Más reencuentros

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Más Reencuentros




Subió corriendo los escalones que lo separaban de su más querida amiga. Hermione le correspondió olvidándose de todo protocolo, y sin importarle su hermosa vestimenta, bajó corriendo a reunirse a los brazos de Harry.


— No puedo creer que seas tú. —sollozó Hermione sin dejar de estrechar fuertemente al ojiverde, su voz se escuchaba ahogada, conteniendo unas lágrimas de emoción que le era imposible disimular.

— Yo tampoco, se me figura que estoy en un sueño... Pero déjame verte, has cambiado.


Harry se separó tomando a su amiga de las manos para admirarle, realmente le parecía que Hermione era diferente, su ropa era sencilla pero muy elegante, su cabello ahora no estaba nada revuelto, al contrario, le había alaciado y cortado un poco, las facciones de su rostro lucían más suaves y femeninas... sin embargo, cuando la chica le mostró la lengua, apenada por la estudiosa mirada de su amigo, sonrió. Esa mirada dulce, cariñosa, e inteligente, era la misma... era su querida Hermione.


Volvió a abrazarla con fuerza, visiblemente emocionado de tenerla de nuevo a su lado, era como haber recuperado algo perdido y que no sabía cuánto había echado de menos hasta ese momento.


— Dejarían de ser Gryffindor si no fueran tan emotivos. —se burló Draco desde el fondo, en ese momento recibía a su hijo de manos de la elfina. El niño se cobijó en sus brazos, intrigado por ver a su madre abrazada de un extraño.

— Creí que viviendo ya tres años con una, te habrías acostumbrado. —respondió Severus, él también había tomado a Alina en brazos luego de haber quedado sola cuando su padre corrió hacia otra chica... eso no le gustó mucho.


Harry y Hermione se separaron sonriendo. Cariñosamente le limpió un par de lágrimas que finalmente la castaña ya no había podido mantener en su cuerpo, e ignorando los comentarios de sus esposos, bajaron a reunirse con ellos.


— Profesor Snape... —mencionó la castaña con una leve inclinación de cabeza a modo de saludo—... bienvenido a casa.

— Se lo agradezco, Granger.

— Hermione... —intervino Harry apresurándose a colocarse junto a su esposo e hija, y sus ojos verdes mostraron el orgullo que sentía por su familia—... quiero que conozcas a alguien muy especial, su nombre es Alina.


La mirada de Hermione volvió a brillar con intensidad ante la visión de la pequeña niña, se acercó a ella acariciando suavemente su mejilla con el dorso de su mano, pero Alina, luego del primer segundo de curiosidad en que se permitió mirar a la castaña, le esquivó escondiéndose en el cuello de Severus.


— Discúlpala... —pidió Harry apenado por la inusual conducta de su hija—... creo que está algo cohibida.

— No te preocupes, es normal. —respondió comprensiva—. Yo también quiero que conozcas a mi hijo, se llama Billy.


Harry se acercó a donde Draco sostenía a su bebé, peinó con suavidad el cabello tan rubio como su padre, y a diferencia de Alina, el niño reaccionó sonriéndole afectuoso al amigo de sus padres.


— Es hermoso, los felicito a ambos.

— Gracias, Potter... ¿Y ahora qué les parece si pasamos a tomar algo antes de la comida? Después podrán instalarse tranquilamente.


Harry y Severus aceptaron la invitación de Draco, y en pocos minutos se encontraban en una cálida estancia contigua al comedor. Los mayores tomando suaves bebidas aperitivas mientras que a los niños les fueron servidas unas gigantescas malteadas. La primera intención de Alina había sido rechazarla, pero se veían demasiado buenas para eso, y terminó deleitándose de la bebida sentada en la alfombra frente a una chimenea, mirando divertida como Billy saboreaba su malteada directa de un biberón.


— Me parece que terminarán siendo buenos amigos. —comentó Harry al mirarlos, no se dio cuenta que los otros tres adultos dejaron de sonreír por un segundo antes de retomar nuevamente su expresión desenfadada.

— ¿Y piensas ir a ver a Dumbledore? —preguntó Hermione, prefiriendo cambiar de tema.

— Sí, por supuesto, pero primero quiero ir a visitar a los Weasley. —afirmó emocionado—. ¡Me muero por verlos a todos de nuevo!

— Papi, necesito ir al baño. —intervino Alina yendo a pararse frente a Harry.

— ¿Hermione...?

— Hay uno saliendo por esa puerta, al final del pasillo. —le indicó la castaña.


Luego de que Harry saliera con su hija por el lugar señalado. Hermione frunció el ceño mirando hacia su ex profesor.


— ¡No debió traerlo de regreso! —reclamó angustiada—. ¡Fue un error!

— Escuche, Granger, no tengo pensado retener a Harry en contra de su voluntad en ningún lado, y él quiso venir... tiene todo el derecho. —respondió cordial pero firmemente.

— ¡Usted empezó todo y ahora puede arruinarlo!... ¡De nada va a servir el sacrificio de separarnos de él, ahora puede recordar!

— Y si lo hace, entonces estaremos con él. Yo estaré con él.

— No, no creo que sea una buena idea. —afirmó acongojada—. No quiero que Harry recuerde eso... No lo soportaría.

— ¿Cree que no he pensado en eso?... Yo mejor que nadie sé cuánto le va a doler, usted no ha sido la única que se ha sacrificado, Granger, no piense que ha sido fácil mentirle a mi esposo durante tantos años.


Hermione apretó los labios, algo avergonzada por su impetuosidad, pero también manteniendo su postura ante lo que acontecía.


— Por favor, no discutan. —intervino Draco creyendo que había sido suficiente—. Sabemos que no debe haber sido nada fácil para ti, Severus, pero debes entender que Hermione tiene razón en preocuparse... aunque si he de serles sincero, creo que ya va siendo hora de que Potter sepa la verdad y lo asuma.

— Quizá tengas razón, Draco. —aceptó Hermione respirando hondo—. Pero es imposible no temer por su reacción... y si ha sido feliz hasta ahora, no veo el motivo por el cual romperle un buen recuerdo por el más amargo de todos.

— Harry es fuerte... —afirmó Severus más tranquilo—... confío en que podrá superarlo, Granger.

— Usted está pensando en el Harry que conoce, ese que acaba de salir de esta habitación, un joven feliz con una familia perfecta... pero ese no volverá jamás cuando recuerde todo lo que pasó.

— ¿Y el que usted conoció no era fuerte, acaso?

— Sí, lo era... pero no me olvido de cuál era su debilidad, y es precisamente en ese punto donde recibirá el golpe.

— Usted parece haberlo superado... y él era también muy querido por usted.

— Y le confieso, profesor Snape, que a veces envidio la amnesia de Harry.


Severus ya no refutó, la suave inflexión en la voz de la castaña le quitó el valor de proseguir con sus argumentos. Draco pasó un brazo por los hombros de su esposa, ella le sonrió agradecida por esa cariñosa muestra de consuelo. Volvió a respirar profundamente para mirar hacia su ex profesor y sonreírle también. Era mejor no separarse por ninguna discusión, ahora tenían que permanecer unidos por Harry.


Severus entendió la actitud de la chica y curvó un poco sus labios haciéndole ver que le entendía. En realidad le entendía muy bien, había crecido casi como una hermana de Harry, lo normal en ella era querer seguir cuidándolo y protegiéndolo, él también tenía ese sentimiento, aunque de una manera más pasional, y por eso, no iba a estar tranquilo hasta asegurarse de que Harry era feliz por completo.



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