El reloj del buró marcaba las 3:32 PM. La habitación estaba completamente oscura gracias a que las persianas que cubrían la ventana permanecían cerradas en su totalidad y la luz se encontraba apagada.
La puerta del cuarto se abrió de golpe y se cerró de la misma forma. Fernando abrió un ojo y lo volvió a cerrar cuando vio a su novia Rebecca frente a él con las manos sobre la cintura.
-Fernando -Lo llamó con la voz grave.
-¿Hmm? -A penas murmuró.
-Aún no elegimos el diseño de las invitaciones -Levantó una ceja-. Tenemos la cita con la organizadora hoy a las 5 PM. Levántate y toma un baño, Fernando -Lo sacudió de una de las piernas.
-Rebecca, estoy cansado. Llama y cambia la cita para mañana -Puso una almohada sobre su cabeza para no seguir escuchando.
Rebecca tomó la almohada y la tiró al suelo, cruzó los brazos y Fernando la miró con desaprobación.
-No lo repetiré otra vez. Levántate, Fernando.
Fernando se sentó en la orilla de la cama, no tenía otra opción más que obedecerla. Sabía perfectamente que Rebecca era una mujer de armas tomar, y por alguna razón, encontraba eso atractivo.
-No te dejaré dormir esta noche -La dejó atrás y entró al baño de su habitación.
Rebecca sintió el calor que rápido invadió su cara. Fernando nunca dejaba sus bromas a un lado y eso la hacía desatinar, pero también provocaba ciertas sensaciones en ella.
Una vez en camino a su cita, Rebecca cambiaba la estación del radio constantemente, pero al mismo tiempo se encontraba nerviosa por todo lo referente a su próxima boda.
-Podríamos elegir las invitaciones blancas y poner los nombres en rojo -Fernando volteó ligeramente para ver a Rebecca, mientras seguía conduciendo.
-Cómo no se me había ocurrido antes. Usar los colores del Atlético de Madrid. Maravillosa idea, Fernando -Uso un tono sumamente sarcástico.
-¿Verdad que sí? -Sonrió reteniendo su risa.
Rebecca tenía que admitir que a veces Fernando era un bufón de primera, sin embargo, no podía dejarse llevar por sus chistes todo el tiempo, debía mantener la cordura, y más en esos momentos, pues la organización de su boda la traía loca, y a él simplemente parecía no importarle.
Cuando llegaron al lugar, la organizadora finalmente conoció a Fernando, quien jamás había podido asistir a alguna de sus citas gracias a su trabajo. Intercambiaron un par de opiniones con respecto a las invitaciones y a la decoración del salón de la boda.
Rebecca tenía dudas acerca de cada detalle y preguntaba si nada de lo planeado tenía algún riesgo o consecuencia que pudiera arruinarlo todo.
Fernando ya se había fastidiado de ver demasiados diseños de invitaciones y comenzaba a odiar el olor a 'flores artificiales' de la tienda. Sacó su teléfono y comenzó a leer algunas noticias de la actualidad, mientras su novia discutía algo sobre las mesas de la fiesta.
-Fernando -Lo llamó-. Fernando -Siguió nombrándolo-. ¡Fernando! -Gritó y finalmente llamó su atención.
-¿Qué sucede? -Contestó despegando la vista del celular.
-Sucede que no prestas atención a nada -Elevó la voz-. ¿Por qué no me haces caso?
-¿Qué es lo que quieres que haga? Tú eres la que más sabe sobre esto, confío en ti. Es más, hasta creo que ya puedes conseguir un empleo de organizadora de bodas -Rio y se encogió de brazos.
-¡Parece que nada te importa! -Explotó frente a las empleadas del lugar.
Rebecca salió corriendo del local. Fernando quedó perplejo ante lo que acababa de suceder. Había llevado al límite sus bromas, y con ello, había llegado al límite de Rebecca.
Pidió a Graciela, la organizadora, que lo esperara unos momentos en lo que resolvía su problema con Rebecca, o más bien en lo que la encontraba, pues sólo Dios sabía en dónde se encontraba.
Al abrir la puerta del local, se dio cuenta de la tremenda lluvia que caía. Rebecca no podía llegar tan lejos con el tiempo así, pues traía tacones y podía resbalarse o lastimarse.
Recorrió un par de calles rápidamente y no había señales de ella. No tenía idea de qué hacer, Rebecca jamás había actuado de esa forma. Estaba comenzando a estresarse, pues la lluvia parecía no cesar y comenzaba a oscurecer.
Dio unas cuantas vueltas alrededor de la plaza comercial del local y La encontró sentada en una de las bancas de un pequeño parque. Parecía no importarle que estuviera bajo una tormenta, tenía la cabeza agachada y obviamente estaba empapada al igual que él.
Fernando caminó y se sentó junto a ella; sin decir nada, la abrazó y la pegó a su pecho. Rebecca comenzó a sollozar y escondió la cara entre la chamarra de Fernando.
Se sentía frustrada por todo lo que estaba pasando. La boda, Fernando, ella... Se consideraba una mujer fuerte, pero débil ante problemas como esos. Sintió que Fernando acariciaba su cabello mojado y la estrechaba más entre sus brazos. Levantó el rostro y él la miró con culpa.
Rebecca se enderezó y talló sus ojos sin importar correr su maquillaje. Ahora tenía los ojos rojos y manchados por las sombras y el rímel que, prácticamente se habían difuminado.
-¿Estás bien? -Fernando preguntó con preocupación.
-Sí -Respondió con voz baja.
-Becky -La llamó por su diminutivo-. No puedes tener el control de las cosas todo el tiempo. Muchas veces lo menos planeado sale mejor. No digo que descuides los detalles de nuestra boda, pero no te exaltes al mínimo error.
Ella tenía los labios apretados. Sabía que las palabras que Fernando le fuera a decir, serian su debilidad y no podría continuar con su lado duro.
-Sé que soy un despreocupado con respecto a esto -Continuó hablando-. Pero no tengo idea de cómo se planea una boda, me da igual tener manteles de seda o que haya geranios blancos. Yo solo quiero que estemos juntos. Sea como sea, pero que lo estemos. -Dijo sin dejarla hablar previamente.
Rebecca se mordió el labio. -Fernando. Quisiera que a veces tomaras en cuenta por lo que paso. Tu despreocupación me pone los nervios de punta. No todo el tiempo puedes estar haciendo bromas. Te amo, pero yo también tengo mis límites.
-Becky. Perdóname. Nunca quise hacerte sentir de esa manera -Acarició su mejilla y le besó la frente.
-¿Estás consciente de que nos enfermaremos con esta lluvia? -Rebecca estornudó.
-Sí, pero no me importaría hacerlo si estoy contigo -Sonrió.
-Deja tu lado amoroso a un lado -Rio-. En verdad vamos a enfermarnos -Volvió a estornudar.
-Ni se te ocurra besarme, me vas a contagiar -Hizo como si la alejara de su lado por estar enferma.
-Te odio -Cruzó los brazos.
-También te amo -Fernando soltó una carcajada.
Rebecca era la única capaz de cambiar su ánimo de un momento a otro, lo hacía sentir como nadie, y a pesar de que podían pasar el día entero discutiendo, al final de todo terminarían arreglando todo con un mal chiste y un beso.
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Entre canchas y amores - One Shots
DiversosLa magia que utilizan en los pies también la pueden usar para llegar a un corazón.