«El amor consiste en sentir que el ser sagrado late dentro del ser querido».
Platón
(387-347 a. C.).
La cena que Caroline organizó para las amistades en Winchester House era un éxito rotundo. Por suerte se había consolidado como la mejor anfitriona durante varias temporadas seguidas.
Desde el principio del acuerdo ella iba y venía de Stawell House a la mansión de Conrad con total libertad y en cada celebración superaba a la anterior. Además este la trataba frente a todos como si fuese su legítima esposa. Lo único que la molestaba era que una vez al mes viajaba a Plymouth y que nunca quería que lo acompañara. Decía que era cosa de hombres y que no deseaba que corriese riesgos innecesarios.
En esos instantes disfrutaban del momento cúlmine de la velada, el de los tan esperados chismorreos. Lady Elizabeth —ahora baronesa de Holland gracias a su segundo marido— seguía siendo la más experta en estas lides y siempre traía los últimos y los más jugosos. Por desgracia solo se refería a los de los demás, pues los suyos hubiesen sido más sustanciosos todavía: se había casado con su amante en el noventa y siete. Él era más joven que ella y habían efectuado la ceremonia solo dos días después de que sir Godfrey se divorciara por haber engendrado un hijo con su actual marido.
—Me temo que lady Emma ha vuelto a las andadas —la dama esbozó una sonrisa triste y continuó—: Es una pena que nuestro finado amigo Walpole ya no esté entre nosotros, porque en esta ocasión el escándalo de Emma Hamilton también lo salpica a él.
—¿Qué ha hecho esta vez? —Lord Robert lanzó una carcajada.
Como era habitual había asistido sin la compañía de la esposa con la esperanza de que Caroline aceptase acostarse con él, pues seguía enamorado de la joven y la rondaba igual que un perro de presa.
El caballero efectuó una pausa, miró en torno a sí y continuó diciendo:
—¿Acaso bailó desnuda en el palacio de Sessa delante de los delegados extranjeros y del rey Fernando de Nápoles? Me temo que a estas alturas nuestro embajador debe de estar muy arrepentido y muy avergonzado de su desigual matrimonio.
—Peor aún, milord. Su última desvergüenza involucra al primo de Walpole, lord Nelson. —Lady Elizabeth se quedó satisfecha cuando apreció la curiosidad en cada mirada.
—¡¿Os referís al héroe, al mismo Horatio Nelson que derrotó a la flota francesa en la Batalla del Nilo?! —Se sorprendió el marqués de Winchester.
—Al mismo. —La aristócrata movió de arriba abajo la cabeza.
—No comprendo qué relación pueda tener nuestro paladín con la infame y advenediza lady Emma —se quejó lord Adam y suspiró—. ¡La hazaña de lord Nelson fue increíble! Después de que Malta cayó en manos de los franceses, él intuyó que la flota enemiga se había ido a Egipto. Y, efectivamente, allí la encontró. Se hallaba protegida por el Orient, un navío de ciento veinte cañones y mil hombres o más. Nelson, haciendo gala de una valentía sin igual, lo atacó y este explotó. A continuación se hundió cerca de la costa de Alejandría. —Realizó una pausa, impresionado—. Mediante fuego cruzado, en una lucha a corta distancia, nuestro superhombre venció a los enemigos. Les hizo perder la flota y dejó al ejército atrapado en el norte de África... Por eso no entiendo vuestra afirmación: ¡¿qué vínculo puede haber entre este oficial naval y la descocada lady Emma?!
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DESTINO DE CORTESANA.
Historical Fiction🔞ATENCIÓN, ESTÁ CATALOGADA COMO MADURA🔞 No había demasiadas opciones en el año 1788 para lady Caroline, baronesa de Stawell, una joven viuda, hermosa y rica. El problema radicaba en que significaba un imán para los cazafortunas de la noble e hipó...