Capítulo 9- Bienvenida baby

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Nota de la autora.
Foto de Alexander en multimedia.

Después del incidente del acantilado y del arrebato de Alexander por cogerme en brazos, estabamos en mi coche.

-Vente a mi casa Mía, en serio -dijo desde el asiento del copiloto mirándome.

-Por qué debería? -dije haciendome la indiferente aunque no era así, en realidad estaba molesta por lo de esta mañana.

-Porque mi madre insiste en que vayas, está enfadada conmigo por lo de esta mañana. No le cae bien Amy. Y tú si le gustas... -dijo sonriendo mientras me miraba de reojo para ver mi reacción- Vamos Mía vente!! Te prometo que te lo compensaré.

No pude evitar reirme ante la cara de cachorrito que puso intentando convencerme.

-Iremos a Miami Beach? Jordan me dijo que había una fiesta esta noche -le propuse como condición para aceptar ir a su casa.

Su rostro cambió por completo y se puso mucho más serio. Ya no se reía.

-En ese sitio solo hay gentuza, no te lo recomiendo -vi a un Alex serio mirando al frente.

-Venga anda, vamos! dijiste que me lo ibas a compensar -era mi turno de poner cara de cachorrito y así fue.

-Esta bien, pero uno -dijo levantando su dedo índice mientras giraba su rostro hacia mi- iremos en mi coche y dos, no pienso dejar que te separes de mi en ningún momento. Te hablo en serio cuando te digo que no es un buen lugar.

-Esta bien... prometo no separarme de ti -Y con la misma, llegamos a su casa y abrimos el garaje.

Justo al bajarme del coche, Perla me esperaba desde mis tobillos moviendo la cola a gran velocidad, me incliné y la cogí en brazos.

-Cosita bonita!! Por qué estás tan contenta -dije poniendo voz de bebe mientras la acariciaba y ella revoloteaba entre mis brazos.

Alexander me miraba asustado con las cejas levantadas desde el otro lado del coche.

-Que estás mirando -dije mientras seguía jugando con Perla.

-La voz de niña consentida que pones cuando hablas con Perla -rió.

Entró por la puerta que daba al interior de la casa y lo seguí detrás. Olía tan rico, eran las   15:00 pm asi que imaginé que era la mamá de Alexander haciendo el almuerzo.

Entramos a la cocina y lo primero que hizo Melissa fue darme un abrazo. Tenía que darle algún tipo de explicación por lo de esta mañana, prácticamente la había dejado plantada en el desayuno.

-Melissa yo... lo siento, fue de mala educación por mi part... -dije, pero no pude terminar por que ella me interrumpió.

-Pequeña no te preocupes, no tienes porque darme explicaciones. La estupidez de cierta persona no da para más -dijo mientras me acariciaba el pelo y yo miraba de reojo a Alex. Parecía molesto por el comentario de su madre.

-Cariño no me mires así sabes que estoy bromeando -dijo mientras se giraba hacia Alexander y le revolvía el pelo- Daros una ducha y venid a almorzar. Me estáis llenando todo de arena.

Alexander y yo salimos de la cocina y antes de que yo pudiera decir nada, él ya traía mi mochila y mi maleta y las dejó en mi habitación.

Después de dejar las cosas sobre la cama, se giró y se acercó a mi. Estaba muy cerca, tenía que inclinar la cabeza porque era mucho más alto que yo. Juraría que medía 1'80 o un poco más.

-Mía... siento lo de esta mañana. Amy... -se rascó la nuca mientras intentaba explicarme lo sucedido- se coló a mi habitación y no sé como...

-Alex no me des explicaciones, no son necesarias -dije mientras me movía hacia un lado. Tenerlo tan cerca me ponía nerviosa.

-Siento la necesidad de hacerlo! -dijo elevando la voz. Me asusté y lo miré con los ojos tan abiertos que pensé que se saldrían de sus órbitas y él lo notó- Mierda lo siento, no te tendría que haber hablado así.

-Alexander estás exagerando las cosas -dije tocandole el hombro para que se calmara- sé que me lo compensarás -y le tiré de un tirabuzón haciendo que botara como un muelle.

-Está bien, te dejaré sola para que te des una ducha. No voy a colarme como ayer asi que puedes estar tranquila -dijo eso y me agarró la cabeza con sus dos manos y posó un beso tierno en mi frente.

¿Qué ha sido eso?

Antes de que pudiera reaccionar de cualquier manera, él ya me había dejado sola en la habitación.

Media hora después ya me había dado una ducha y me puse un vestido blanco con unos pendientes a conjunto, eran unas perlas de color rojo. Salí de la habitación y encontré a Alexander y a Melissa esperandome. Esta casa era tan grande que me pregunté si vivían solos.

Alexander bebía agua y justo cuando entré miró de reojo y escupió todo el agua que tenía en la boca. Casi se ahoga.

-Mía... estás -susurró.

-Realmente preciosa -dijo Melissa riendo ante la reacción de Alexander.

-Gracias -dije mirando hacia el suelo, estaba un poco intimidada.

Después de media hora, riendo y charlando mientras comíamos, salimos despidiéndonos de Melissa. Era hora de irse a Miami Beach.

-Tu madre es un amor, es tan risueña, me cae genial -dije mientras me subía al coche de Alexander.

-Estoy totalmente de acuerdo contigo. Ella piensa lo mismo de ti -dijo sonriendo con ternura mientras arrancaba el coche - Tengo una sorpresa para ti Mía, quiero enseñarte lo que suelo hacer siempre en mis tiempos libres. Vas a flipar, se que te encantará -dijo mientras reía y salíamos del garaje.

El camino hasta el lugar donde se suponía que estaba la fiesta se me hizo corto y no por el camino sino por los espectáculos de Alexander cantando todas las canciones que salían en la radio. Se las sabía todas y yo le seguía los coros.

-Bienvenida baby -dijo un chico de pelo rubio ofreciéndome una copa justo cuando llegamos a la entrada del evento. Alexander se adelantó, cogió la copa y la derramó al suelo.

-Hey por qué hiciste eso? -dije confundida ante su reacción.

-Mía te dije que este no era un buen lugar, no te fíes de cualquiera y menos te fíes de lo que te ofrecen -dijo mirando a su alrededor, parecía nervioso.

Lo que me dijo me gustó pero lo que mas me gustó fue el tono en cómo lo dijo. Parecía preocupado e intentaba protegerme. Antes de avanzar unos pasos más para meternos entre la multitud, agarró mi mano y entrelazo sus dedos con los míos. Miré confundida hacia nuestras manos unidas y después incliné mi cabeza hacia arriba buscando su mirada. Me sonreía, se notaba que era tímido, él quería ver cual era mi reacción.

Y no me negué, me gustó.

De repente una chica morena se acercó a él, lo agarró del cuello y comenzó a besarle. Nuestras manos quedaron separadas después de tal impulso. Me quedé paralizada e impresionada, y mucho más al ver que Alexander no hacía nada por separarla.

Dios este tío es idiota.

Las mejores cárceles no tienen barreras.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora