Capítulo 11: MI PROMETIDO

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Aurora

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Aurora.

Miro la puerta de la habitación de mi padre en el hospital. Después de pasar la tarde entera con la familia de Aren finalmente había tenido la oportunidad de venir a ver a mi padre.

Aunque, realmente fue una parte de mí la que me dijo que no podía dejar pasar esto por más tiempo.

Tomo aire lentamente mientras tomo la perilla hasta que finalmente parece que tengo el valor suficiente para adentrarme, eso hago. Lo primero que veo una vez me adentro a la habitación es a mi familia reunida aquí.

Mis hermanas, mi madre y mi padre quien claramente sigue en cama.

—Hola —susurro mientras cierro la puerta detrás de mí.

—¿Te quedas con papá? —pregunta Maeve—. Iremos por algo de comer.

Asiento con la cabeza, mis hermanas salen de la habitación dejando aquí únicamente a mis padres.

Mi madre me mira pero aleja su mirada al instante mientras se concentra en lo que parece ser un suéter, mismo que teje.

Camino con cautela hasta uno de los sofás aquí en donde dejo mi bolso.

—¿Cómo te sientes, papá? —pregunto después de algunos minutos. Me acerco tenuemente a su cama.

Los ojos avellana de mi padre dejan de mirar el televisor para mirarme a mí ahora.

—Mejor —responde cortante.

La expresión en su rostro me deja saber que está molesto y sé que no es para menos.

—¿Podemos hablar? —pregunto en un susurro.

No deja de mirarme y siento que mis piernas tiemblan.

—No sé, tú dime —responde—. ¿Quieres hablar conmigo?

Su voz seca y dura hace que mi ser se contraiga, un nudo se cuela en mi garganta y mi pecho se tensa.

Siento como mis ojos se cristalizan y solo alejo la mirada hasta la ventana aquí.

—No me rechaces —la voz me sale en un hilo tartamudeante—. Todo el mundo lo está haciendo pero el único rechazo que puede terminar conmigo es el tuyo.

Giro a mirarlo lentamente, siento como las lágrimas siguen acumulándose en mis ojos porque no miento al decir que la única persona que puede quebrarme por completo es él.

Veo como traga saliva.

—¿Cuánto tiempo lo has ocultado? —pregunta.

—Es una historia larga —susurro en respuesta.

—No me pidas que regrese mi confianza en ti si sigues mintiendo, Aurora —comienza, sus palabras rompen una a una mis barreras—. Sales con tu jefe, todo New York lo sabe y al parecer somos los últimos en enterarnos.

Falsamente tuyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora