Demonio

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CAPÍTULO 24

DEMONIO


Harry salió corriendo de la habitación de Adam, con las manos en los oídos, negándose tercamente a seguir escuchando. Vio a Severus esperando en el corredor y fue hacia él abrazándosele con fuerza, llorando aferrado a su túnica. El hombre sólo atinó a abrazarlo con preocupación mientras veía que su hijo salía tras de Harry.



— ¡Dígale que se calle, por favor! —suplicó Harry atormentado—. ¡No quiero oír más, no quiero que diga ni una sola palabra... por favor!


— ¿Adam? —preguntó Severus intrigado—. ¿Qué fue lo que le dijiste?


— Yo lo único que quería era confesarle lo que hablé con mamá antes de que ella muriera. —respondió con tristeza—. Lo siento, Harry, no sabía que reaccionarías así.


— ¿Le dijiste que hablaste con tu madre? —preguntó Severus con un nudo en la garganta.


— Sí... creí que necesitaba saberlo.


— Me gustaría saber exactamente cuánto le contaste. —pidió Severus.


— ¡Ya no, por favor! —imploró Harry queriendo casi desaparecer entre los pliegues de la vestimenta de Snape—. ¡No quiero oírlo otra vez!


— Dilo. —pidió Snape apretando más fuerte a Harry contra su pecho—. Repite una vez más lo que hablaste con tu madre, Adam.


— Tú ya lo sabes... mamá creía saber los sentimientos de Harry por ti. —respondió Adam con timidez—. Me dijo que quería que Harry supiera que no le guardaba rencor, que lo entendía y que si un día ustedes podían estar juntos ella sería feliz. Mamá no quiso morir sin asegurarse de que Harry estuviera enterado de que lo perdonaba de corazón.


— ¡Ella lo sabía! —exclamó Harry sollozando—. ¡Pero yo no quiero su perdón, yo quiero que me odie como yo la odio! —gritó desesperado sobre el pecho de Severus—. ¡Ya no puedo seguir negándomelo, la odié siempre, a cada momento deseé que no estuviera, que desapareciera, la quería lejos de mi vida!... ¡¿Porqué tuvo que perdonarme si yo la dejé morir?!... ¡Y no me arrepiento, no cambiaría nada de lo que hice, no lo haría!... ¡La odio, la detesto con todas mis fuerzas!



Severus y Adam se miraron en silencio. El profesor podía sentir la angustia desbordante de Harry, no lo soltó ni un segundo pese a sus crueles palabras. Adam no esperaba que hiciera lo contrario, y aunque le dolía lo que su amigo gritaba, no respondió nada. En ese momento, las piernas de Harry parecían debilitarse, Severus comprendió que estaba a punto del desmayo y lo sostuvo firmemente en sus brazos.



— Adam, por favor pide a Dumbledore que me sustituya en el resto de las clases. —le dijo a su hijo con profunda seriedad—. Y por favor, encárgate de tu hermanita en cuanto Tonks la traiga de la escuela... me parece que estaré ocupado un largo rato.


— Padre... —interrumpió Adam al ver que Severus se alejaba con Harry en brazos—... yo no sabía que podía suceder algo así, no ha sido mi intención lastimarlo.


— Lo sé, no te preocupes, todo estará bien... Al fin lo está sacando, Adam.



Adam asintió y pudo dejar que Severus se marchara con la tranquilidad de que su hijo no se había molestado por lo que Harry acababa de confesarles. El cuerpo del Gryffindor daba la impresión haberse encogido varios centímetros, lucía más pequeño de lo que era, casi no pesaba nada y se acurrucaba minimizándose aún más en los brazos del hombre. Al entrar a su habitación, Severus colocó al chico sobre su cama, pero ni bien estuvo un segundo ahí y Harry salió corriendo hacia el baño, sentado sobre el piso devolvió al retrete toda la comida ingerida aquel día.

La familia que siempre quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora