Capítulo 4- Rubia!

517 43 1
                                    

Empezé a dar vueltas por las autopistas de Los Ángeles, y a jugar un rato con Electra por los aparcamientos. Me quedaban un par de horas para preguntarme donde dormiría hoy.

Iba al máximo de todo lo que podía dar Electra, era mi subidón de adrenalina. Cuando me di cuenta a mi derecha había un ferrari rojo intentando competir conmigo y por suerte la autopista estaba casi vacía.

-Así que con que esas tenemos -reí a carcajadas mientras aceleraba mucho más la velocidad y dejaba atrás al chico del ferrari rojo.

Me sentí aliviada porque sabía que no podía alcanzarme e iba primera.

-Hey rubia! -gritó el chico del ferrari rojo mientras tocaba el claxon del coche y me adelantaba a toda velocidad.

No logré distinguir su cara pero juraría que esos ojos los había visto antes.

-Mierda! -me quejé porque me había adelantado- pequeña vamos, enseñales quienes son las reinas de la carretera -le susurré a Electra mientras sonaba We Are One - Pitbull, Jennifer Lopez en el coche.

Aumenté la velocidad a 200 km/h mientras miraba hacía atrás para reirme del chico del ferrari rojo, sacandóle la lengua. Él asustado tocaba el claxon de su coche y agitaba su mano por fuera de la ventanilla gritando cosas que no lograba entender pero capté que él quería que fijara mi vista al frente para ver lo que se me avecinaba.

Y oh dios, juro que vi mi vida pasar en tres segundos. Tenía un camión enorme frente a mí pero logré hacer una maniobra y acabé con un frenazo a un lado la carretera.

-Uff.. por poco pequeña -suspiré aliviada por lo que acababa de pasar.

El ferrari de color rojo aparcó frente a Electra y el chico salió del coche.
Sorprendida me di cuenta que esos tirabuzones los había visto antes. Era el chico que me había empujado la última vez que fui a hacerme una sesión de fotos a donde trabajaba mamá.

-Wow, que valiente eres rubia! -dijo el chico apoyando sus manos en mi ventanilla y metiendo su cabeza - Juro que pensé que esta preciosidad iba a estallar en mil pedazos.

-¿Te refieres a... -dije, antes de que me interrumpiera.

-Al coche por supuesto -sacó su cabeza por la ventanilla y empezo a rodear a Electra.

-Imbécil... -susurré.

-Esa boquita reina -dijo con un tono vacilón.

-Te veo un poco subido no? Esta carrera la tenía ganada yo sino fuera por el camión que se cruzó en mi camino -dije mientras salía del coche para apoyarme en el largo muro que separaba los dos carriles que iban en dirección contraria.

El chico empezó a reir a carcajadas mientras se cruzaba de brazos -dejemos esta carrera pendiente rubia, después del susto que te acabas de llevar creo que lo menos en lo que deberías de estar pensando es en la carrera.

Se apoyó a mi lado y pude analizarlo mas de cerca. Su pelo era dorado y tostado por el sol, y sus tirabuzones acababan en unas puntas de color rubio. Tenía pecas debidas al sol, y sus ojos verdes eran... preciosos.

-Rubia deja de mirarme, y cierra la boca -dijo con un tono altanero.

Maldito chulo egocéntrico, y pensar que la primera vez que lo vi tenía cara de niño asustado-pensé.

-A ti te he visto antes en alguna parte -dijo con los ojos entrecerrados mirandome de frente.

-Y tanto que nos hemos visto, la cara de niño asustado que tenías el día que te vi por primera vez no la voy a olvidar en la vida -dije mientras me reía y caminaba hasta mi coche apoyandome en el capó.

Sorprendido se levantó de donde estaba con una mueca reflejada en la cara.

-Mierda sí, eres tú a la que tiré al suelo mientras un loco quería tocar mi precioso pelo -dijo haciendo un pucherito con su labio inferior, tocando su pelo.

-Me llamo Mía, y tu eres... -dije esperando a que terminara mi afirmación.

-Soy Alexander, llamame Alex o Xander como mejor te guste. -derepente una sonrisa traviesa salió de sus labios- Mía? eres Mía?

-Que típico eres, he escuchado eso mismo miles de veces en lo que llevo de vida, sé más original -dije subiéndome  al coche y su rosto cambió por completo.

-Espera! Dime donde te estás quedando, o dame tu número -gritó Alexander cuando arranqué el coche.

-Búscate la vida ricitos de oro -dije asomándome  por la ventanilla y sacándole  la lengua antes de acelerar y escaparme de ahí.

Las mejores cárceles no tienen barreras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora