Thibaut Courtois: Aquí es donde mi corazón se rinde

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Estaban prácticamente cerca. Thibaut en Inglaterra e Ilka en Bélgica. Claro que había miles de kilómetros de por medio, pero por lo menos no estaban separados de un extremo del mundo a otro.

Sin embargo, algo andaba mal entre ellos. Thibaut había comenzado a descuidar su relación con Ilka. Dejaba que los días pasaran sin haberle hecho una llamada o escribirle un mensaje de aliento. Sus escazas conversaciones se basaban en seis o siete minutos, en los que ella no dejaba de notarlo raro.

Fue por todo lo anterior que, Ilka, de la noche a la mañana, había decidido viajar a Londres sin avisarle a su novio, para así darle una sorpresa. Seguramente tendría serios problemas cuando su familia y su representante se enteraran de ello, pero eso podría esperar.

Recientemente, Ilka había conseguido firmar un contrato con una pequeña agencia de modelos en Bruselas. Tal vez no era su sueño, pero consideraba el modelaje uno de sus pasatiempos favoritos. Cuando un busca talentos la contactó después de una pasarela, no podía creer que alguien se había fijado en ella, por eso no dudo en aceptar la propuesta de cambiar de vida y trasladarse a Bruselas, la capital de Bélgica, en donde recibiría un amplio entrenamiento y cursos de modelaje.

A Thibaut no le había parecido la decisión que ella había tomado, pero debía comprenderla y apoyarla. Ilka no dejaba de pensar que seguramente era por eso que su novio se había alejado de ella.

El reloj del aeropuerto marcaba las 8 PM hora local. Ilka podía apostar que a esas horas su novio estaría viendo televisión o jugando algún videojuego. Arrastró su maleta hasta la salida y abordó un taxi.

Cuando estuvo frente a la puerta de la casa de Thibaut, sintió su corazón latir más fuerte. No era otra cosa más que miedo a enfrentarse a algo que desconocía por completo.

Tocó el timbre en dos ocasiones y escuchó un ‘click’ que hizo girar la perilla de la puerta. Sus mejillas tomaron color cuando observó al chico de casi dos metros salir del umbral.

–Ilka –Su voz sonaba sorprendida–. ¿Qué haces aquí?

–Vine a verte –Respondió con una media sonrisa.

Thibaut se hizo a un lado y la dejó pasar. Le dio un beso en la frente y la abrazó. Ilka sintió sus cálidos brazos rodearla y la sensación fue placentera después de semanas sin verlo.

Dejó su maleta a un lado y se sentó en uno de los sillones de la sala. Su teléfono vibró en su bolsillo, lo sacó y pudo ver que la pantalla mostraba mensajes con el nombre de su madre. Ya se había metido en problemas, pero aplicaría la de es mejor pedir perdón que pedir permiso.

–¿Quieres algo de tomar? –Thibaut la sacó de sus pensamientos.

–Sí. Un té estaría bien –Pidió.

Thibaut fue a la cocina, tomó una bolsita de manzanilla de uno de los gabinetes de la pared y la puso en una taza con agua, que después metió al microondas para que se calentara.

Su mente daba mil vueltas. ¿Qué hacía Ilka en Londres? Sintió cómo palideció con el hecho de pensar que tal vez estaba embarazada, pero eso era mil veces mejor que algo grave.

El pitido del microondas sonó. Thibaut sacó la taza caliente y la llevó hasta Ilka, quien observaba las manecillas del reloj completamente embobada.

–Toma –Le pasó la taza con cuidado debido al calor.

–Gracias –Sopló al vapor que emanaba de esta.

El silencio se hizo incómodo a los pocos segundos transcurridos, ni siquiera cuando se conocieron habían sentido tanta tensión en el momento.

Tibu –Ilka lo llamó por el apodo que ella misma le había puesto–. No solo vine a verte, sino también a hablar sobre nosotros.

–¿Hablar? –Thibaut no comprendía de qué quería hablar.

–Nos hemos dejado de ver durante semanas, no hablamos seguido, y hasta creo que ya no tienes la misma necesidad de verme como antes. –Se mordió el labio–. ¿Qué pasa?

Él suspiró. Sabía que iba a llegar el momento en que ella se diera cuenta y explotara sobre la situación.

–No pasa nada –Mintió–. Es solo que el trabajo y la vida aquí es un poco más complicada. Hemos sabido sobrellevar esto antes, Ilka. Todo es pasajero.

Ella no estaba tan segura que fuera pasajero. Sí, habían tenido problemas por la distancia antes, pero los habían resuelto sin enfrentarse como lo estaban haciendo en esos instantes, además Thibaut jamás había tomado esa actitud.

–¿Te estás alejando voluntariamente de esto? –Ilka preguntó directamente–. ¿Romperás este amor, Tibu? Porque si te irás, hazlo, pero sé sincero.

Ilka estaba llevando sus palabras a los extremos. Él no deseaba terminar su relación y mucho menos marcharse de su vida así porque sí.

–No, Ilka. No es eso.

Tenía tiempo que los planes en su mente no lo dejaban ni siquiera dormir, pero aún era muy pronto para tomar una decisión permanente y planteársela a ella, sin embargo estaba seguro de lo que iba a hacer, pero no quería asustarla.

–¿Entonces? –Su voz sonaba delgada–. Estoy cansada de tu barrera entre nosotros. No sé qué es lo que pasa, no tengo idea de qué he hecho para que me castigues de esta forma, pero aquí es donde mi corazón se rinde. No aguantaré seguir con esta situación si no me dices qué es lo que está pasando.

Thibaut agachó la cabeza. La tenía en una incertidumbre, y pensó que no le afectaría tanto, pero ella se sentía abandonada por él.

–Ilka. Quiero hablar contigo.

Se había sentido muy valiente hasta el momento que él dijo que debía hablar con ella. Era mejor que se esperara lo peor para sufrir menos.

–Sígueme –Thibaut caminó en dirección a su habitación.

El hecho de estar los dos en el cuarto de Thibaut, la hacía temblar. La última vez que habían tenido intimidad había sido en esa misma recámara, y se avergonzaba por reconocerlo, pero se moría de ganas por estar con su novio y dejar todo atrás.

Él abrió uno de los cajones de las mesas de noche. Tomó una bolsa roja de él y la puso sobre la cama. Ninguno de los dos habló y miraron directamente a la pequeña bolsa encima del cobertor.

–¿Qué es eso? –Ilka tenía miedo de la respuesta.

–El motivo de nuestras desgracias –Bromeó.

Ilka agarró la bolsa y sacó una pequeña caja de su interior. Si era lo que se estaba imaginando, probablemente se desmayaría frente a él. Thibaut tomó la caja y la abrió. En su interior había un anillo de compromiso que de inmediato llamó la atención de Ilka.

–Hace tiempo hablé conmigo mismo. Llegué a la conclusión de que a pesar de que ambos somos jóvenes, quisiera pasar toda mi vida a tu lado. Pero luego me entró el miedo de si era lo que tú también querías, pero no me atrevía a hablarte sobre esto, y sin darme cuenta ya me había alejado de ti, haciéndote sentir sola.

Ilka se sentía culpable de haberlo acusado de todo, menos de amarla. –Creo que te debo una disculpa –Se sentía apenada después de todo.

–La disculpa puede esperar. ¿Qué tal si te casas conmigo? No ahora, pero sí en un futuro.

Ilka no puedo hacer otra cosa más que lanzarse a sus brazos y besarlo en toda la cara. Claro que aceptaba. Thibaut era el amor de su vida y no iba a negarse a tremenda propuesta.

Entre canchas y amores - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora