Capítulo 8

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Naruto madrugó, porque fue tan descuidado que solo decidió venir a pasar la noche en la casa de sus padres sin preparar nada para sus clases del siguiente día. No le gusta madrugar. A nadie le gusta, solo es una cuestión de responsabilidad, y algunos simplemente lo hacen de forma natural, sin renegar, u odiar a todo el mundo tan temprano. Naruto solo es del primer tipo.

Pero Sasuke... bueno, Sasuke es una bonita combinación de levantarse muy temprano por voluntad y odiar a todos solo porque sí.

Lo que sorprende a Naruto ahora, es que su amado ser de luz y odio tampoco se preparó antes de irse a casa de sus padres, y ahora debe volver también al departamento de Naruto por sus cosas.

—Voy saliendo, pero tengo un pequeño problema, Sasuke— inhaló aire tan silenciosamente como pudo, no puede creerse a sí mismo que su mentira de ayer se haya vuelto una verdad hoy —Perdí la llave— se rascó la cabeza llegando a la cocina, se detuvo y sonrió como saludo a sus padres, que lo miraban negando con la cabeza, volvió tres pasos por donde vino. Por supuesto que ellos ya estaban despiertos.

Escuchó a Sasuke reírse luego de expresar cierta incredulidad.

—Creo que llegaré antes que tú, así que prepararé también tus cosas y te esperaré.

—Oh, Dios, gracias— suspiró totalmente aliviado, aun sin entrar a la cocina, pudo escuchar como su madre se reía y comentaba algo a su padre —Te amo tanto, Sasuke. No sé qué haría sin ti— vio a su hermana que se acercaba arrastrando los pies, toda despeinada y aun medio dormida.

—Yo tampoco sé qué harías sin mí. Eres tan despistado que si no has perdido la cabeza es porque la tienes pegada al cuello.

De forma literal, no, no la ha perdido, pero metafóricamente... pues, está por verse.

Se tranquilizó y sonrió cuando su adormilada hermana lo fue a abrazar, acarició su cabeza y le hizo piojito cuando ella empezó a restregar la cara en su camisa.

—Buenos días, fosforito.

—Buen día— murmuró al separarse restregándose un ojo —Saluda a Sasuke— y siguió su camino hacia la cocina volviendo a arrastrar los pies.

Naruto se burló al ver que Karin andaba calcetines disparejos.

—Karin te manda saludos— volvió a la llamada.

—Pude escucharla, dile gracias— ah, Sasuke suena tan relajado, hasta algo perezoso, quizás se le escapó un bostezo —¿Por qué se levanta tan temprano?

—No lo sé, ella siempre hace cosas raras.

—Bueno, será mejor que tú te des prisa antes de que empiece a haber tráfico. Estoy yendo con Itachi, así que no te preocupes.

—¿Bromeas?— exageró su tono —Itachi, conduce como un demente. Dile que no te mate, o lo mataré.

—Como si tuvieras oportunidad, baboso— escuchó a Itachi claramente. Ah, adora a su cuñado.

—Nos vemos, Naruto.

—Sí, llegaré en un rato— escuchó que Itachi estaba murmurando algo, pero no alcanzó a oír el chisme completo porque Sasuke colgó.

Al parecer, todo está bien, las cosas siguen tan bien como siempre lo han estado hasta ahora. Se pueden ignorar los baches por los que han pasado, pero pasarán de nuevo por ese sendero y probablemente esos pequeño agujeros en el camino ya será más grandes.

Tiene que arreglarlos.

—Naruto.

Su madre llamaba. Había olvidado que a ella le gusta atenderlos personalmente en la mañana, solían desayunar todos juntos, luego su padre era el primero en irse. Y durante el primer año en la universidad, luego de conseguir su licencia, él solía llevar a Karin al instituto, en otras ocasiones su madre los llevaba a ambos. Eran buenos tiempos, pero la universidad estaba muy lejos para él.

¿Destinos Robados?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora