~Capítulo 10

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Hoseok miraba como la intranquilidad de Yoongi se esfumaba poco a poco, aún existía un sentimiento oscuro que lo consumía por dentro.

—Señor, digo: Yoongi, ¿puedo preguntar por qué ha hecho eso?

—¿De qué hablas?

—Disolvio su matrimonio.

Yoongi suspiró.

—No estoy aquí para casarme con nadie.

—Sin embargo, no sabemos cuándo regresara a su mundo.

—No sé en qué momento las cosas se salieron de control. ¿Sabes? Antes en lo único que me fijaba era en construir una historia de romance que dejara perplejos a todos. No me imaginé que el resto también tendría una vida tan mala.

—¿Señor?

—Ahora todos tienen una vida a la que yo los sujete y se siente extraño que sean personas reales.

—No todo es así. Cuando creas a un personaje secundario piensas que su vida empieza y termina donde el autor lo indica, no hay un punto medio.

—De todas formas, lo he pensado y creo que la única forma de cambiar la vida de Taehyung es que deje de entrometerme. Quizá después de todo... Jungkook sea el indicado para él.


Taehyung esperó con paciencia bajo la sombra de un gran cedro

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Taehyung esperó con paciencia bajo la sombra de un gran cedro. En sus manos traía el largo poema que planeaba leer para Jungkook, incluso lo práctico con Namhyuk escribiéndolo varias veces para mejorar su escritura y memoria. No entendía por qué el príncipe estaba tan interesado en su aprendizaje pero se hacía varias ilusiones por lo que se ponía nervioso al pensar en él.

—¿Taehyung?

Se ilusionó al creer escuchar su voz, incluso sus ojos se dispararon en su dirección con un gran brillo para al final sólo encontrarlo a él.

—Oh, es usted...

Yoongi parpadeo con lentitud y pasó a humedecer sus labios para resaltar su habla.

—¿Qué haces aquí?

—Estoy esperando a alguien —Contestó Taehyung, casi indiferente.

Yoongi tuvo que entrelazar sus manos tras la espalda para que sus movimientos no fueran demasiado obvios. Que la persona que Taehyung estuviera esperando no fuera él era un gran golpe directo al pecho y el orgullo.

—¿Puedo ver eso?

Taehyung miró la hoja entre sus manos y pasó a entregársela, no tenía una buena razón para decir que no de todas formas.

—¿Ya lo puedes leer?

—Estoy practicando.

El soberano asintió.

Un corazón cuyas capas solo el viento puede rastrear. Si mi corazón pudiera imitar ese viento podría convertirse en un lugar acogedor. —Leyó Yoongi.

—No entiendo muy bien eso.

Yoongi sonrió con ánimos de sentarse a su lado pero se detuvo a mitad de camino y comenzó a doblar el papel en varias partes.

—¿Sabes? Yo tampoco lo entiendo pero siempre intenté ver las cosas desde mi perspectiva.

Y por consiguiente le enseñó a Taehyung lo que había hecho con sus manos.

—¿Cómo hiciste eso? —preguntó con la emoción de un niño viendo el pájaro de papel.

—Se llama origami, ¿quieres aprender?

—¿Es fácil?

El rey sonrió con calidez.

—Si prácticas.

Finalmente pudo sentirse bien al sentarse junto a Taehyung sin tener que ser rechazada o que su razonamiento le pudiera que se aleje de ese lugar rápidamente. Sólo se mantuvo a su lado viendo sus emocionados intentos de copiar sus pasos para llegar a un parecido ave de papel como el suyo.

El sol comenzaba a bañarse sobre el río junto a ellos y el viento mece con tranquilo las ramas del árbol.

—Creo que ya casi me sale.

Taehyung sonrió mientras enseñaba su trabajo final.

—También sé hacer conejos.

—¿¡Conejos de papel!? Espera... el príncipe Jungkook.

Los ojos de Yoongi cambiaron por completo al perder la atención de Taehyung, quién ahora estaba más ocupado en mirar en todas direcciones buscando al mencionado príncipe. Supo que ya era tiempo de alejarse pero antes de que pudiera ponerse de pie Taehyung lo hizo primero y acabó tropezando con sus torpes movimientos. Para su suerte, Yoongi resultó ser más rápido al sujetarlo, sin que esto evitara que cayera nuevamente hacia su lugar.

El ojiazul miró con sus profundos ojos marinos hacia Yoongi, sus manos estaban directamente sujetadas en sus hombros y no dejaban de mirarse.

—¿Te sientes bien, Taehyung? —Yoongi sonrió—. Descuida, voy a atraparte cada vez que caigas torpemente.

El joven se alejó rápidamente, el ave de papel termino siendo aplastado y por alguna razón era el tobillo de Yoongi el cuál lo había pigmentado con gotas de su sangre.

—¡Se lastimó!

Yoongi miró desinteresado hacia el mismo lugar.

—Ah, apenas lo siento. Parece que fue un golpe más duro del que pareció.

—¡Espere un momento!

Taehyung se movió rápidamente para buscar un trozo de tela y humedecerlo en el río. Seguidamente volvió y se encargó de limpiar la pequeña herida del rey envolviéndolo después con la misma tela.

—¿Ya está? —Yoongi siguió sonriendo mientras lo miraba—. Fuiste muy rápido, quizás debas ser mi nuevo doctor, ¿no?

—¡No bromee! Y no ande por ahí atrapando gente como si le pertenecieramos, ¡por cosas como estas podrían cortarme la cabeza!

Dejó de sonreír mirándolo a los ojos.

—Taehyung, te lo dije. Nadie va a hacerte daño.

—Se que es el rey, pero hay algo llamado "destino" y usted no es dueño de ello. Puede tener una nación bajo sus pies pero todo es...

—Superficial, lo sé.

Taehyung estuvo por recoger el poema doblado cuando Yoongi lo sujetó de la mano y lo llevó con él hasta la orilla del río. Allí, le indicó que se subiera al pequeño bote que estaba estancado en la tierra.

—Anda, sube.

—¿Qué? No, debo esperar al príncipe Jungkook.

—Sólo será un segundo.

Taehyung tenía sus dudas pero aún así tuvo que hacerlo, de nuevo no tenía manera correcta de rechazar sus órdenes. Cuando estuvo allí Yoongi comenzó a empujar el bote hacia el agua y creyendo que lo dejaría solo no se esperó que el mismísimo rey subiera con él aún si tenía que mojarse los pies. Luego comenzó a remar en silencio mientras el ojiazul se mantenía distraído jugando en el agua, sin darse cuenta que ya se habían alejado de la orilla.

—¿Qué hacemos aquí? Creí que no nos íbamos a alejar demasiado.

—Escucha, Taehyung. Sé que no puedo controlar muchas cosas pero ni siquiera lo he intentado aún.

—¿Aún con eso de protegerme? Es usted muy raro, existe todo un pueblo al que debería cuidar y va detrás de un simple plebeyo.

—Tae, ¿cuándo vas a entenderlo? —Yoongi extendió su mano tocándole el mentón y sonrió al sentir su piel, era tan real—. No eres un simple plebeyo.

Por último, antes de que el sol llegara a su punto más bajo, los labios de Yoongi estaban tocandolo superficialmente allí donde nadie podría verlos.

The king's heartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora