Capítulo 2.

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Pov Avery.

Cuando la gala terminó decidí marcharme a casa, eran más de las 3:00 de la mañana por lo que estaba bastante casada, Mason dejaría a Aria en su casa, así yo no tendría que desviarme del camino, conduje hasta llegar a mi edificio y estacione el auto en el parqueadero, baje con mis pies arrastrando el suelo del cansancio que tenía hasta llegar al elevador.

Mi celular comenzó a sonar con un número desconocido por lo que decidí no contestar, además no sabía quién marcaba a estas horas de la madrugada, quite los tacones de mis pies y mire el contestador, no había ningún mensaje nuevo por lo que bufé un poco.

—Genial, otro día que no se acuerdan de mí —rechisté molesta; —aunque no me interesa si no me hablan —negué para mí desinteresada.

Entre a mi habitación y cambié mi vestido por una pijama suelta, tome un pote de helado, me acerque al televisor y prendí este para ver algo, estaba pasando una película romántica, aplane mis labios en una fina línea y abrí el helado, no es que haya vuelto una amargada después de haber terminado con el idiota de Dorian, solo creía que la vida real no es como en las novelas o las películas románticas, estas solo demostraba la parte linda del amor más no el dolor que este puede llegar a ocasionar.

Mire la pantalla en donde el chico se le declaraba a la chica y se besaban, realmente me parecía muy lindo tener una historia de amor en donde una se enamora y no tuviera miedo a que le rompieran el corazón, pero vamos, eso es imposible, siempre habrá un idiota que nos rompa el corazón en miles de pedazos.

Comí un poco de helado mientras veía la película, cuando terminó la dichosa película deje el pote en la nevera nuevamente, eran casi las 5:00 de la mañana, así que estaba un poco cansada, hoy apenas era sábado, un día sin tener que trabajar ni complicarme la vida, cepille mis dientes mientras aún pensaba en lo que había pasado en la fiesta con aquel misterioso hombre de los ojos azules más cautivadores que he visto en mi vida.

—Vamos Avery, deja de ser tan tonta —me regañe a mí misma; —piensas en un hombre que ni siquiera conoces y que aparte debe tener novia —bufé poniendo los ojos al cielo.

Me acomodé mejor para poder intentar dormir, aunque fue una lucha conciliar el sueño, lo logré al fin, caí rápidamente en los brazos de Morfeo.

El sol iluminó mi habitación, me moví un poco y me desperté por fin, coloque ambas manos en mi rostro por la pereza que tenía, mire el reloj en mi mesa de noche y eran casi las 3:00 de la tarde, mire mi teléfono y tenía dos llamadas perdidas de Aria, le devolví la llamada y no tardó mucho en contestar.

—Vaya, hasta que por fin apareces Avery —bufo riendo; —te buscaba para decirte que ya sé cuál es el nombre de tu misterioso galán —añadió suspirando.

—¿Cómo supiste su nombre? —cuestionó frunciendo el ceño sentándome en la cama.

—Gracias a que tu bombón es un magnate de los negocios de todo Boston —comentó riendo; —y por ende su nombre está en una de las revistas de Poise, se llama Nicholas Remington y es el heredero de una de las cadenas chocolateras más importantes de todo Estados Unidos —grito con algo de entusiasmo.

—Así que su nombre es Nicholas —murmure para mí; —como sea Aria, igual debe tener novia y no me quiero imaginar el montón de mujeres que deben estar tras él —negué para mí misma.

—No se le ha visto con alguna chica desde hace más de dos años, Avery esta es tu oportunidad de poder conocer al amor de tu vida, por fin después de todo lo que sufriste por el idiota de tu exnovio —escuché cómo aplaudió como niña pequeña del otro lado de la línea.

—Es mejor no hacerme ilusiones, no quiero tener que pasar por lo mismo que pase con el idiota de Dorian; que por cierto no ha parado de llamarme —confesé molesta.

TENTANDO AL MAGNATE©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora