CHAPTER 04.

311 55 2
                                    

—Wang YiBo, ¿Cuánto tiempo tenemos?

—Sólo diez minutos.

Xiao Zhan se congeló. Era muy poco si consideraba todo lo que tenían que hacer para lograr bajarse por esa más que estúpida regla que justo en esa situación debía haber. Pero ésta vez no estaba del todo seguro en sí deberían bajarse, o impedir la explosión.

Claro, la segunda opción parecía ser la cosa más absurda en la que debían entrometerse, pero ahora el simple hecho de actuar con cobardía y bajarse lo era aún más. Así que ambos estaban en un lío total en medio del pase rápido del tiempo; el cuál no debían perder.

El Omega fue quien dió un brinco leve en su lugar cuándo las breves pero altas exclamaciones de la femina de unos asientos más adelante, tal cómo en el ciclo anterior; exactamente los mismos reproches y tono.

—¿Ahora me crees?

—Lo hice desde antes.— Murmuró. Después, en un acto ímpetuoso, agarró la mano de YiBo para alzarla y poder ver la hora. —Has estado más reinicios aquí, ¿Qué ha pasado en ellos para que esto explote? ¿Qué tenemos que hacer?

—Éste metro choca con otro a las 12:21.— Respondió rápido. —Bájemos de nuevo.

—¿Qué?— Cuestionó, frunciendo el ceño, pero eventualmente lo suavizó al formarse en cambio en algo dudoso y preocupado. —¿Y sí intentamos que no suceda?

Estaban perdiendo tiempo, pero era necesario ahí que pudieran reunir algún tipo de solución mental para que lograran por lo menos intentar algo. Por supuesto, ninguno tenía idea de los ciclos eran infinitos y dado a eso un temor los invadía por dejar ir más segundos, los que en ese instante eran oro.

—¿Cómo piensas que lo hagamos? En los ciclos anteriores apenas pude hacer que nos abriera la puerta para bajar.

—Distrayéndolo.— Musitó, acercándose para poder estar más juntos y que la altitud no fuera tanta. —No podemos advertirle de una vez por todas porque van a sospechar. Distrayéndolo en su lugar por un rato es lo más víable, y justo antes de que el metro se acerque, hacerlo para que las vías se desvíen.

Una confusión se impregno en el Alfa con el último comentario. —¿Eso se puede?

—Pues sí; todos estos transportes tienen una palanca de emergencia para poder desvíar su camino principal a otro por cualquier cosa que suceda. Si tenemos suerte, puede usarla.

Para cuándo habían terminado de hablar, ya faltaban cinco minutos para la explosión. Mientras Xiao Zhan se quedaba brevemente en su lugar para dejar que el castaño se levantara primero para poder comenzar, el metro comenzaba a volver a avanzar, alejándose de aquella Estación.

Cuándo Zhan miró la hora una vez más, asintió al antónimo. Éste rápidamente fue a paso rápido a más adelante, en el sitio donde las próximas estaciones estaban grabadas en el cristal.

—¡La próxima parada es Main Jian! ¿No sabes leer? ¡Tu lugar de bajada se pasó, no puedes culparme!

Eso fue suficiente para llamar la atención de los pasajeros. Algunos los miraban con confusión y otros con cara estóica, cómo si su teatro fuera algo a lo que debían entrometerse con importancia, solamente prestando atención a sus movimientos.

El pelinegro se paró también, señalándolo. —¡Estaba dormido! ¿Por qué no me hablaste si lo viste? ¡Nos retrasaremos por tu culpa! ¿Y sí no se me permite bajar?

—¿¡Mi culpa!?— Exclamó. Tomó aire en lo que se encaminaba al menor para entrelazar sus manos y así poder iniciar más a fondo, llevándolo a paso incrementado en velocidad al área del chofer. —¡Hermano! ¿Podemos bajarnos en Main Jian?

Stuck In Time. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora