Capítulo 16

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Casi una lágrima resbaló de sus firmes ojos, antes tan inocentes, mientras vertía la sustancia que daría fin a la larga vida de su soberano, ahora esposo, Rey Min. Su corazón que antes solo podía pensar en la codicia y los tiernos ojos del príncipe Jungkook lo repudiaba así mismo. Después de todo su inocencia se había depositado en las manos de aquel a quien juró un odio incoherente. Sus ojos picaban ante el deseo de arrepentirse.

¿Podría su hermano perdonarle al admitir que su corazón había caído ciegamente de amor?

—¿Soberano Jimin?

Su pecho dio un puntazo muy fuerte y, apresurado a esconder las pruebas de su mal, se volteó hacia el rey con la taza de té en manos. Le dedicó una diminuta sonrisa que fue correspondida con la misma y se acomodó juntos a los pies de su negado amor.

Finalmente, habían transitado los votos matrimoniales, ahora eran uno con otro y de iguales se miraban a los ojos.

—¿Estas bien, Jimin?

—Sí, majestad.

Sin embargo, la brecha entre ellos era realmente enorme.

Yoongi decidió ponerle fin a la tensión y acercó la taza a sus manos notando que el cuerpo de Jimin se había tensado durante un segundo. Le sonrió aunque su corazón dolía, así mismo como lo ordenó Taehyung había logrado alejarse de sus ojos para mantenerlo a salvo.

Pero incluso antes de su muerte, desearía volver a verlo directamente a los ojos azules y llamarlo por su nombre antes de un último suspiro.

—Jimin, espero que guíes muy bien al reino —Le sonrió con más tranquilidad—. Confío en que serás un soberano digno, leal y amable con todos.

Por debajo de la mesa, Jimin apretó sus manos entre ellas mientras asentía.

Yoongi, decidido a no agregar más, se llevó la taza a los labios mientras pensaba en Taehyung. 

Los labios de Taehyung estaban resecos y sus ojos llorosos, no sabía cuánto tiempo había pasado pero le atormentaba la idea de que para entonces su rey ya no viviera. En su cruel celda solo podía ver oscuridad pero gracias a un rayo de sol minúsculo era consiente de que había pasado un día en aquel lugar donde fue privado de todo, donde su amor por Jungkook se desvaneció lentamente.

Y mientras las horas seguían pasando se preguntaba qué habría sido de su soberano de gentil mirada, que lo acogió en su palacio y lentamente en su vida.

De repente, los sonidos de su posible libertad llegaron a sus oídos y su palpitante corazón se estrechó ante la figura viril que asoció a Jungkook.

—¡Por favor, Jungkook, déjame ir po...!

Pero en su boca las oraciones murieron y fue apretado con fuerzas, cortándole el aliento y llenándolo nuevamente de lágrimas, su aroma llegó hasta él mientras unos brazos apretaban con fuerzas su frágil figura.

—¿Yoo... Yoongi?

El mismo le besó la frente y apresurado por salir de allí lo tomó entre sus brazos porque el cuerpo del ojiazul permanecía quieto y débil.

Cuando la luz de la luna golpeó en su rostro volvió a mirar a su rey y lo abrazó con prisa. Luego, negando con la cabeza ferozmente, le advirtió:

—¡La reina, Jin y Jimin! Todos ellos van a...

Yoongi calló a sus palabras con un rápido beso donde acuno a su ser y lo tomó en sus brazos. Prosiguiendo a tomar su mano y guiarlo con rapidez hacia la salida de los altos muros que custodiaban su reino. Allí los esperaba Hoseok sujetando con una rienda al cabello más fuerte y voraz. Taehyung negó repetidas veces.

The king's heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora