CHAPTER 03.

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Xiao Zhan apenas iba a abrir sus labios para decir algo conforme al musito que Wang YiBo había dado casi a la nada. Sin embargo, quedó más que en el aire.

El Alfa deshizo el abrazo, tomándolo de la muñeca para hacerlos levantarse, y alzar la mano del menor. —¡Ladrón!

El último lo miró con sorpresa y la boca abierta. —¿Qué?

Wang YiBo, viendo que ya tenía la atención de la mayoría de pasajeros, tiró de Xiao Zhan con la misma fuerza hasta quedar cerca del conductor, así para entrar a su debido sitio; al costado.

—¡Hermano! ¡Este chico robó mi billetera! ¡Tengo cosas importantes en ella!

—¿¡De qué estás hablando!? ¡Y-Yo no te robé nada!

No lo miraba del todo, se dedicaba a ejercer la fuerza necesaria para que, pese a todos los jalones que el Omega hacía, no pudiera soltarlo por nada del mundo. Éste hablaba, negando a toda costa lo que claramente no había hecho; no obstante, el conductor, dado que aún estaban detenidos, lo miraba con vacilo por cada que le movía la cabeza frenéticamente, con expresión desesperada.

—¡Por favor! ¡Abre la puerta, déjanos salir! ¡Tengo que recuperarlo e ir al trabajo, y sin embargo está reacío a devolvermelo!

—¡Haz lo que quieras! Aquí dentro hay cámaras. ¡Suéltame! ¡Me estás lástimando!— Exclamó fuerte, agarrando con su otra mano la de Wang para intentar quitarla de esa forma.

No lo logró; en su cara de pronto se coló la confusión cuándo vió al más alto verlo con angustia extrema, ojos súplicantes y negando lento pero certero, sin decirle nada.

—¡Acaba de aceptarlo! Por favor, déjame bajar para ir a la comisaría con él. Abre la puerta.— El miedo llegó; las vibraciones en sus pies volvíeron. —No tengo tanto tiempo.

Uno de los hombres que se cernía cerca de donde estaban, interfirió. —Chico, la más cercana está en la próxima parada, sólo espera un poco más.

—¡No podemos!— Vió de reojo el reloj automático del transporte, y sólo faltaban siete minutos. Xiao Zhan no ponía de su parte tampoco. —Por favor, sólo déjame bajar a mí entonces.

—Sólo abra la puerta, no perdamos más tiempo. No se distraiga.

Los pasajeros volvían a intercalarse en la situación, dando presión al chófer hasta que lo vió empezar a vacilar cada vez más gracias a las habladurías que los restantes daban. El punto en el que lo notó suspirar de resignación llegó, así que internamente asentia en delirio.

Pese a esto, aún no soltaba a Xiao Zhan. Así que al momento en que las puertas se abrieron, no hizo por dejarlo, si no que tiró de él. Sin embargo, la fuerza necesaria en el empuje no fue dada, por lo que el pelinegro, al mantenerse firme en su lugar, logró formular que el agarre se disipara.

El mismo se tomó del barrote a su lado al instante de ver a Wang YiBo regresar a verlo con súplica. Desvió su mirada, aún con esa extrañeza carcomiéndolo.

YiBo caminó más, quedando de espaldas a la parte interior del metro. Más el hecho de sentir un par de miradas sobre él le hicieron girarse de nueva cuenta para ver a A-Zhan con la vista en el suelo, mientras que detenía con presión las puertas volviendo a cerrarse hasta hacerlas regresar.

—Bájate conmigo.

—No te hice nada. ¿Por qué debería bajarme también?

—Xiao Zhan, baja, por favor.— Rogó a más no poder, extendiendo sus brazos a sus lados para detener nuevamente las cerraduras.

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