Dudas [Billie Joe Armstrong]

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Sinopsis: El joven Billie se siente atrapado en un espiral de dudas al verse atraído por otro hombre. ¿Será capaz de resolver su conflicto interno?











Billie se miró en el espejo por enésima ocasión durante aquellos últimos días, y en sus ojos verdes solo vio el reflejo de su propia incertidumbre. Sin pensarlo dos veces, se acogió a su refugio habitual: la música. Tomó la guitarra que reposaba al lado de su cama y comenzó a sacarle acordes. Repentinamente, la puerta de su habitación se abrió, y por ella entró un hombre de aspecto maduro.

—Muchacho, déjate de mariconear con esa guitarrita —le reprendió—. Ve a hacer deportes, como todos los de tu edad.

Billie le dirigió una mirada hostil.

—¿A qué viniste? —preguntó en un tono seco.

—¿Qué te crees, muchachito? Yo soy el hombre de esta casa, no tú. Encima de que vengo a hacerte un favor, así me lo agradeces —Billie alzó una ceja—. Tu novia te está buscando.

—Por vigésima vez, Christina no es mi novia.

—Pues debería. Yo a tu edad tenía tres novias al mismo tiempo.

El hombre desapareció por la puerta rumbo al portón de la casa, y Billie tomó una dirección similar poco después; pero desembocando en la sala de estar, donde le aguardaba una atractiva rubia de ojos azul marino unos años mayor que él, con un porte muy esbelto. Billie debía admitir que Christina había formado parte importante de sus fantasías sexuales de adolescente, al ser la típica vecina sexy a la que espiaba de vez en cuando mientras ella tomaba el sol semidesnuda en la terraza. Luego se volvieron amigos, y hasta habían sostenido relaciones sexuales en un par de ocasiones con resultados bastante satisfactorios. Billie siempre se había sentido atraído por ella de manera sexual; pero en esos momentos, ya no tenía el mismo interés.

—Hola, Billie —saludó Christina, fijándose en el semblante nervioso y algo ojeroso del joven—. Tu padrastro me dijo que te habías encerrado en tu cuarto. ¿Está todo bien?

—Sí, no hay problema —contestó Billie, desviando la mirada.

Christina notó que él no era del todo sincero y lo vio con fijeza.

—Sabes que puedes contarme lo que sea, ¿verdad? —aseguró, a lo que él asintió de modo dudoso. Confiaba en ella, pero no sabía cuál sería su reacción si le contaba lo que le sucedía en realidad—. Por cierto, ¿ya te enteraste de lo que le pasó a Thomas, el vecino de la otra acera? —Billie negó con la cabeza—. Parece ser que tenía novias, pero también salía con hombres. Cuando sus compañeros de escuela se enteraron, le dieron una tremenda paliza. Pobre chico, ahora está en coma.

Billie tragó en seco, sintiendo que la respiración le quemaba los pulmones. Miró sus manos que temblaban y notó el sudor que resbalaba por sus sienes. El mundo que lo rodeaba le abrumaba y aplastaba, reprimiendo sus deseos recién nacidos, y él no estaba preparada para dejarse aplastar sin pelear.

—¿Qué te pasa? —cuestionó Christina, viéndolo con preocupación—. ¿Has vuelto a tener ataques de ansiedad?

—No es nada, ya se me pasa —afirmó Billie, cerrando las manos en dos apretados puños para controlar su temblor—. Es solo que la noticia me ha impactado. Eso es una mierda.

—El mundo puede ser un lugar muy cruel —filosofó Christina—. Ah, ya se me olvidaba: Frederic y los chicos me dijeron que ya venían para acá.

De inmediato, una sonrisa iluminó el rostro de Billie. Frederic era un chico de su edad al que había conocido cuando tocaba en cualquier lugar con su banda, entonces conocida como Sweet Children. Frederic también tenía una banda de rock compuesta por él y tres amigos más, en la cual figuraba como vocalista y guitarrista rítmico. Rápidamente, los dos chicos se percataron de que tenían muchas cosas en común y se volvieron amigos. Sin embargo, durante los últimos meses, sus sentimientos hacia este joven habían cambiado de manera casi radical. Al principio, Billie atribuyó su confusión al estrés que le generaba el contrato que él y su banda –ahora bajo el nombre de Green Day– habían firmado con una discográfica grande por primera vez; pero con el paso de los meses, se percató de que aquello no tenía relación alguna con la presión o la música.

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