CHAPTER 09.

240 50 7
                                    

Ahora sí que no sabían que hacer. Pese a qué al final sólo les restaban un par de horas para que diera la maldita media noche para que todo se reiniciara, habiendo creado la mayor parte de sus apróximadas acciones, y de que la policía nunca logró contactarlos, la inquietud comenzaba a crecer en su interior.

Había sido un error haber pasado ese día en varios establecimientos, que cuándo cierta hora llegó, ya no tenían a dónde ir. Ciertamente el dinero era el problema actual a la vista de YiBo, pero si lo consideraba tan bien, al final no importaba en lugar en que se quedaran, terminarían por despertar de nuevo en ese lugar otra vez.

—Vienen de nuevo.— Zhan esbozó con tono cansado, levantándose de su asiento cuándo vió venir a dos de los encargados de uno de los últimos cafés a los que entraron. —Vámonos, no espéremos a que nos saquen otra vez.

Wang YiBo entreabrió sus labios para decir algo, pero se calló al ver la expresión que Xiao Zhan tenía en la cara, pidiendo sólo con ello su partida para no crear un problema innecesario en ese instante.

—De acuerdo.— Acató. Sus manos se entrelazaron para que se diera la vuelta hacía el personal que los miraban casi para ir con ellos. Inclinó su cabeza, antes de salir.

Caminaron a paso relantizado sin inmutarse para nada en el hecho de que ya no había ninguna persona en esa ancha acera de la calle. Aunque era iluminada, el vacilo ajeno de estar completamente solos,  y que así iban a volver, incrementaba.

—Wang YiBo, ¿Alguna vez podrías escucharme por completo?

—No debería.— Dijo, soltando sus manos como final. Ahí corrigió su hablar. —No deberíamos.

—¿Qué cosa?

—Esto.— Inquirió. —Yo no debería escucharte nada, y tú tampoco deberías explicármelo.

—¿Por qué no?— Cuestionó. Sus ojos se cerraron en un punto por un corto y casi imperceptible malestar en su vientre, así que su palma se posó sobre éste en instinto. —Siempre es por lo mismo, ¿Tengo razón?

—No quiero repetirlo, Zhan.— Formuló en tono suave. Sin embargo, puso sus ojos en la tierna curvatura del abdomen de su nombrado, y gradualmente, lo señaló con su propia mirada. —No quiero lástimarte diciéndote todo lo que siento en su respecto. Sabes que mi respuesta es siempre no.

Xiao Zhan soltó una risa de ironía por enésima vez en el día. —Tú me hieres más al no querer hablarlo. ¿Lo sabes? No demuestras ni un poco de interés ni siquiera porque sabes que lo que te he dicho es... la verdad.

—Xiao...— No terminó en su apojeo, la vista de ver las patrullas pasando del Centro de Investigación que ya conocían muy bien le causaron sellar sus labios al momento, entrándole todos los nervios de su totalidad. —Vámonos.

—¿Qué pasa?— Estaba de espaldas, por lo que él no podía ver a los oficiales ingresando al café en el que antes estuvieron.

—Los policías están aquí. Nos buscan porque no pueden rastrearnos.— Lo sujetó de la muñeca, tirando de él para llevárselo consigo. —Por favor, trata de tomar mi paso.

Lo hizo, por supuesto. Trotaban, pero cómo  no existían sitios en su próximidad que pudieran disimular sus presencias, Wang YiBo culminó por recrearse mil veces en su cabeza la única manera en qué quizá podrían pasar aún más desapercibidos hasta la media noche, o hasta qué durmieran.

Lo jaló hasta uno de los costados del alto y alargado macetero que era el menos iluminado de ahí, obligando casimente a Xiao Zhan a sentarse ahí para después juntar sus cuerpos en esa posición.

Stuck In Time. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora