- ¿Quién...? ¿Quién...? ¿Quién es...?.
[Un recuerdo, un sueño; algo efímero].
- Alguien importante, alguien a quien no debí olvidar... ¡Alguien a quién no quería olvidar!
[Aventurándose con su mejor amiga después de la 'muerte' de su abuelo].
- ¿Qui...
En serio, qué batalla me di con la última escena de este cap, tanto así que me tomó 3 días terminarla ._.
De hecho, la terminé recién ahorita xD
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Llegó papi Asterius.
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Una vez que recluté a las tres acosadoras de Bell, avanzamos hacia el campo de batalla. Los sonidos metálicos de las armas chocando con más armas inundaron mis oídos.
Perdí la cuenta de los Xenos que mandé a dormir y de los monstruos normales que decapité. Todos caían ante el filo de mi katana.
La <Lamia>, la <Siren>, el <Grifo>.
Entre los Xenos, eran de los más fuertes. Había tenido que recurrir a varias de mis técnicas asesinas originales, como <Infección> en la <Lamia> y <Desligamiento> en la <Siren> y el <Grifo>.
Estos dos últimos se llevaron lo peor al tener sus alas dislocadas, les había cortado su poder aéreo desde la raíz. Incluso tuve que noquearlos para que dejaran de quejarse por el dolor de tener sus tendones y músculos dislocados.
La <Siren> en especial me dio mas problemas, ya que incluso me vi obligada a dislocar los huesos de su tráquea para evitar que usara su ataque de sonido.
-- Ahora, falta el último.
Di un tajo en el aire para limpiar la sangre de mi arma, sangre perteneciente a un monstruo normal.
Alzando la mirada, localicé al líder de esta revuelta.
La <Gárgola>, cuyo nombre no recuerdo, estaba batiendo sus alas desde la altura de los cristales. Sus ojos inyectados en sangre me observaron.
No atacaba, al parecer entendía perfectamente que le pasaría lo mismo que a sus dos amigos alados.
Por supuesto, yo no tenía el tiempo como para estar esperando a que se llenara de valor.
-- Cae.
Tomé la empuñadura de la Katana en una postura de lanza, ejerciendo toda mi fuerza en el lanzamiento, el filo de la Katana atravesó el aire y en menos de dos segundos estuvo a nada de impactar en la <Gárgola>.
Sus ojos se abrieron por la sorpresa, sin embargo, nada pudo hacer. La Katana atravesó su ala derecha y, gracias al <Tsuba>, fue llevado de largo.
Su caída fue similar a una parábola en picada, causando un ruido sordo al impactar en el suelo.
Acomodé mi postura y caminé hasta el punto de caída. Había varios árboles partidos por la mitad, posiblemente por la <Gargola> cayendo.
