OCHO

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Estoy desparramada sobre los escritorios de cómputo de la sala de estudiantes a las 8:21 del lunes, con Becky desvariando acerca de lo adorable que estuvo Ben Hope en casa de Lauren (eso ya fue hace seis días, por el amor de Dios), cuando alguien vocifera con gran resonancia desde la puerta:

—¡¿ALGUIEN HA VISTO A TORI SPRING?!

Regreso de entre los muertos.

—Dios mío.

Becky indica mi localización a gritos y antes de que me dé tiempo de esconderme debajo del escritorio, Zelda Okoro está parada frente a mí. Me aliso el pelo, esperando que me proteja de la intervención dictatorial. Zelda se maquilla por completo a diario para la escuela, lo que incluye lápiz labial y sombra para los ojos, y creo que podría tener un diagnóstico formal de locura.

—Tori, te nomino para la Operación Discreción.

Me lleva varios segundos registrar esta información.

—No, no lo harás —digo—. No. No.

—Sí. No tienes nada que decir al respecto. Los subdirectores votaron para decidir a quién querían del 12.º año.

—¿Qué? —Me dejo caer hacia atrás— ¿Para qué?

Zelda pone sus manos sobre las caderas e inclina la cabeza.

—Nos estamos enfrentando a una crisis, Tori. —Habla demasiado rápido y con frases cortísimas. No me gusta—. Higgs se está enfrentando a una crisis. Un equipo de ocho representantes no es suficiente. Estamos aumentando el equipo de operaciones encubiertas a quince. La Operación Discreción ha sido aprobada. Mañana a las 7:00.

—Perdón..., ¿qué acabas de decir?

—Hemos llegado a la conclusión de que la mayor parte del sabotaje tiene que realizarse a primera hora. De modo que vamos a hacer un operativo mañana por la mañana. A las 7:00. Más te vale que estés allí.

—Te odio —le digo.

—A mí no me culpes —exclama—. Culpa a Solitario. —Se aleja trotando.

Becky, Evelyn, Lauren y Rita están a mi alrededor. También Lucas. Creo que ya forma parte de Nuestro Grupo.

—Pues evidentemente los maestros te aprueban —dice Becky—. En menos de lo que te cuento vas a terminar como una verdadera representante.

Le lanzo una mirada de angustia extrema.

—Sí, pero si lo fueras podrías saltarte la cola de la cafetería —señala Lauren —. Comida rápida, amiga. Y podrías suspender a los de 7.º cuando estén demasiado inquietos.

—¿Y qué diablos hiciste para que los maestros te aprueben? —pregunta Becky —. No es que hagas gran cosa.

Me encojo de hombros. Tiene razón. No hago gran cosa.

Más tarde, me cruzo con Michael en el corredor. Lo dejo que pase, pero grita «TORI» tan fuerte que se me cae el cuaderno de Inglés al piso. Se ríe a carcajadas, entorna los ojos detrás de sus lentes, se detiene y se queda parado en mitad corredor, lo que ocasiona que tres chicos de 8.º choquen con él. Lo miro, recojo mi cuaderno y sigo caminando.

En este momento, estoy en la clase de Inglés. Estamos leyendo Orgullo y prejuicio. Ahora que llegué al capítulo seis, he decidido que detesto este libro con una pasión abrumadora. Es aburrido y trillado y constantemente siento la necesidad de sostenerlo arriba de una flama viva. Las mujeres solo están interesadas en los hombres y los hombres no parecen interesarse por nada. Excepto Darcy, quizá. No es tan malo. Lucas es el único al que puedo ver leyendo el libro correctamente, con su expresión calmada y silenciosa, pero de vez en cuando revisa su teléfono. Me paseo por algunos blogs en mi teléfono, escondiéndolo bajo el escritorio, pero no hay nada interesante que ver.

Becky está sentada en el pupitre junto a mí, hablando con Ben Hope. Por desgracia no puedo evitarlos, a menos que me cambie de lugar, abandone la clase o me muera. Están jugando timbiriche en la agenda escolar de Ben. Becky va perdiendo.

—¡Estás haciendo trampa! —exclama mientras trata de quitarle la pluma a Ben. Ben tiene una risa muy atractiva. Forcejean un poco tratando de ganarse la pluma. Hago el esfuerzo de no vomitar o esconderme bajo la mesa de pura vergüenza.

A la hora de la comida en la cafetería, Becky le cuenta a Evelyn todo acerca de Ben. Por un momento, interrumpo su conversación.

—¿Qué pasó con Jack? —le pregunto.

—¿Jack quién? —responde. Parpadeo con incredulidad un par de veces y vuelve a enfrascarse en su plática con Evelyn.

SolitarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora