De la mano de Severus
Hermione se acercó tímidamente hacia la puerta, pensó que era mejor dejar sola a la familia, pero Snape, sin mirarla, le hizo una señal para que desistiera de su propósito. La chica se detuvo al instante, sintiendo imposible negarse a una orden de su ex Profesor. Luego de unos segundos en los que Severus miró a Harry abrazando a su hija, fue él quien abandonó el lugar.
Harry se permitió un instante para mirar la puerta cerrada antes de volver a poner toda su atención a la pequeña que le miraba intrigada por las lágrimas de su padre.
— Eres hermosa. —suspiró Harry acariciándole el largo cabello—. ¿Verdad que es hermosa, Hermione?
— Mucho, claro.
— Su cabello es tan rojo.
— ¡Como el de la abuela Lily! —exclamó Alina emocionada de escuchar algo que entendía.
— Eso creía yo. —respondió sin dejar de admirarla, como si fuera la primera vez que podía tenerla tan cerca y tocarle—. Tus ojos... son azules.
— Siempre lo han sido... creo. —dijo la niña, ahora sí medio confundida por la actitud de su padre.
— ¿Cómo no me di cuenta antes?
— ¿No te habías dado cuenta que mis ojos son azules?
Sonriendo por la inocencia de su hija, le sostuvo en brazos para enseguida depositarla sobre sus piernas, olfateando embelesado el olor que desprendía su nena.
— ¿Ya te sientes mejor? —preguntó la niña, inquieta por hacer algo más que estar sentada.
— Sí ¿Te quieres quedar conmigo a dormir esta noche?
— ¿Dormir? ¿Otra vez?... ¡pero si son las ocho de la mañana!
Harry miró por la ventana, estaba tan desajustado su horario que no tenía idea del tiempo. Hermione le comentó entonces sobre las horas que pasó inconsciente. Su amigo tan sólo asintió, y aunque no había dormido nada, no quería desperdiciar ni un segundo de tiempo.
Antes de que la niña preguntara por los objetos esparcidos sobre la cama, Harry se apresuró a guardarlos en su caja sobre su mesa de noche. Pidió a Hermione que se quedara a acompañar a su hija mientras él se daba un baño.
Poco después, Harry ya se sentía mucho mejor, la ducha le había aclarado las ideas y salió del baño consiguiendo una sonrisa sincera. Sin embargo, no duró demasiado tiempo. En la recámara se encontraba Severus sentado sobre la cama... Ni Alina ni Hermione se veían por ningún lado.
— Le pedí que nos dejaran solos. —le informó su esposo adivinando sus pensamientos.
Harry asintió en silencio, se le veía nervioso lo cual no fue del agrado de Severus... no le gustaba sentir que Harry podía percibirlo como un extraño, apenas podía disimular su turbación al no tener a nadie más en la habitación.
— Me alegra verte mejor. —susurró Snape caminando hacia él.
— No estoy mejor. —le aclaró en un tranquilo susurro, apartándose para ir, disimuladamente, hacia su guardarropa y buscar una chaqueta.
— ¿Tienes frío?
— Un poco, pero eso no es importante... Ahora quisiera ir a hablar con los Weasley.
— ¿No crees que antes tenemos que hacerlo nosotros?
Harry estrechó la chaqueta de pana azul que había seleccionado. No quería hablar con Severus, pero tampoco quería decírselo y herirlo. Se estremeció al sentir las manos de su esposo posarse sobre sus hombros, brindándole tanto desasosiego como calidez. La confusión le impulsó a separarse yendo hacia la ventana.
— Por favor, Severus... en otra ocasión lo haremos.
— No tiene caso esperar, y yo quiero que las cosas queden claras de una vez.
— ¿Y lo que yo quiero no importa? —cuestionó dejándose caer sobre el sillón más cercano al ventanal—. Parece que jamás nadie toma en cuenta lo que yo deseo.
— Merezco ese reproche, no lo niego.
— No es ningún reproche. Es tan sólo que ya ha sido demasiado para mí en tan poco tiempo, me siento agobiado por todos los sentimientos que llegan y van dejando mi alma y mi cuerpo muy cansado.
— Te entiendo, pero aun así, debo insistir en que hablemos.
— ¡Pero yo no quiero hablar! —gritó sin poder contenerse—. ¡Entiéndelo, sé lo que quieres decirme, sé lo que quieres que sepa y no sé si pueda tolerarlo!... ya no quiero recordar nada ¡Voy a volverme loco, Severus!
Severus vio como su esposo se abrazaba a sí mismo, renuente a experimentar más dolor todavía, pero aunque las lágrimas que volvían a pugnar los ojos verdes le dolían tanto como a él, se sentía en el deber de darle una explicación y hacerle comprender que debía dar el siguiente paso. Por ese motivo, se acuclilló apoyando sus manos sobre las rodillas del muchacho.
— Irás conmigo... de mi mano, Harry, y no te soltaré ni un segundo.
— ¿Ir a dónde?
— A aquel día, es mucho mejor que lo recuerdes de esa manera para que puedas asimilarlo.
— No... no me hagas hacer eso. —suplicó volviendo a ponerse en pie para alejarse, estaba muy asustado y no le importaba demostrarlo.
— Necesitas continuar con tu vida, y para eso, tienes que recordar absolutamente todo, por muy doloroso que sea.
Harry continuó negando con la cabeza, aturdido de tan sólo imaginar qué pudo haber sucedido, sin embargo, cuando Severus fue hacia él, ya no se separó, sino que se abrazó de su esposo con suavidad.
— ¿De verdad no soltarás mi mano? —preguntó angustiado, por fin aceptando enfrentarse a la muerte de Ron.
— No lo haré, te lo prometo.
A pesar de que Harry temblaba notoriamente, levantó su mirada en busca de la de su esposo para asentir. Severus exhaló profundo y sujetando fuertemente la mano del ojiverde, le llevó hacia la cama en donde se recostaron. Severus sosteniendo el cuerpo de Harry sobre su pecho, rodeándole con su brazo izquierdo por la cintura mientras que con la mano derecha les apuntaba con su varita.
— ¿Qué vas a hacer?
— Es un hechizo, algo así como le legeremancia pero iremos juntos, podrás ver mis recuerdos como si estuviéramos juntos en un pensadero... ¿Confías en mí?
— Sólo si de verdad no sueltas mi mano.
Severus enlazó sus dedos a los de Harry mientras éste envolvía la mano de su esposo con las dos suyas. Cerró los ojos y esperó a lo que venía.
Se encontró de pronto en el Gran Salón de Hogwarts. Sus mejillas se encendieron al ver que Ron estaba besándolo... en realidad, que ambos se besaban desesperados. No tuvo tiempo de preguntar porque enseguida entró Snape apresurado. Aparentemente sin importarle la escena que había interrumpido, aunque los tres estaban muy sonrojados.
Harry miró a su esposo, parecía imperturbable también, pero notó que sus ojos se habían desviado ligeramente. Le conmovió su lealtad, a pesar de que aquellos recuerdos podían ser dolorosos también para él, su mano no se apartó de la suya.
— Potter, ya debemos irnos. —dijo Snape con seriedad.
— Lo sé. —admitió Harry, aunque se rehusaba a alejarse de Ron.
— Yo estaré bien. —afirmó el pelirrojo comprendiendo la angustia de su novio—. Además, yo también tengo que irme, Remus y Hermione me esperan... Nos veremos aquí cuando todo termine.
— ¿Lo prometes? ¿Prometes que no te distraerás con nada y me buscarás cuando todo acabe?... Mira que lo único que querré saber es que estás bien.
— Y así será.
— ¿Cuidarás de Hermione y Remus?
— Lo haré, deja de preocuparte y concéntrate en acabar con el loco ese. Ahora debes apresurarte o te ganará mamá, está furiosa de que la boda se haya tenido que suspender. —rió ligeramente.
Harry quiso sonreír también pero no pudo, se abalanzó sobre Ron abrazándolo con mucha fuerza. Severus sin embargo, no apartó la mirada de ellos.
— Te amo. —le susurró enamorado al oído.
— Y yo a ti. —respondió Ronald cerrando los ojos, disfrutando de ese momento que jamás pensó que tuviera a Snape de testigo—. A ti y a nuestro bebé, protégelo muy bien.
— Potter. —volvió a interrumpirlos el ojinegro—. Hemos perdido tiempo valioso... Se le necesita afuera.
Harry no se apartó, fue Ron quien tuvo que rechazarlo con suavidad para incentivarlo a marcharse. Al ver la indecisión del ojiverde, Severus se adelantó para sujetarle de la muñeca, intentando apresurarlo. El chico no lo rechazó, pero no dejaba de mirar a los ojos de su novio.
— No se te olvide, Ron... patea rápido muchos traseros y regresa aquí sano y salvo.
– Por supuesto, es una promesa.
Harry se fue separando, aunque Ron también le sujetaba de su otra mano con suavidad, para ambos era una amarga experiencia tener que separarse para ir a luchar en diferentes extremos. Por unos segundos estuvieron así, Harry sujetado de sus manos por los dos hombres, ninguno de ellos atreviéndose a jalar demasiado.
Luego, los ojos azules de Ron buscaron a su ex Profesor.
— Cuídemelos... por favor.
Tan sólo bastó un suave asentimiento por parte de Snape para que Ron finalmente soltara a Harry y entonces éste obedeciera dejándose llevar por el ojinegro hacia el campo de batalla.
Enseguida Harry y Severus aparecieron en un sitio que identificó como uno de los patios que conducían hacia el castillo, miró el sauce boxeador muy cerca y recordó entonces que esa había sido la posición a la que se le había asignado a Ron para la batalla. Él, junto con Hermione, Remus y otros más, se encargarían de que los mortífagos no ingresaran a Hogwarts por ese extremo.
— ¿Qué hacemos aquí? —cuestionó mirando a su alrededor, ese no podía ser un recuerdo de Severus.
— Remus me mostró lo sucedido, ahora es mi turno de enseñártelo a ti.
Temiendo que en cualquier momento iba a ver algo escalofriante, Harry se apegó más a su esposo, éste aprovechó para aspirar el aroma recién lavado de su cabello sin saber cuándo volvería a tener oportunidad de tanta intimidad con quien amaba.
Ignorando el movimiento de Severus, Harry buscó a Ron hasta que finalmente lo vio batiéndose a duelo con un encapuchado, tuvo que reconocer que no lo hacía del todo mal, por lo menos estaba dándole guerra defendiéndose. Aun así, se sentía impulsado a ir a ayudarle.
— No sucedió aquí. —le aclaró Severus—. Remus pensó que querrías saber qué sucedió antes.
Harry asintió aunque no se sentía muy convencido de si era buena idea, ya le parecía demasiado perturbador tener que revivir la muerte de un ser amado como para irle dando largas.
Y aunque quería salir rápido de ahí, tampoco podía negar que ver nuevamente a Ron le despertaba sensaciones muy agradables.
— ¡Bien hecho, Ron! —exclamó Hermione jadeando cansada, ella había logrado deshacerse de un mortífago en el mismo momento en que el pelirrojo se libraba del suyo.
— Gracias ¿estás bien? —cuestionó el pelirrojo notando un corte en la mejilla de la chica.
— Sí, es algo leve.
— ¿Y Remus?
— Parece que bien. —respondió viendo que en ese momento el licántropo dejaba fuera de combate a otro enemigo para enseguida reunirse con ellos.
—Creo que todo ha salido como lo planeado. —dijo jadeando cansado—. Tan sólo falta esperar a que Harry consiga vencer al monstruo ¿Alguno ha visto la señal?
Los dos chicos negaron mirando hacia el lago en donde debía desencadenarse la más fiera de las batallas. Ron quiso ir hacia allá pensando que quizá podría ayudar ahora que habían despejado el camino, pero apenas alcanzó a dar un par de pasos cuando los tres giraron los rostros hacia el Bosque, una sombra se deslizaba intentando internarse en los terrenos del colegio.
Pensando que probablemente estaban preparándoles una trampa, Ron corrió blandiendo su varita hacia donde habían visto la figura. Remus le llamó suponiendo que no era buena idea apresurarse. De pronto, notaron que alguien llegaba corriendo por el otro extremo... era Draco Malfoy.
— ¿Qué haces aquí, hurón? —cuestionó Ron, molesto por verlo, aún no se convencía de a quien le era fiel el Slytherin.
— Es Bella. —respondió, pero no mirando al pelirrojo, sino a la castaña que llegaba junto a ellos en ese momento—. El Lord le ha ordenado que entre al castillo y destruya sus cimientos.
— Gracias por la información, nos haremos cargo nosotros. —le indicó Remus—. Tú regresa a tu puesto.
— Pero, quisiera ayudar.
Remus se negó sin buenos resultados, Draco tomó de la mano a Hermione y jalándola hacia el castillo corrió lo más veloz que pudo. Aterrado por no saber si su amiga estaba en peligro o no, Ron fue tras de ellos, recordando la promesa que le hiciera a Harry de protegerla.
Apenas iban llegando a los límites del colegio cuando alguien les interceptó en el camino. Draco se detuvo al instante colocándose frente a Hermione, ambos palidecieron al escuchar la desquiciante risa de Bellatrix, quien les apuntaba con la varita.
— Mi querido sobrino, parece que has sabido hacer algo bueno... Esa chica es un arma poderosa a nuestro favor.
— Te equivocas. —respondió Draco levantando su varita, tal vez no fuera tan diestro como su tía, pero no iba a morir sin pelear—. Yo no estoy de tu lado, y ayudaré a impedir que toques un solo tabique del castillo.
Ron llegó en ese momento y colocándose junto a Draco le imitó apuntando a la horrible mujer, quien al verlo, sus ojos destellaron de forma maligna.
— Vaya, miren a quien tenemos aquí... Me he enterado que eres el juguetito de Potter. Me parece que el Lord estará encantado de torturarte personalmente.
Ron tragó duro al escucharla, pero no tuvo tiempo de responder, Remus había gritado "¡La Señal!" y todos se giraron a mirar hacia el lago donde una deslumbrante luz roja bañaba el cielo. El pelirrojo sonrió feliz... ¡Harry finalmente había vencido y estaba bien!
Su distracción la pagó caro. Enceguecida por la furia, Bellatrix se abalanzó hacia él y desaparecieron en un segundo ante la atónita mirada de sus amigos.
Harry sintió entonces cómo Severus le abrazaba, y experimentando algo parecido a la Aparición, llegaron hasta una habitación cerrada. Bellatrix yacía muerta en una esquina, pero Harry no le prestó atención, sus ojos volvieron a inundarse al descubrir a Ron en el otro extremo.
Se encontraba rodeado de una serie de halos luminosos que emitían tonalidades que iban del azul al verde intenso. El Harry del pasado estaba intentando acercársele, pero Severus le mantenía sujeto fuertemente por la cintura.
— No se puede hacer nada, Potter. —aseguró afianzándose al chico casi haciéndole daño, sin inmutarse de que Harry le rasguñara y se removiera queriendo liberarse.
— ¡No, no le creo, no puede ser! —gritó lastimándose la garganta, sus ojos apenas podían ver por el empaño de sus lágrimas.
Desde su lugar, Ron probaba el sabor salado de su propio llanto. Permanecía de pie, con el alma rota al ver a Harry intentando llegar a él sin éxito... y rogando por que Snape no le permitiera zafarse.
— Él tiene razón, Harry. —suspiró resignado desde el interior de su celda, se limpió el rostro esforzándose por sonreír—. No llores por mí... quiero que seas feliz.
— ¡No, Ron, por lo que más quieras, no te dejes vencer! —suplicó mientras volvía a intentar que Snape le dejara libre, pero mientras más fuerza aplicaba él, más ímpetu ponía el ojinegro en mantenerlo alejado. Ninguno de los dos tenía ya su varita, ambos la perdieron en la lucha contra Bella. Severus a causa de un hechizo de la morena, y Harry destruyéndola en el momento en que logró liquidarla.
— No es que me deje vencer, no podrías hacer nada, ni tú ni Snape... yo lo siento así.
— ¡Es que yo sé que puedo sacarte de ahí, tan sólo no te rindas, la ayuda no tarda en llegar!
— Harry... no te molestes conmigo, pero no podré aguantar mucho tiempo. Este hechizo hace algo que no logro entender... tan sólo sé que no me queda demasiado y tengo que pedirte que cuides mucho a nuestro bebé.
— Ron... por favor, no hables así. —le pidió llorando cada vez más desesperado—. No podré vivir sin ti... ¡no podré!
— Tienes que hacerlo, recuerda a nuestro hijo que viene en camino.
— ¡No, no, no quiero!
En ese momento, la angustia de Harry le proporcionó la fuerza necesaria para poder deshacerse de los brazos que lo rodeaban y corrió hacia Ron ante la mirada aterrada de éste. Afortunadamente Severus logró reaccionar a tiempo y en dos pasos lo tuvo otra vez en su poder ante la frustración del ojiverde.
— ¡Suélteme! —gruñó enfureciéndose por la intervención del Profesor—. ¡No tiene derecho, Snape!
— No lo suelte, por favor. —imploró Ron.
— Potter, si toca esa luz morirá también. Es una maldición extremadamente poderosa, invención de la propia Bellatrix... ya se ha unido a la magia de Weasley, por eso no se puede revertir... y si se acerca se verá afectado también.
— ¡No me importa!
— Pero a mí sí. —intervino Ron con suavidad—. No quiero que te pase nada.
Ron fue sacando lentamente su varita, y aunque se había esforzado por no llorar más, tuvo que volver a secar una lágrima antes de mirar nuevamente a Harry, sonriéndole muy triste.
— Adiós, Harry. Tan sólo quiero decirte por última vez que te amo como a nadie. Siempre intenté hacértelo saber pero cualquier cosa que te diera me parecía insignificante comparado con lo que tú me dabas... Ahora ha llegado la hora de poder hacer algo bueno por ti, aunque para eso, deba renunciar a tu amor.
— ¿De qué hablas? —cuestionó asustado, por un segundo dejó de removerse en los brazos de Snape para mirar fijamente a su novio.
— Weasley, no puede usar magia ahora. —le advirtió Snape al verlo preparar su varita.
— ¿Y qué me pasaría, Profesor? ¿Moriría más rápido? —cuestionó en un tono suavemente irónico.
— No sé qué pasaría exactamente, tan sólo sé que su magia podría no funcionar bien, que usted no pueda controlarla y dañarse.
— ¿Dañarme? —sonrió amargamente—. Nada me dañaría más que esas lágrimas. —agregó señalando a Harry.
— No lo haga, Weasley... de cualquier modo, lo que planea no es una buena idea.
Ronald le sonrió un instante antes de tomar aire y volverse hacia Harry, apuntándole con más firmeza de la que había usado nunca. Sin embargo, la luz que le rodeaba empezó a comportarse de un modo extraño, los tres la observaron confundidos. De pronto, cada partícula luminosa se encaminó rápidamente hacia la punta de la varita del pelirrojo desapareciéndose en ella.
Los ojos verdes de Harry relucieron esperanzadores, quizá Ron había logrado vencer la maldición. Y eso pareció suceder cuando de repente ya no quedaba ninguna huella de esa celda, tan sólo estaba Ron, luciendo como siempre, parado frente a ellos.
Aún a pesar de su sorpresa, Severus no aflojó su amarre y no permitió que Harry corriera hacia su pareja.
— Gracias. —musitó el pelirrojo al ver que había permanecido en guardia—. Creo que Harry va a necesitar ayuda para entenderlo... No lo abandone.
— ¿Qué vas a hacer, Ron? —quiso saber Harry, sintiendo regresar el miedo a su corazón.
— Voy a hacer que te olvides de mí... Lo lamento más que nada en el mundo, pero necesito que seas fuerte para nuestro bebé.
— ¡No! —se negó aterrado—. ¡Yo no quiero olvidarte, yo quiero amarte siempre, y si vas a morir quiero morir contigo!... por favor, no lo hagas.
— Sé que lo harías, Harry, por eso tengo que evitarlo... Snape, usted conoce a Harry, sabe igual que yo que lo que más le duele es perder a quien ama, necesita empezar desde cero, por favor, que nadie le hable de mí hasta que esté lo suficientemente fuerte para seguir adelante... no, antes, por favor.
Severus no atinaba qué responder, le parecía una completa locura la ocurrencia del pelirrojo, no podía estar de acuerdo con eso. Pero tampoco podía desaparecerse con Harry para evitarlo, el sitio se encontraba protegido con barreras.
Ya sentía el corazón de Harry latiendo tan fuerte que parecía estar a punto de estallar de dolor, supo que era verdad, que su amor por Ronald en ese momento le nublaba la razón y cualquier cosa podría ocurrir.
— Es mi culpa. —sollozó Harry débilmente —. Por haberte dejado solo... ¡por haber perdido la maldita varita! Es mi culpa... Por favor, sólo quiero irme contigo.
— Potter... —susurró Snape, le fue imposible ocultar su conmoción por el dolor que notaba en Harry, así que le estrechó contra su cuerpo, no con la fuerza de querer salvarlo... si no con la fuerza y el deseo de ansiar consolarlo.
Ron les miró por última vez, la tristeza de Harry le rompía el corazón, y era precisamente ese sentimiento de culpa en la mirada esmeralda, lo que le hizo pensar que estaba actuando como mejor podía, tenía que ayudar a aliviar su dolor antes de marcharse.
Sabía que su magia no iba a resistir ser usada cuando era poseída por esa horrible maldición que ya le quemaba el alma, y antes de que eso sucediera, prefería acelerar su muerte dándole un último uso a su varita... sin embargo, no podía negarlo, tenía mucho miedo.
— No... —gimió Harry desesperado de verlo preparándose para hechizarle—... ¡Por favor, Ron, no puedes hablar en serio! ¡No seas imbécil!... ¡Nooooo!
Pero Ron no le escuchó, pronunció un suave Obliviate que salió de su varita con más fuerza de la que pretendió, tanto, que a él lo hizo trastabillar hacia atrás y caer de espaldas mientras que Harry se desvanecía en los protectores brazos de Snape.————000————000————000————
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Viviendo en las estrellas
FanfictionHarry y Severus están casados y viven tranquilamente los años de la post guerra. Para el Gryffindor nada podría ser más perfecto, está profundamente enamorado y se sabe bien correspondido, pero un día algunos extraños sucesos le despiertan la inquie...