Reproche

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CAPÍTULO 21

REPROCHE


En cuanto Ron despertó, frunció su nariz al percibir un olor que generalmente no aparecía jamás en el dormitorio de los chicos, parecía un aroma floral, pero debía ser producto de su imaginación así que se acomodó abrazando a su almohada. Sonrió pensando en la noche más hermosa de su vida, se rehusaba a abrir los ojos, aún podía recordar el rostro de Adam mirándole todavía con la respiración agitada, diciéndole que lo amaba, que toda su vida le amaría, por su comprensión, por su suavidad, por cada vez que le regaló una mirada brindándole la confianza que necesitaba para hacer a un lado sus miedos, por haberlo ayudado siendo tan valiente con los suyos propios, por todo.

Pero la ensoñación de Ron volvió a verse interrumpida por otra oleada de ese aroma que no concordaba con lo que siempre olía al amanecer en ese cuarto, así que, con toda la pereza del mundo fue abriendo los ojos y entonces se topó con una imagen que lo hizo saltar de la cama. Frente a él estaba Harry, con una tonta sonrisa en el rostro mientras olfateaba una delicada rosa blanca, y en su mesita de noche pudo ver el origen del aroma, un ramo de rosas colocadas cuidadosamente en un jarrón de cristal.



— ¿Qué significa eso?... ¿De dónde salieron esas flores?


— Del jardín, fui a cortarlas temprano. —respondió dejándose caer de espaldas sobre su cama sin poder evitar un hondo suspiro—. Son hermosas, ¿verdad?


— Nunca en tu vida te detuviste siquiera a mirarlas y ahora las cortas y las pones en un jarrón... No te creo.


— No me importa. —respondió sin abandonar su tono ensoñador.

Ron entornó los ojos mirando a su amigo sospechosamente. La actitud de Harry no era la de siempre, bueno, en realidad tenía tiempo cambiado, y ahora que recordaba, la noche anterior Harry había tenido una cita, así que...

— ¡¿Te las dio tu cita?! —preguntó sorprendido—. ¿No le aclaraste que no eras una chica?


— Eres un troglodita, Ron, no sé como Adam se enamoró de ti.


— ¿Quién era tu cita? —preguntó sin hacer caso de su comentario, aunque su corazón revoloteó ante la sola mención de su murcielaguito.


— No te lo diré. —dijo divertido de la curiosidad de su amigo—. Es mi secreto y queremos que así siga, sobre todo por él.


— Cualquier chico o chica que conozca no pediría eso. —comentó echando a andar su cerebro—. Es más, se encargarían de correr el rumor de que Harry Potter anda loco por sus huesitos... y ya tienes tiempo extraño, así que no es que no haya tenido tiempo de gritarlo en medio del comedor, por lo tanto, tiene que ser alguien que realmente tenga una razón para guardar un secreto tan peliagudo.


— ¿Quieres que llame a Hermione para que te ayude a pensar? —se burló Harry—. Tantas tontas conjeturas pueden hacerte daño, Ron, me preocupas.


— Ríete si quieres. —respondió ofendido—. Te demostraré que Hermi no es la única que puede adivinar quién te trae volando, veamos, Adam no es porque te mataría, así que si no es un alumno es... ¡Snape!

Harry sintió un vuelco en el corazón, sinceramente jamás creyó que alguien pudiera adivinar y mucho menos Ron. Quiso negarlo, decir algo que lo salvara de esa situación, pero el hecho de haberse levantado abruptamente casi ahogándose con su saliva, su rostro encendido al rojo vivo y mirando a su amigo con absoluta estupefacción no le ayudaban para nada.

La familia que siempre quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora