Capítulo 3

626 66 85
                                    

En casa

Hace apenas un minuto la animada voz del capitán les informó que pronto aterrizarían en Washington. Cuando sus padres le dijeron que ya tenían la ciudadanía en ese famoso país, no llegó siquiera a considerar que podría sentirse más cómodo ahí, que en el lugar que lo vio nacer y crecer.

Incluso ahora, le hace sentir terrible el pensar que este es su hogar, y no el que está dejando atrás. Su vida está dividida, no importa como lo vea, es la verdad.

Soltó un bostezo y se restregó la cara con ambas manos, se siente cansado. Las píldoras que le dio la azafata no sirvieron de nada. Pensó que un vuelo sin escalas era la mejor opción, pero ya no está tan seguro; intentó dormir, pero no pudo. No le gusta volar. De hecho, no le gusta viajar tan largas distancias. Pero ya era hora de volver a su otro hogar, ya extrañaba a sus padres y a su hermano, también a los Namikaze, incluso su trabajo y a sus compañeros. Extrañaba a demasiadas personas.

Miró a su derecha, su pequeña estaba ahí dormida tan plácidamente que le dio envidia. Solo espera que no tenga problemas para acostumbrarse al cambio de horario; pero es solo una niña de siete años, no sería raro si le cuesta trabajo.

Sonrió acariciando su cabello castaño. Es preciosa, idéntica a su madre.

Suspiró y se recargó en el asiento.

Le hará bien a Akari pasar tiempo con sus abuelos y su tío, ella misma dijo que los extrañaba mucho. Valdrá la pena discutir tanto con Izumi y convencerla de dejar a la niña venir.

Volvió a suspirar y cerró los ojos con fuerza, admitiendo que solo está huyendo. Lo hace desde mucho antes de subir al avión. Hace dos años que regresó a Japón con su esposa y su hija. Dos años, y en solo un par de meses se dio cuenta de que ya no era lo mismo. Intentó remediarlo, pero no dio resultado, y creyó que ni siquiera se esforzaba lo suficiente. Solo hasta hace unos meses se dio cuenta de que no solo era él el problema.

Akari sigue pensando que todo está perfecto entre sus padres, y es mejor así, es lo más sano para ella.

Volver a Estados Unidos podrá ayudarle a encontrar respuestas, pero definitivamente empeorará su matrimonio.

***

Sasuke esperó con los brazos cruzados, y levantó una ceja cuando vio a Naruto volviendo a él con un sándwich en la boca. Es como un niño chiquito, quiere todo lo que ve en las tiendas.

—Tienes que dejar de comprar comida en cualquier lado. Ni sabes si se lavan las manos para preparar eso— lo regañó cuando lo alcanzó. Finalmente se ve más como el Naruto al que está acostumbrado, ha estado muy tenso todo el día.

—Lo que no mata, engorda, Sasuke— habló con la boca medio llena. Al final, la salida que habían planeado con Sasuke no se dio, la práctica de tenis de Karin se extendió y para matar el tiempo ellos también se pusieron a jugar, así que le dio hambre de nuevo.

—Peor aún, cuando estés obeso no te voy a querer.

—Que cruel— igual, siguió tragando hasta desaparecer su sándwich —Mírale el lado bueno, tendrás más Naruto para abrazar.

—Ni siquiera me alcanzarán los brazos.

Su amado Sasuke tiene un sentido del humor muy ácido. Por no decir malvado.

Pero sonrió complacido y lo abrazó por los hombros, pensando que eso era algo con lo que podría vivir el resto de su vida. Eso era cien veces más fácil de tratar, que un Sasuke con tendencias homicidas y deseos de venganza. No quiere tener que vivir eso de nuevo.

¿Destinos Robados?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora