Dos

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La gran mayoría de los adolescentes que asisten a Higgs son unos idiotas conformistas sin alma. He tenido éxito en integrarme a un grupito de chicas a las que considero «buenas personas», pero en ocasiones sigo sintiendo que soy la única consciente, como la protagonista de un videojuego, mientras que las demás son extras generadas por computadora que solo realizan unas pocas acciones predeterminadas como «Iniciar conversaciones insignificantes» o «Abrazar».

La otra cosa sobre los adolescentes de Higgs, y tal vez la mayoría de los adolescentes, es que no se esfuerzan nada por el noventa por ciento de las cosas. No creo que eso sea malo, porque ya habrá tiempo suficiente para que nos «esforcemos» más adelante en la vida; hacer un intento excesivo en este momento es un desperdicio de energía que bien podría dedicarse a cosas maravillosas como dormir, comer o descargar música de manera ilegal. En realidad, yo no me intereso particularmente por nada. Hay mucha gente que tampoco lo hace. No es nada raro entrar a la sala de estudiantes y toparte con cien adolescentes tumbados sobre las mesas, los escritorios y el piso. Parece como si los hubieran gaseado a todos.

Todavía no ha llegado Kent. Me dirijo hacia Becky y Nuestro Grupo, que están en la esquina de las computadoras; parecen estar discutiendo si Michael Cera es atractivo o no.

—Tori. Tori. Tori. —Becky golpetea mi brazo con insistencia—. Tú estarás de acuerdo conmigo en esto. Viste Juno, ¿verdad? Crees que es lindo, ¿no? — Apoya las manos en sus mejillas y pone los ojos en blanco—. Los chicos torpes son los más sexis, ¿cierto?

Coloco mis manos sobre sus hombros.

—Tranquila, Rebecca. No todo el mundo adora a Cera como tú.

Empieza a balbucear algo sobre la película Scott Pilgrim vs. los ex de la chica de sus sueños, pero en realidad no la estoy oyendo. Michael Cera no es el Michael en el que estoy pensando.

Consigo evadirme de la discusión poniendo un pretexto y empiezo a patrullar la sala de estudiantes.

Así es: estoy buscando a Michael Holden.

A estas alturas, no tengo del todo claro por qué lo estoy buscando. Como seguramente adivinaron, hay una gran cantidad de cosas que no me interesan, en especial personas, pero me molesta que alguien crea que puede iniciar una conversación y, de la nada, simplemente se levante y se vaya.

Eso es ser grosero, ¿saben?

Paso frente a todos los grupitos de la sala. Los grupitos son un concepto muy High School Musical, pero la razón por la que están tan trillados es porque existen de verdad. En una escuela predominantemente femenina, es casi seguro que todos los años haya tres categorías principales:

1. Chicas estridentes y experimentadas que utilizan identificaciones falsas para entrar a antros, usan muchas de las cosas que ven en blogs, a menudo fingen matarse de hambre, disfrutan de sus bronceados naranjas, fuman de manera social o adictiva, están abiertas al uso de drogas y saben mucho del mundo. Me desagradan enormemente.

2. Chicas extrañas que al parecer no tienen idea de cómo vestirse bien ni de cómo controlar su comportamiento estrafalario, se pintarrajean las unas a las otras con los plumones del pizarrón y poseen una incapacidad física para lavarse el pelo. Chicas que en promedio tienen una edad mental al menos tres años menor a su edad cronológica. Estas me entristecen muchísimo porque a menudo siento que podrían ser muy normales si pusieran un poco de empeño.

3. Las supuestas chicas «normales». Casi la mitad de ellas cuentan con novios promedio estables. Están conscientes de las tendencias de la moda y de la cultura popular. Generalmente son agradables, algunas calladas, otras estridentes, les gusta estar con sus amigos, les agradan las buenas fiestas, disfrutan de las compras y del cine y gozan de la vida.

SolitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora