Capítulo 8.

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Pov Avery.

Toda mi cabeza estaba hecha un desastre, aún estaba sorprendida por todo lo que había pasado con el idiota de Dorian fuera del restaurante, nunca lo había visto tan enojado y mucho menos me imaginé que él fuera capaz de llegar hasta donde me encontraba con Aria y Mason, pero lo que más me tenía aún más desconcertada, era que apareciera Nicholas de la nada, admito que fue una gran sorpresa que me defendiera del idiota de Dorian sin yo habérselo pedido, él había llegado en un momento exacto antes de que ese idiota de mi exnovio me hiciera algo.

Entre a paso lento hasta al apartamento, deje mi bolso sobre la isla y serví una copa de vino, mi cuerpo estaba cansado y me encontraba bastante estresada por el comportamiento celoso y obsesivo de Dorian, siempre tuvimos problemas por eso mismo, puesto que cuando éramos novios me celaba con todo, hasta con mi propio hermano por lo que cuando terminamos me alegré un poco de que esos problemas se acabaran.

Después de terminar mi copa, la dejé a un lado de la mesa, decidí cambiar mi vestido por una pijama, mañana era martes y sería un día bastante ajetreado, tenía algunas juntas con unos clientes de Seattle los cuales venían a renovar unos contratos de la empresa, para mi suerte tenía a mi secretaria para ponerme todo al día, Charlotte era de gran ayuda porque era quien acomodaba mi agenda durante todo el mes, así todo estaba organizado con cada cosa que tenía que hacer, saque mi laptop y la puse sobre la mesa mientras respondía algunos emails de la empresa.

Martes.

El día se iluminó con el sol entrando por las ventanas, me estiré un poco para soltar un bostezo, era bastante perezosa y hacía algo de maña para poder levantarme de la cama, siempre tuve esa manía desde niña y muchas veces mi mamá me regañaba por lo mismo, pues llegaba tarde a la escuela, solté una leve sonrisa al recordar mi niñez mientas caminaba hasta el baño, me aliste lo más rápido que pude y prepare algo de desayuno, mire el reloj en mi muñeca y este marcaba las 7:50 A.M., normalmente siempre llegaba más tarde que de costumbre a trabajar, aunque trataba de ser bastante puntual con la entrada porque debía dar ejemplo a los empleados.

Baje hasta el estacionamiento y emprendí camino hasta llegar al edificio de Industrias Harrison, la oficina estaba bastante movida porque teníamos mucho trabajo más en esta época del año, camine hasta la oficina con Charlotte, tras de mí explicándome la agenda, deje mi bolso sobre el escritorio y acomode mi abrigo en el perchero, me senté en la silla y prendí el ordenador.

—Srta. Huddson, hoy tenemos la cita con el Sr. McMillian de la revista Seniors, nos espera en el restaurante a las 12:30 P.M. con su esposa —me miro unos segundos Charlotte, solo pude verla y brindarle una sonrisa; —luego tenemos la cita en la empresa con unos inversionistas en la tarde que vienen de Londres —terminó mirando su agenda.

—Gracias, Charlotte, puedes retirarte —asentí mientras comenzaba a teclear en el ordenador.

Ella asintió y salió de la oficina, dejándome completamente sola, comencé a redactar informes que debía entregar al departamento de recursos, la mañana se fue bastante rápido mientras yo estaba hundida en mis pensamientos y redactando esos dichosos informes para entregarlos, mire el reloj en mi muñeca y eran las 12:00 P.M., tome mis cosas y salí directo al piso, Charlotte se acercó a mí y me miro con una sonrisa.

—Charlotte toma tus cosas, nos vamos —espeté mirando mi reloj nuevamente; —tenemos nada más media hora para llegar al restaurante —asentí con un poco de seriedad.

—Si jefa, tomo mi bolso y nos vamos —asintió ella levemente tomando sus cosas.

Bajamos por el elevador hasta el estacionamiento y emprendimos camino, una vez llegamos, estacione a un lado de la calle y bajamos, entramos y a lo lejos pudimos ver a una pareja que nos saludaba alegremente, nos acercamos a ellos y el señor me brindo una sonrisa, ambos no eran muy viejos, pero tampoco tenían mi edad.

TENTANDO AL MAGNATE©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora