- ¿Quién...? ¿Quién...? ¿Quién es...?.
[Un recuerdo, un sueño; algo efímero].
- Alguien importante, alguien a quien no debí olvidar... ¡Alguien a quién no quería olvidar!
[Aventurándose con su mejor amiga después de la 'muerte' de su abuelo].
- ¿Qui...
Fuah, ciertamente he tenido problemas, pero bueno, qué se le puede hacer.
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Yo podría hacerte feliz.
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La experiencia podría describirse como algo que se otorga como recompensa de un gran sacrificio.
Entonces, para la pequeña Wiene. ¿Qué clase de experiencia obtuvo al experimentar por primera vez la crueldad de los humanos?
Naturalmente, fue desesperantemente aterrador.
No había hecho nada malo, en cambio, había salvado a una niña que estaba por ser aplastada por una caja de carga.
Sin duda, había puesto los consejos de sus madrastras en acciones.
Ayudar a los demás.
Nunca esperó que sus acciones fueran recompensadas con ingratitud y hostilidad.
Su cuerpo estaba siendo apedreado, y poco a poco lograba escuchar cada vez más cerca el movimiento del metal.
Ella lo sabía.
La mayoría de sus madrastras y especialmente su "padre" se dedicaban a lo mismo de quienes venían por ella.
"Aventureros..."
Como una sub-especie de la raza dragón, su sentido del oído era perfectamente agudo, logrando detectar movimientos a largas distancias.
Ahora mismo eso le estaba jugando en contra.
Saber que pronto llegarían personas con el poder de matarla de un solo golpe estrujaba su corazón de forma dolorosa.
Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras en su mente rogaba que su padre llegara y la salvara.
Al igual que hace una semana.
Había estado sola, siendo cazada tanto por monstruos y humanos, no tenía a nadie. Todo fue de un color negro profundo hasta que la blanca luz irrumpió en la oscuridad y la sacó de ese abismo de soledad.
Bell Cranel era su salvador y su "padre" adoptivo, la primera persona que le mostró amabilidad en su corta existencia.
