Conflictos del corazón

345 33 0
                                    


Conflictos del corazón





Harry se estremecía compulsivamente en brazos de Severus. Haber vuelto a presenciar la muerte de Ron quitó por completo cualquier rastro del Obliviate y ahora podía recordarlo todo, tal cual había sido.


Severus le llevó hasta la cama, acariciando comprensivo la humedecida cabellera. Le preocupaba la mirada perdida de Harry, tan aterrada que daba la impresión que su mente no había podido soportarlo. Quiso levantarse para llamar al medimago pero las manos de su esposo le aferraron firmemente de su túnica, así que desistió de alejarse y continuó abrazándole el tiempo que fuese necesario.


Casi una hora después, Harry despertó de su estupor, y suavemente se apartó de Severus, fue hasta ese momento en que volvió a llorar. Cubriéndose el rostro se sentó al borde de la cama sin poder olvidar la imagen de Ron cayendo.


— ¿De verdad no se podía hacer nada por él? —sollozó entristecido.

— No, Harry... La maldición iba directamente contra su magia, tú mismo viste cuanto le había afectado ya, su Obliviate fue mucho más potente que el que jamás hubiese podido enviar, y fue probablemente por esos rastros de magia oscura que nos resultó imposible ayudarte hasta ahora.

— ¿Qué voy a hacer ahora sin...?


Harry se interrumpió al darse cuenta de lo que iba a decir precisamente frente a su esposo, y palideció espantado al sentirlo abandonar la cama. Al mirar, Severus ya se dirigía hacia la puerta.


— ¿A dónde vas?

— No sé... pero me avisas cuando te recuerdes de mi existencia.


Harry no esperó más, corrió hacia Severus consiguiendo alcanzarlo, y aferrándose a él con desesperación.


— Lo lamento, yo sé que no debí decir eso, pero por favor entiéndeme, no quiero que te apartes ni quiero hacerte sentir menos que nadie, Severus, ¡es sólo que me abruma tanta confusión!

— No llores más. —le pidió calmadamente—. Sé que debería ser más tolerante, pero también quiero que intentes comprenderme, no es fácil para mí saber que ahora mismo tu corazón sufre por alguien más que no soy yo.

— Dame tiempo para superar esto, yo sé que puedo hacerlo, ¡te juro que pondré todas mis fuerzas en conseguirlo!... pero no te vayas de mí, Sev.


Respirando hondo, Severus se obligó a corresponder al abrazo de Harry. No tenía ninguna duda de querer continuar a su lado, pero sólo él sabía cuan celoso se estaba sintiendo... y lo peor es que ni siquiera podía culpar a su esposo de la bruma que notaba en su mirada.


— Severus, quisiera saber qué sucedió después. —pidió Harry llevándole de regreso hacia un amplio diván, en donde sentó a Severus para enseguida recostarse él sobre su pecho, le tomó de sus brazos incitándolo a abrazarlo... Sólo así, sintiendo su calor envolviéndole se sentía lo suficientemente fuerte para continuar.

— Eso ya lo sabes, Harry, no hay mucho qué decir. —respondió acurrucando más el cuerpo del ojiverde contra el suyo—. Te llevé a San Mungo en donde estuviste hospitalizado un tiempo. Tus amigos fueron a visitarte, aunque no pudiste verlos pues permaneciste inconsciente por casi tres días. Ellos se asombraron al saber que tu memoria había sido modificada por el mismo Ronald Weasley.

— Recuerdo que cuando desperté, tú estabas ahí... Solo tú.

— No me separé ni un minuto de tu lado, para ese entonces yo...

— ... ya me amabas. —concluyó cerrando los ojos, rememorando aquel momento—. Lo sé ahora y lo supe entonces, jamás se me olvidará la forma en que me mirabas cuando desperté... me gustó mucho.

— ¿De verdad?

— Sí... y con el paso de los días me gustaba más verte conmigo todo el tiempo, leyéndome, conversando conmigo, o simplemente haciéndome compañía.

— Yo pensaba que esos días tenían un fin, y quise aprovecharlos, siempre pensé que saliendo de San Mungo te irías con tus amigos a rehacer tu vida, a pesar de no tener aún ningún recuerdo.

— Y en realidad así fue. No sé bien cómo actuó el Obliviate, pero yo no sentía deseos de recordar nada, o quizá fue que teniéndote a mi lado me bastaba. Tan sólo quería empezar desde cero, pero no con mis amigos... Contigo.


Severus se olvidó por completo de los celos que lo escozaban hasta hacía unos minutos, y buscó los labios de Harry para besarlo. Su corazón brincó de alegría al verse correspondido, nunca en su vida un beso de su esposo le había sabido tan delicioso ni brindado tanto calor a su angustiada alma.


Disfrutó mucho de sentir las manos suaves de Harry acariciándole el rostro, de sus gemidos placenteros cuando ambas lenguas se rozaban saboreándose la una a la otra.


— Te quiero. —susurró Harry extasiado en un momento en que pudo hablar.

— También te quiero. ¡Te amo!


El momento dulce que vivían los hizo recordar una situación especial en el pasado. Había transcurrido casi un mes desde que Ron muriera y Harry no se mostraba interesado en recobrar su memoria. Los medimagos le mostraban imágenes de sitios conocidos pero el chico los veía con indiferencia; a veces incluían fotografías de alguna gente querida para Harry pero éste no modificaba su expresión, tan sólo revisaba cada imagen con una única esperanza... ver alguna que involucrara a Severus.


Tan indiferente estaba por conocer su pasado que ni siquiera protestaba de no poder recibir más visita que su ex profesor, era a él a quien necesitaba y el único que quería tener a su lado.


Una mañana caminaban por un jardín localizado en el pabellón de San Mungo donde Harry convalecía, pero el chico se veía tan animado que bien hubiese pasado por un visitante y no un enfermo.


— Sentémonos aquí, Severus. —propuso yendo hacia una banca bajo la sombra de un cerezo. Desde siempre le había tuteado, no podía negar lo feliz que se sintió al enterarse que el dueño de esos sensacionales ojos negros no tenía ningún parentesco con él... Hubiese sido decepcionante enterarse que estaba ahí por ser su tío, o peor aún ¡su padre!

— Es un buen lugar, Harry. ¿Sabes? Hoy hablé con uno de tus medimagos, dice que pronto podrás empezar a recibir más visitas, eso podría ayudarte a recordar ahora que te sientes mejor.

— La verdad es que no tengo mucha prisa. —respondió encogiéndose de hombros—. Me has dicho que fuiste mi profesor, que al principio no congeniábamos mucho pero que el último año la situación cambió, y aunque no lo recuerdo sé que es cierto... y creo saber qué tanto cambió nuestra relación en ese año.


Severus miró intrigado como las mejillas del ojiverde se teñían de un suave color rosa y su sonrisa no podía ser más radiante.


— Severus... he recordado algo. —confesó Harry emocionado.

— ¿Ah sí? —Severus desvió la mirada hacia otro lado del jardín, temía mucho por la respuesta de Harry, su expresión bien podría significar algo relacionado con Weasley.

— Sí, te recordé a ti.

— ¿A mí?

— Sí, fue anoche mientras dormía. Soñé que volaba sobre una escoba y de repente ésta se puso como loca y tú me salvabas... ¿eso pasó?

— Pues sí, algo así.

— También me acordé de tí impartiendo una clase... realmente eras duro, ¿eh? —dijo sonrojándose, ese recuerdo en particular le había gustado mucho, extrañamente, porque se recordó furioso y excitado al mismo tiempo—. Y tengo otra imagen, algo más borrosa. Estábamos los dos en un lugar oscuro y con frascos conteniendo sustancias extrañas, me pareció verte triste y me acerqué, no recuerdo más, tan sólo que nos abrazamos y fue algo muy especial.

— Sí... creo saber a cuál día te refieres. —musitó pensando en su tristeza luego de enterarse que Harry ya había entregado su corazón a alguien más.

— ¿Severus, porqué no me lo dices ya?

— ¿Que te diga qué?

— Que tú y yo somos pareja.


Severus palideció al instante, pero si esas palabras le sorprendieron, más lo hizo el hecho de que dos segundos después se encontraba disfrutando un nuevo sabor que hacía mucho tiempo había perdido la esperanza de conocer.


— Harry, espera... —le pidió intentando apartarlo, aunque el beso que le daba le estaba robando el alma.

— Ya no quiero esperar más, Severus. —suspiró enamorado—. Sé que no eres cualquier persona en mi vida, nadie más se preocuparía tanto por mí, y en cada gesto y en cada mirada veo en ti el amor, Severus.

— Es cierto, yo te amo...

— ¡Y yo te amo a ti! —exclamó feliz, colgándose de su cuello.

— ¿Cómo puedes decir eso? Apenas me has visto.

— Por algo eres al único que he recordado. —manifestó orgulloso—. Sé que la razón por la que no me has dejado solo es porque me quieres igual que yo a ti. Además, no sé porqué pero siento que este sentimiento era bien grande antes, y que ahora sólo ha bastado un recuerdo para regresar con la misma fuerza.

— ¿Y si te estás equivocando?... ¿Qué sucedería si en realidad tú no sentías eso por mí?

— Bien, no me importa. —aseguró encogiéndose de hombros—. Lo que me importa es lo que siento ahora y yo sé que te amo, Severus, por eso quiero que las cosas queden claras y reanudemos la relación que teníamos antes.

— ¿Relación?

— Sé que la había, mi corazón me grita que no eres cualquier persona en mi vida, y late muy fuerte cuando me sonríes, mi estómago se encoge tan sólo al verte... y quiero verte siempre, desde este momento y hasta el último día de mi vida. Mi pasado, puedo jurarte que no me importa nada.


Severus miró a los ojos verdes por unos segundos, dudando de dar ese paso que podría ser lo más vil que hiciera en su vida. Estaba a punto de negarse y confesar la verdad cuando Harry le sonrió acariciándole la mejilla, un nuevo "te amo" y ya no pudo razonar más.


— Me sacaste del país. —suspiró Harry poniéndose de pie al dejar sus recuerdos.


Severus guardó silencio, apenado por el nuevo cambio en Harry, otra vez se le escuchaba distante, quizá hasta podría haber un reproche oculto en esa frase. Un reproche que había esperado desde hacía tiempo.


— No quería escuchar a los demás recriminándome por no aclarar la verdad. Y aunque sabía que eso no podía durar demasiado, no pude evitarlo.

— Dumbledore fue a vernos a Montreal, lo recuerdo... Aunque para mí era un extraño me despertó confianza con sólo mirarle.

— Le envié una carta el día que supiste de tu embarazo, necesitaba su consejo a pesar de no estar seguro de querer aceptarlo. —le confesó abatido—. Se presentó enseguida y habló contigo. No sé qué fue lo que pasó, pero al salir me dijo que me apoyaría y hablaría con los Weasley para que aceptaran la decisión de su hijo al darte una nueva oportunidad.

— Le dije que te amaba y que era inmensamente feliz a tu lado... le dije que esperábamos un bebé y me ilusionaba mucho formar una familia contigo. Le dije que mi mayor ilusión era la boda que teníamos planeada. —concluyó, rememorando aquel momento en su pasado.


Harry se había girado hacia Severus y éste notó que nuevamente lloraba. Le preocupó pensar en que pudiera haberse arrepentido de haber pronunciado esas palabras que dieron un cambio a su destino.


— No, Severus, no me arrepiento. —le dijo adivinando el temor de su esposo—. Estos años a tu lado realmente fueron maravillosos, no los cambiaría por nada. Además, has sido el mejor padre para Alina.

— ¿No me odias?

— No, nunca podría odiarte... Pero justo ahora, Severus, me preocupa no saber amarte tampoco.


Las penosas palabras de Harry provocaron algo extraño en Severus. Fue tan enorme el dolor que no pudo controlarlo, nunca se había expuesto a una situación parecida, jamás había amado tanto a nadie como para destrozarlo una breve frase... y aunque quería llorar y gritar atormentado, lo único que hizo fue apretar los puños antes de salir azotando violentamente la puerta.


Lucius y Remus le vieron salir enfurecido de la habitación, así que luego de intercambiar una mirada, el rubio se dirigió a la nueva recámara de su amigo mientras que el ojimiel se reunía con Harry.



Viviendo en las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora