Capítulo 16: ATENCIONES

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Aurora

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Aurora.

¿Cuándo fue la última vez que alguien hizo algo por mí como lo que Aren hizo hoy? Ni siquiera lo recuerdo.

No puedo medir la felicidad en mi pecho ni la manera en que mi ser se siente ahora mismo.

Miro los cuadros que Aren y yo hemos pintado, todo se pinta de rosa a mi alrededor.

Me siento tan bien y feliz ahora mismo que siento que nada puede hacer que la sonrisa se borre de mi rostro o que la felicidad se acabe.

El auto de Aren se detiene afuera de mi casa. Es más de media noche.

Ambos nos mantenemos en silencio mientras el auto se apaga.

Finalmente, abro la boca liberando un par de palabras que no son más que necesarias para decir justo lo que quiero expresar ahora mismo.

—Muchas gracias, Aren —sé que estas palabras pueden ser muy planas y comunes pero salen de mi boca con sinceridad, tal como siempre.

El magnate gira a mirarme, sus ojos marrones coinciden con los míos y una sonrisa se pinta en sus labios.

—No ha sido nada —responde.

Ambos seguimos dentro el auto, los dos con nuestras mismas ropas elegantes de nuestra fiesta de compromiso, misma de la que escapamos.

—Nuestra fiesta... —comienzo.

Aren niega antes de hablar e interrumpiendo mis palabras también.

—La fiesta de compromiso no importa ahora mismo, Aurora —responde.

Siento como mi ceño se frunce.

—¿No importa lo que diga la gente? —pregunto—. No creo que haya sido muy buena idea irnos de nuestra propia fiesta.

—La gente siempre hablará —agrega—. Hagamos lo que hagamos y digamos lo que digamos, siempre lo hará. Así hagamos cosas buenas o malas, la habladuría siempre estará.

Levanta sus hombros con desinterés.

—Cher debe estar como loca —hablo de nuevo. Ambos reímos mientras el castaño niega.

—Cher ama nuestra faceta de pareja enamorada —comienza—. Seguramente estará contenta de saber que decidimos ser felices e irnos.

—Tus socios... —intento hablar de nuevo.

—Aurora —interrumpe—. No me importa lo que suceda con el resto, no me importa lo que suceda con aquella gente que no me importa —agrega—. No te lamentes, no te preocupes y no pongas al resto antes que a ti misma.

Muerdo mi labio inferior.

—¿No te aburriste? —pregunto en un susurro con temor de la que sea su respuesta.

—¿Aburrirme? —pregunta con una ceja elevada—. ¿Bromeas? —lo miro con atención.

—Bueno, nada de lo que hicimos hoy es algo que un magnate tan importante como tú haría —excuso.

Falsamente tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora