Cruel despertar

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CAPÍTULO 2


CRUEL DESPERTAR


"Por favor, que todo haya sido un sueño" Pensó Harry sin atreverse a abrir los ojos en cuanto empezó a despertar. "Por favor... que todavía esté en mi celda, que aún no haya llegado a buscarme... por favor"

— ¿No crees que debemos llamar a un médico? —preguntó una voz femenina y al escucharla, Harry se estremeció.

"¡Que sea Bellatrix... o Narcisa... o cualquier otra mortífaga!" Volvió a suplicar con desesperación, apretando cada vez más los párpados. "Todo debe ser producto de algún hechizo... estoy delirando... no hay nadie más... estoy en mi celda... si abro los ojos veré la inmundicia... veré a Voldemort... ¡Voldemort, nunca imaginé llegar un día a querer verlo, pero eso quiero, prefiero mil veces su tortura a esto!"

— No, querida, no es necesario, su pulso es rápido pero estable... en cualquier momento despertará.

"¡Esa es su voz, la reconocería donde fuera!" Pensó entre feliz y desgraciado. "Entonces... no, no puede ser cierto, no puede estar pasando... pero le dijo querida"



Harry volvió a perder el sentido, al parecer no por mucho tiempo pues cuando despertó sintió a alguien sentado junto a él. Podía darse cuenta que estaba en una cómoda cama, definitivamente no era su celda... ¿y si era su habitación en Gryffindor? Tal vez Ron no tardaba en despertarlo para irse a desayunar, tal vez nada había pasado.

Armándose de valor fue abriendo lentamente los ojos y aunque tardó un poco en poder enfocar, y aun así no conseguir ver bien pues no traía sus anteojos, comprendió que de nada sirvieron sus ruegos, estaba en un lugar que no conocía, y Snape se encontraba sentado a su lado, mirándolo a la expectativa, mientras que una figura más se perfilaba en el fondo, no quería voltear a mirarla, aún esperaba que se desvaneciera para siempre.



— ¿Cómo se siente, Potter? —preguntó Snape.


— No lo sé. —respondió Harry.


— Parece que estaba más debilitado de lo que creía. Le dije que esperara en el riachuelo, ahí hubiera podido descansar un poco mientras volvía por usted.


— Me sentía mal. —mintió Harry en voz muy baja pero audible.


— Bien, ya no importa, estamos a salvo ahora. Quédese un poco más en cama. Tome sus gafas, supongo que le harán falta.

Harry las sujetó y al colocárselas vio con más claridad la figura esperando al fondo, cerca de la puerta, en un instinto que odió, dirigió su mirada hacia ella y lo que descubrió no le gustó. La mujer debía tener aproximadamente unos treinta y cinco años, era rubia y de ojos castaños, facciones lindas, suaves y armoniosas, y cuando sus miradas se cruzaron ella le sonrió con un poco de nerviosismo.

— Su nombre es Darina. —dijo Severus con un tono que Harry no le conocía, había verdadera preocupación en su voz—. Es mi esposa.

El muchacho jamás había sentido tanta congoja en el alma provocada por tan pocas palabras, echó de menos a Voldemort con sus crueles torturas mentales, quería salir corriendo de ese lugar, llorar hasta morirse, pero su cuerpo no le respondía.

— Es un honor conocerte, Harry. —dijo Darina acercándose un poco más, con aquella amigable sonrisa que lastimaba aún más el alma de Harry—. Espero que te sientas cómodo en casa, eres bienvenido. Ahora mismo iré a preparar la cena, supongo que se quedarán a cenar antes de ir al colegio.

La familia que siempre quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora