Aurora.
Los ojos de Aren coinciden con los míos, no deja de mirarme después de haber soltado las palabras que simplemente solté como si nada.
—Sube —ordena mientras se hace a un lado y sus ojos se pierden en las personas detrás que siguen tomando fotografías de ambos.
No me opongo a su orden y solo me monto al auto, escucho como los flashes siguen sonando y finalmente sube él también.
La puerta es cerrada con ambos ya arriba, el silencio gobierna y después de algunos segundos el auto comienza a moverse.
—¿Qué ha sido eso? —el silencio se rompe finalmente con la voz de Aren.
Juego con mis dedos nerviosa.
—Un beso —respondo en voz baja.
Escucho como suspira lenta y pesadamente.
—No me refiero a...
—¿Lo hice mal? —pregunto interrumpiendo y mirándolo finalmente.
Sus ojos avellana van hasta mí también. Me mira, la sorpresa inunda en sus ojos.
—¿Qué? —pregunta ciertamente desconcertado—. No, yo... —guarda silencio— quiero decir... no... no es eso.
Mirar a Aren tartamudeante me hace elevar una ceja.
—Quiero decir, me besaste frente a todos los reporteros —aclara—. ¿Por qué?
Su semblante serio regresa mientras espera una respuesta.
—Acepto el trato que me ofreciste horas atrás —respondo en un hilo sabiendo que no tengo opción alguna—. Sé que dije que prefería estar afuera de todo esto pero he cambiado de opinión.
La imagen de mi padre regresa a mi cabeza.
—¿Aceptas? —pregunta incrédulo.
Asiento al mismo tiempo que trago saliva.
—Pero tengo algunas condiciones —confieso antes de que pueda hacer o decir algo más.
La confusión no abandona su rostro, la curiosidad se asoma en cada parte de sus ojos.
—¿Cuánto dinero quieres? —pregunta.
Lo miro, con todo esto parecerá que lo único que quiero es su dinero pero ambos sabemos que si por mi fuese seguramente hasta gratis lo haría.
—Mi padre está en el hospital —comienzo, siento como un nudo en mi garganta vuelve a formarse—. Tiene que ser intervenido de emergencia.
Aren no deja de mirarme conforme hablo.
—Sé que pensarás que soy una interesada y que solo quiero tu dinero —no puedo evitar que mis ojos se llenen de lágrimas—, pero me conoces, sabes que jamás intentaría aprovecharme de una situación así —poco a poco las lágrimas comienzan a mojar mis mejillas—. Mi padre lo es todo para mí y el solo imaginar que puede quedarse postrado a una cama o una silla de ruedas toda su vida me mata en vida —no se supone que deba quebrarme frente a mi jefe.
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Falsamente tuya
RomanceUn contrato inicia la travesía del famoso y más importante magnate de New York. Aren Russell está acostumbrado a una vida llena de lujos, poder, respeto y dinero, mucho dinero. Un magnate que lidera la lista de Forbes y que lo único que le preocupa...