Recordando un juramento

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CAPÍTULO 17

RECORDANDO UN JURAMENTO


Harry deseaba fervientemente volver a Hogwarts, Snape no había regresado a su casa desde Navidad y le extrañaba demasiado. Lo único que lograba distraerlo era ver las reacciones de Ron para con Adam, a veces se le acercaba como decidido a algo y luego retrocedía para enseguida hundirse en un profundo silencio. Otras veces simplemente se le quedaba mirando por horas, aprovechando que el chico realizaba sus labores del colegio. Pero había algo que realmente a Harry ya no estaba gustándole, Ron no se les despegaba en ningún momento cuando los sabía a solas, y generalmente ocupaba un lugar entre ellos disimuladamente.

En un principio aquello le causó gracia, y hasta pudo identificarse con su amigo, él también había tomado esas actitudes ocasionalmente en cuanto a Snape se refería, pero empezaba a echar de menos saberse el único amigo de Adam, y sobre todo, que ahora tenía muchas menos oportunidades de pasar con él momentos de mimos pues siempre llegaba Ron a interrumpir.

Una tarde, cuando ya faltaba solamente un par de días para regresar al colegio, Harry se encontraba recostado en su habitación, mirando el techo y sintiéndose muy solo. Adam había aceptado la invitación de Ron para ir a conocer la Madriguera, y como en ningún momento se vio involucrado en el plan, fingió cansancio para irse a encerrar a su recámara. Estaba realmente enfadándose con Ronald Weasley, éste estaba robándole descaradamente toda la atención de Adam y al parecer al muchacho le agradaba esa situación. "¡Estúpido Weasley!" murmuró con rabia.



— ¿Problemas en el paraíso, Potter? —preguntó una voz burlona desde la puerta.

Harry se giró rápidamente al identificar al recién llegado, su corazón revoloteó con fuerza borrando de inmediato de su mente cualquier otra cosa que no fuera Severus Snape.

— ¿Perdón?


— Nada... olvídelo. ¿Dónde está Adam?


— Ron le invitó a conocer la Madriguera, no creo que tarden en volver.

Para Harry no pasó desapercibido el gesto de desaprobación de su profesor, así que quiso decir algo pero el hombre ya había salido presuroso. De inmediato fue tras de él temiendo que se dirigiera hacia la Madriguera y armara un escándalo, pero Snape entró a la cocina y se sentó tranquilamente en el comedor.

— ¿Sucede algo? —le preguntó preocupado—. Si quiere, podemos llamar a Adam.


— No... esperaré a que vuelva.


— Bien... ¿quiere que le prepare un café?


— Quiero que se siente aquí... necesito hablar con usted.

Harry obedeció, le entusiasmaba que su relación con el profesor ya no resultara tan áspera como antes, aunque para ser sincero, aún le notaba distante, pero se sentía decidido a ponerle un remedio a eso.

— ¿Cómo ha sido la estancia de Adam aquí? —preguntó Severus con calma.


— Tranquila. A veces nos ponemos a leer los libros que le regaló en su cumpleaños, incluso en una ocasión intentamos hacer una poción... ¡la menos peligrosa, se lo aseguro! —se apresuró a responder al notar la preocupación en la mirada del hombre—. A Adam le entusiasma saber sobre las cosas que a usted le apasionan.

— Ya tendrá oportunidad de verme trabajar más de cerca cuando esté viviendo conmigo, espero que entonces su curiosidad aminore y se olvide de esa tontería... me arrepiento de haberle comprado esos libros.

La familia que siempre quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora