Max Meyer: Perdición

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¿Qué podía ser peor además de ser un alcohólico desempleado que había perdido su carrera como un brillante futbolista y se había dedicado a destruir su vida cada día que pasaba?

Max recorrió las cortinas de la ventana de su cuarto y entrecerró los ojos cuando los intensos rayos del sol de mediodía le calaron justo en el rostro. En esos momentos, la luz le molestaba más que la resaca que traía encima, de todos modos, ésta ya formaba parte de su ser pues vivía con ella desde los últimos dos años.

Colocó una mano en forma de visera en su frente y pudo divisar la solitaria calle del exterior. Permaneció así unos minutos más mientras veía a la nada pero pensaba en todo. Suspiró pesadamente y regresó a la cama. Tapó su cara con una almohada y unos sollozos salieron debajo de esta. ¿En qué momento su vida se había ido a la basura? ¿Cómo había dejado que eso pudiera más que él? ¿Dónde quedó el Max Meyer que tenía el mundo a sus pies y creía que iba a conquistarlo?

Las mismas incógnitas rondaban en su cabeza cada mañana al despertar después de darse cuenta de todo lo que había hecho la noche anterior. Era un completo perdedor. Lo sabía de sobra pero ya no podía hacer nada para revertirlo. No tenía motivos para hacerlo y tampoco ganas para seguir.

Limpió las lágrimas que habían rodado por sus mejillas y salió de su habitación. Su casa era un completo desastre al igual que él. El piso de la sala y la cocina estaba lleno de latas de cervezas y había algunos vidrios de botellas también esparcidos. No tenía idea de cuántos días tenía sin limpiar su hogar y en verdad necesitaba hacerlo ya que el olor del alcohol comenzaba a descomponerse en el aire pero no quería que nadie entrara a su guarida, ni siquiera su familia. Solo la quería a ella pero sabía que era algo imposible.


El reconocido jugador del FC Schalke 04, Max Meyer parecía haberse alejado de los escándalos después de comenzar a salir con Alena Fux, una tenista amateur que seguía siendo una chica normal sin nada de fama. Sus noches de parranda y mujeres diferentes cada día en su cama se habían terminado en el momento que su actual novia, se le cruzó por el camino.

Sin embargo, Max se había topado con la horma de sus zapatos. Alena era distinta a las chicas a las cuales él estaba acostumbrado. No era una modelo y mucho menos una socialité, simplemente era una chica que estaba en busca de su sueño, así como él algún día lo había hecho.

Ella tenía un carácter y una personalidad demasiado fuerte, tanto como para doblegar a Max, su arrogancia y sentimientos, tanto como para haberse metido hasta lo más profundo de su corazón y no salirse de él después de tanto tiempo. Alena había entrado a la vida de Max para hacerla mil veces mejor y cambiar todos aquellos malos hábitos en él, hasta el día de su fatal ruptura. El día en que todo para él llegó a un fin y continuó su camino sin razón aparente.


Con pasos lentos y pesados, Max fue al cuarto de baño, tomó una toalla y la colocó encima del lavamanos. Entró a la ducha, abrió las llaves del agua y sin esperar a que la temperatura del agua fuera la adecuada, dejó que la fría corriente recorriera su cuerpo desnudo. Parecía que siempre buscaba el método para auto castigarse con detalles tan mínimos. Tembló bajo el agua hasta que ésta fue cambiando a cálida de a poco.

Si las personas decían que la ducha servía para reflexionar, a él solamente le servía para recordar a Alena y las ocasiones que disfrutó junto a ella de un baño, y haciendo a un lado el aspecto sexual, compartir esos momentos con ella, terminaban siendo divertidos aunque al final tuvieran que limpiar todo el desastre que habían dejado. Todo lo que hacía terminaba llevándolo a ella y su imagen que por más que siguiera tratando, no podía desechar de su mente.

Entre canchas y amores - One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora