Porque la vida no siempre es color de rosa

436 58 9
                                    


CAPÍTULO 8

PORQUE LA VIDA NO SIEMPRE ES COLOR DE ROSA


Al entrar Dumbledore a su despacho para la siguiente sesión de Oclumancia de Harry, se sorprendió de encontrarse ahí a Snape, sentado cruzado de piernas, esperando pacientemente a que alguno de los dos se apareciera.


— ¿Ya piensas levantarme el castigo, Albus?... creo que es hora de que me permitas presenciar una de esas famosas clases que consiguió lo que yo no pude.


— Lo lamento, Severus. —se disculpó caminando hacia su escritorio—. Aún no es tiempo, yo mismo te diré cuando Harry esté bien preparado.


— ¿No será que Potter está peor que nunca y quieres encubrirlo?


— Severus...


— Discúlpame, Albus, sabes que no me gusta ser grosero contigo, pero en esta ocasión vas a tener que complacerme. Necesito comprobar que Potter está avanzado en Oclumancia para poder dormir tranquilo.


— De acuerdo. —aceptó resignado luego de unos pocos segundos—. Pero te quiero callado y en calidad sólo de observador, tú mismo te darás cuenta que todo está bien con Harry.

Severus bufó incrédulo, pero se abstuvo de comentar nada cuando en ese momento alguien tocó a la puerta. Dumbledore hizo pasar a Harry, y cuando el muchacho descubrió la presencia del profesor Snape, miró al director suplicante, esperando que no hubiera permitido su presencia en la sesión.

— Harry, el profesor Snape ha solicitado supervisarnos. —dijo intentando ser divertido para relajar el ambiente tan tenso que estaba empezando a formarse—. Así que espero que te esfuerces para que nos dé una buena calificación... tal vez si tenemos suerte nos ponga una estrellita en la frente.


— Profesor Dumbledore... —empezó Harry mirando de reojo a Snape—... no creo que sea conveniente todavía.


— No tienes nada por qué temer, Harry, lo único que tienes que hacer es concentrarte.

Harry asintió, pero no podía, en el primer intento de Dumbledore, éste pudo ver el miedo de Harry por ser descubierto en sus sentimientos, vio todo lo sucedido durante la visita de Adam el viernes anterior, vio su disgusto con sus amigos, observó cada detalle del paseo al callejón Diagon y hubiera podido ver hasta los sueños eróticos que últimamente agobiaban las noches de Harry, pero salió de la mente del muchacho sintiendo que aquello no estaba funcionando.

— ¿Qué sucede, Harry? En la última sesión no me dejaste a entrar a ver nada.


— Es que no puedo concentrarme con el profesor Snape observándonos. —respondió con timidez—. Me pone nervioso... lo siento.


— ¿Y qué pasaría si yo estuviera presente durante la batalla con el Señor Oscuro? —cuestionó Severus rompiendo la regla de silencio—. ¿Cree que deba pedirle permiso para ir al baño y así dejarlos solos?


— Severus... te pedí estuvieras en silencio.


— Lo intenté, Albus, pero no puedo. —se disculpó el Profesor—. Me preocupa ver que todo es inútil. Si Potter quiere suicidarse al ir a pelear con el Señor Oscuro, muy bien, pero en esta ocasión mi familia va de por medio, así que lo necesito preparado a la voz de ya.


— Intentémoslo una vez más, Harry. —propuso Dumbledore retomando la clase.

Harry miró a su profesor de pociones, sabía que él tenía razón, que no servía de nada poder resistirse a que se introdujeran en su mente si estaba luchando con alguien que lo hacía sentirse cómodo. Tenía que controlar los nervios y el miedo, si lo lograba frente a Snape entonces podía tener esperanzas de salir victorioso contra Voldemort.

La familia que siempre quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora