Capítulo 2

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Dos flancos

Llegaron a la cafetería de siempre. Son clientes tan frecuentes, que los meseros ya saben que hacer tras verlos cruzar la puerta, van y juntan dos mesas junto al ventanal, los saludan alegremente y luego los dejan para que decidan lo que van a pedir. A ellos les gusta ir a ordenar directamente a la barra.

Naruto abrió la puerta como todo un caballero para que los demás entraran, mientras sonreía y negaba, porque May no dejaba de quejarse de que Sasuke se había tardado y ella moría de hambre.

—Lo digo en serio, si me hubieran hecho esperar más, habría empezado a morder a Kiba.

—¿Y por qué no lo dijiste antes? Con gusto me habría dejado.

—Nunca dejas de ser un ofrecido, ¿Cierto?

—¡Oye! Tengo amor para todas, eso no tiene nada de malo— se defendió con galantería. Esa actitud siempre lo hace meterse en problemas con las chicas.

—A las mujeres con esa actitud les llamamos putas.

—Eso fue muy agresivo, Ino— May protestó, pero la rubia solo se encogió de hombros y no se retractó.

—Qué bueno que soy hombre.

—Eso te hace un puto, entonces. ¿Cierto, chicas?— se integró Naruto, cuando Sasuke entró al final y pudo atraparlo con su brazo para estar completo.

—Jajaja es cierto.

—Buena esa, Naruto.

—Con amigos así, quien quiere enemigos.

—Tú te lo buscaste— replicó Shikamaru colándose en la última silla junto a la ventana. A su lado derecho se acomodaron las chicas, y frente a él se sentó Kiba, y al lado de éste, Naruto y Sasuke.

Tomaron la libretita que siempre les dejan en la mesa para que apunten sus pedidos, y empezaron a discutir lo que querían comer. May fue la primera en apuntar su orden, una escandalosa cantidad de alimento para alguien de su tamaño. Se excusó y los dejó seguir con la discusión mientras ella iba al baño.

Naruto apuntó su orden, mientras Ino aún seguía indecisa entre la tartaleta de queso o la de frambuesa. Le pasó la libreta a Sasuke sin decir nada, solo le sonrió con complicidad escuchando de fondo los insultos de la rubia hacia Kiba por meterse con su dieta.

Un expreso cargado y una caja de seis donas. La orden de Naruto. Obviamente va a compartir las donas. Sasuke se recordó a sí mismo tener presente preguntarle a Naruto qué le preocupaba. Era increíble cómo la simple presencia del café en la rutina de Naruto lo dejaba en evidencia y ponía en alerta a Sasuke.

—¿El imbécil de Beckett te dijo algo de mí?— preguntó restregándose la nariz con saña.

—Por supuesto. También te envió saludos. ¿Cómo supiste?— fingió sorpresa. Ya es rutina, cuando su amigo castaño coqueto se aparece para joder a Naruto y luego se lleva a Sasuke.

—Me dio un ataque de estornudos después de que te fuiste.

—Ustedes dos son unos idiotas— negó con paciencia. A veces es difícil decir si Naruto realmente cae las bromas de Andrew, o solo le sigue la corriente como pretexto para pelear con él.

—Detesto a ese tipo, Sasuke.

—Ignóralo. Ya sabes cómo es— le jaló un mechón de pelo —Iré a ayudar con las cosas, espera aquí.

—Nooo, quédate~

Sonriéndole e ignorando su suplica, Sasuke se le escurrió de la mano y lo dejó ahí solito. Ni cuenta se dio de cuando fue que Ino, Kiba y Shikamaru se levantaron para ir a ordenar. Debería estar más atento. Ahora no le queda de otra más que esperar a que todos regresen y cuidar sus cosas mientras tanto.

¿Destinos Robados?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora