«Oír con los ojos es una de las agudezas del amor».
William Shakespeare
(1564-1616).
No le costó nada hablar con madamoiselle Clermont y que esta aceptase efectuar una sesión exclusiva para dedicársela por entero a John. Se sentía egoísta, quería emplear toda la energía de la bruja en su amado. Y si lord Nigellus volvía a aparecerse a soltarle aberraciones le respondería en consecuencia.
Eligió para el encuentro su dormitorio en Stawell House. Pensó que era el lugar apropiado, pues allí se habían dejado llevar por las tiernas emociones. Unos sirvientes apartaron de su sitio habitual la mesa de madera de ébano, sobre la que habían hecho el amor muchas veces, y la situaron en el medio. En esta oportunidad —más informal— madamoiselle Clermont no la recubrió con ningún mantel y solo colocó sobre ella un grueso velón. Caroline tenía la impresión de que las sombras que se le creaban en el rostro a la otra mujer y que le cambiaban la apariencia, simbolizaban la batalla entre espíritus para determinar cuál de ellos la poseería. Lady Elizabeth tenía razón: la bruja estaba muy desmejorada, sin duda contactar con el otro plano representaba un esfuerzo descomunal.
A continuación se sentaron una junto a la otra sobre cómodas sillas. Justo en el centro se hallaban las cartas de John, el anillo del zafiro azul, el relicario y decenas de pequeños objetos que él le había obsequiado.
—¿Estáis preparada, milady? —inquirió madamoiselle al apreciar que se hallaba muy nerviosa.
—Sí, aunque mi mayor temor es no poder hablar con John —le confesó angustiada.
—No digáis que no podréis, milady, significa tentar al Universo para que vaya en contra de vuestros anhelos y alentar a las fuerzas de la oscuridad —la corrigió y luego la cogió de ambas manos—. Os prometo que hoy hablaréis con vuestro John y que el encuentro será celestial.
Efectuó una pausa y luego pronunció:
—Aquí yacieron los amantes
y compartieron cada instante.
Cruzad el velo, John, y venid aquí,
pues os comunicaréis mejor que desde allí.
Caroline, alentada por el tono enérgico, por la rima infantil y por la seguridad de madamoiselle, cerró los ojos y visualizó a su amigo. El primer recuerdo que le vino a la mente fue el de John apoyándola durante el funeral de su anciano esposo, cuando más desorientada se sentía y más ingenua era. Luego le vinieron a la memoria los jardines de Ranelagh. Rememoró cómo le había descubierto un mundo libre de hipocresía y los desmanes de los hombres que la pretendían. Sonrió al rememorar la visita al club de caballeros y a la casa de la señora Kelly.
—Sí, mi Julieta, yo también os echo de menos.
La entonación no parecía la de John ni olía el aroma a almizcle de su piel, pero le hizo levantar los párpados enseguida porque solo él la llamaba con este nombre. Los rasgos de Clermont habían desaparecido y se hallaban en blanco, igual que un lienzo antes de que el artista esbozara en él un retrato.
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DESTINO DE CORTESANA.
Historical Fiction🔞ATENCIÓN, ESTÁ CATALOGADA COMO MADURA🔞 No había demasiadas opciones en el año 1788 para lady Caroline, baronesa de Stawell, una joven viuda, hermosa y rica. El problema radicaba en que significaba un imán para los cazafortunas de la noble e hipó...