Rafa Márquez: Intentémoslo de nuevo

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Javier y Alexa entraron corriendo por la puerta principal de la casa y se montaron en uno de los sofás de la sala para brincar en él.

–¡Mamá! –Gritaba el pequeño con entusiasmo.

–Mami, mira. Papá me compró una Barbie –Alzó la muñeca en el aire.

Mariana apareció por el umbral de la cocina y sonrió al ver a sus hijos después de casi tres días. Se quitó el mandil que estaba usando, lo dejó a un lado y fue a abrazarlos.

–Mis diablillos –Besó la frente de Alexa y luego la de Javier–. ¿Cómo se portaron? –Cuestionó con interés–. Espero no recibir quejas de su papá, eh –Anticipó a los niños.

–No, mamá. Nos portamos bien –Alexa afirmó.

–Espero y sea cierto –Dio un toquecito en la nariz de la niña.

–Es cierto. Se han portado bien, Mariana. No todo el tiempo son unos diablillos –Rafael entró a la sala, cargando las maletas que sus hijos habían llevado para pasar el fin de semana.

Mariana y Rafael habían estado casados durante 7 años. Durante su matrimonio procrearon a Alexa y Javier, quienes se habían llevado la peor parte de todo después de su separación, pero su decisión había sido irreversible después de que ambos pelearan todo el tiempo por las largas temporadas que Rafa pasaba fuera de casa.

Rafa pensaba que Mariana podía engañarlo cuando ella estaba sola, mientras que Mariana estaba harta de los celos sin lógica de su marido, ya que ella jamás le había faltado a su matrimonio.

–Me alegra –Mariana le sonrió incómodamente.

Rafael se dio cuenta de que estaba de más ahí. Seguía siendo incomodo verse de esa forma después de haber compartido tanto tiempo juntos.

–Bien. Debo irme –Rafa metió sus manos a los bolsillos del pantalón y se dio la media vuelta.

–¡No! Mamá, dile que se quede, por fa -Ambos niños suplicaban con desesperación.

Mariana también pedía a gritos en su interior que Rafael se quedara. Seguía amándolo y sinceramente deseaba que pudieran estar juntos nuevamente, pero sabía que eso ya no era posible.

–Hijos... –Rafael sabía que no era lo correcto.

–No, está bien. Quédate –Mariana accedió.

–No es necesario que hagas esto si no quieres –Dijo Rafa con calma.

–Los niños quieren que te quedes. Al menos cena con nosotros para que estemos todos juntos como ellos quieren y después te vas –Sugirió.

A Rafael le parecía una idea razonable. Él y Mariana no habían quedado en malos términos como para negarles a sus hijos ese derecho, además tenía mucho tiempo sin estar sentado a la mesa con las personas que más amaba y por lo menos deseaba recordar viejos tiempos.

–Está bien –Rafael aceptó.

–¡Sí! –Alexa comenzó a saltar de alegría.

–¡Gracias, papá! –Javier lo abrazó de la cintura, lugar que únicamente alcanzaba.

Mariana quería demostrar su entusiasmo al igual que los pequeños. Era demasiado débil como para negarse a tener a Rafa en su casa si se presentaba la oportunidad.

–Pueden sentarse en el sillón y ver la televisión o ir al patio a jugar –Mariana movía sus manos con nerviosismo–. Aún no termino la cena. Les llamaré cuando esté lista.

Regresó a la cocina y se recargó contra un gabinete. A pesar de todo, Rafa la seguía manipulando con su simple presencia. No entendía cómo podía existir esa clase de amor tan fuerte si él la había lastimado, y no era masoquismo ni nada de eso, simplemente no podía evitar ponerse tanto o igual de nerviosa que cuando se besaron por primera vez.

Entre canchas y amores - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora