Un contrato inicia la travesía del famoso y más importante magnate de New York.
Aren Russell está acostumbrado a una vida llena de lujos, poder, respeto y dinero, mucho dinero. Un magnate que lidera la lista de Forbes y que lo único que le preocupa...
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Año 2024.
Insípido magnate.
Dos años. Wow, estoy completamente asombrada de que he logrado sobrevivir a dos años sin ti cuando en el pasado no veía una vida que no fuera contigo. Estoy demasiado orgullosa de mí misma, si me lo preguntas.
Creo que la Aurora del pasado no podría vivir ni un solo segundo sin ti a su lado y ahora, la nueva Aurora puede vivir sintiéndose completa aún cuando no te tiene con ella.
En esto dos años han pasado tantas cosas que me hacen mirar de nuevo al pasado para sonreír, sonreír por todo el camino que he recorrido sola, sonreír por todo lo que he logrado y que antes veía imposible, sonreír por darme cuenta que la felicidad sí existe y que no necesitamos del resto para poder ser felices. Por años viví engañada creyendo que mi felicidad dependía de las personas a mi alrededor, de las personas a las que yo quería pero ahora me doy cuenta que no es así, soy feliz conmigo misma, soy feliz por rodearme de personas que me hacen feliz. Estoy muy feliz.
No ha pasado un solo día en que no te extrañe, pienso en ti muy a menudo y sonrío cada que los recuerdos que tenemos juntos vienen a mi mente. Suelo ir al Central Park todas las tardes, me gusta mirar el atardecer y comer comida chatarra sentada en una de las bancas del parque, cada que hago esto recuerdo las tardes contigo y lo bien que la pasábamos juntos, recuerdo nuestro picnic o el día que encontramos a Copito. El día que patinamos sobre hielo, recuerdo todo momento a tu lado y no puedo no sonreír cuando esos recuerdos se hacen presentes en mi nueva vida.
Mi psicóloga me ha felicitado pues definitivamente ya no soy la mujer frágil, débil y temerosa que llegó aquel día a su consultorio. Ya no soy la mujer que no podía ni pronunciar palabra o la mujer que no dejaba de llenar sus ojos de lágrimas por el temor. Me ha felicitado por mi progreso y por ser constante, por no dejarme vencer y sobretodo por amarme lo suficiente como para ponerme de prioridad y sanar. Sus palabras me han hecho sonreír y lo primero que pensé fue en escribirte a ti para hacerte saber que he logrado dar un paso más. Estoy orgullosa de mí.
Los días grises han dejado de existir, claro, es normal que a veces sintamos de nuevo tristeza, pánico, temor, es válido que tengamos días malos. Así como también es necesario saber que cuando los días malos vienen no es porque nuestro progreso vaya a destruirse, los días malos en realidad no son tan malos, he aprendido a verlos como días en donde me permito sentir, días donde me permito llorar, en donde me permito procesar las cosas. Los días malos me han ayudado a sanar también porque sin las lágrimas y el dolor entonces no estaría donde estoy ahora.
He aprendido a amar mis emociones, quererlas, sentirlas y procesarlas, sean positivas o negativas, he aprendido que el perdón hacia mí misma es importante y que no debo vivir en una constante guerra en donde me menosprecio y daño.
