de hacerlo toda la vida, que él se centrara en su patética vida de apariencias y en su esposa, vaya cinismo. No pude dejar de pensar en ello toda la tarde y no quería que Dulce siquiera recordara ese momento, esa noche me encargaría de reafirmarle que George había sido un completo imbécil al lastimarla así, y yo demasiado afortunado de tenerla a mi lado.

—Amor—movió la mano frente a mis ojos.

— ¿Eh? —reaccioné.

— ¿En qué piensas?

—Algo sin importancia cariño—sonreí—. ¿Estás lista?

—Sí—asintió arqueando una ceja—. ¿Estás bien?

—Sí, todo bien, pero estaré mejor cuando te tenga entre mis brazos.

—Entonces vamos, me muero por estarlo.

Pasamos a un supermercado cercano por algunas cosas para la cena, una botella de vino y nos dirigimos a su departamento. Cocinamos juntos, pasta a la bolognesa, un cheese cake con frambuesa; acomodamos todo en la mesa de la sala, luz tenue, una película cómica y a cenar.

No dejaba de sonreír cada vez que ella probaba un platillo mío, de verdad lo saboreaba, bocado a bocado, estaba loco, incluso la simple acción de verla comer me parecía tan sexy, reí discretamente bebiendo de mi copa, jamás me había sentido así con nadie.

— ¿De qué te ríes? —me vio confundida.

—De mí—reí más.

— ¿Debo preocuparme? —arqueó una ceja.

—Para nada, pero si te lo digo sí pensarás que estoy loco.

—Oh cariño, ya lo pienso—ahora rio ella—, pero dime.

—De acuerdo—dejé mi copa en la mesa—, me reía de mí mismo porque el simple hecho de verte comer se me hace sexy, verte saborear lo que te cocino es un deleite, toda tú me fascinas, y nunca me había sentido así con nadie.

— ¿Con nadie? —me veía atenta.

—Solo contigo, cualquier mujer de mi pasado quedó borrada con cada beso, con cada caricia, cada mirada, cada día y noche juntos, con cada te amo tuyo. No quiero alejarme de ti nunca, eres lo que siempre quise, la mujer que siempre deseé y soñé.

—Nunca vamos a alejarnos—posó su mano sobre mi mejilla haciéndome cerrar los ojos por el suave contacto—, tú también eres el hombre que siempre soñé, te amo muchísimo Chris.

—Solo tú y mi madre me llaman así—sonreí—, y me encanta, nunca dejes de llamarme así—me acerqué dándole un beso en el cuello—, te amo preciosa.

—Chris—repitió haciéndome sonreír.

—Así mismo.

—Mírame—pidió a lo que volteé—, no voy a irme a ningún lado, ¿por qué tanta preocupación sobre eso?

—No sé si lo llamaría preocupación—suspiré—, simplemente te hago saber que no quiero que te vayas de mi vida nunca, yo tampoco lo haré.

—Más te vale—sonrió haciéndome reír a mí—, cariño, ¿lo que sucedió esta tarde con George tiene que ver con esto?

—Algo me dice que no será la última vez que ande merodeando donde no debe.

—Mismas veces que será mandado por un tubo.

Delito de Amarte (Vdy) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora