París

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CAPÍTULO 29

PARIS


Un mes había pasado, Harry decidió mudarse a Grimauld Place. Se acercaba su cumpleaños dieciocho y el Gryffindor miró resignado como sus amigos trataban inútilmente disimular no estarle organizando una fiesta sorpresa. Pero prefería no contrariarlos, si querían fiesta, pues no tenía caso negarse... ya nada tenía caso después de todo. Aunque esa mañana no podía evitar que su corazón pareciera haber sido poseído por un tambor y reía ante las noticias que Adam le daba de su padre, eran las primeras que tenía de él y le fue imposible no emocionarse.



— ¿De verdad hizo eso? —preguntó Harry sonriendo sinceramente por primera vez en un mes—. El profesor Snape jamás cambiará.


— Sí, eso creo. —confirmó Adam controlando su risa, con su espalda sobre el pecho de Ronald quien no dejaba de cercarlo por la cintura mostrando lo enamorado que estaba—. Madame Maxime estuvo a punto de echarnos del colegio cuando a mi padre se le ocurrió criticar la calidad de los ingredientes para pociones que tenían en el laboratorio, y no puedes imaginarte la cara que puso cuando le insinuó sobre un cambio en el uniforme escolar.


— No, lo mejor de todo... —intervino Ron intentando imitar la voz de su ex profesor—... fue cuando dijo "Supongo que usted estará conforme con su guía de estudios, pero me parece que no estaría mal hacerle unas pequeñas modificaciones que mejorarán el nivel escolar casi comparado al de Hogwarts"


— ¡No puedo creerlo! —exclamó Harry con emocionada curiosidad—. Cuéntenme más, díganme todo lo que dijo... debe haber sido genial verlo así.


— En ese momento no fue nada genial, Harry. —aseguró Ron—. Si yo fui, fue solamente porque Adam me lo pidió, él quería conocer el colegio al que irá su hermanita, pero realmente mi suegrito andaba de muy mal humor.


— No es cierto, Harry. —contradijo Adam—. Es sólo que mi padre quiere lo mejor para su hija, y Ron aún no deja de lado esa tonta adversidad con él.


— ¡Él es el que empieza, Adam! —protestó Ron—. ¿O acaso le creíste que había sido un accidente el haberme dejado encerrado en el laboratorio de Beauxbaton? .... ¡lo hizo a propósito, quería que muriera de hambre ahí encerrado!


— Sólo fueron cinco minutos, Ron, no exageres. —aclaró Adam con paciencia—. Y bien que te vengaste cuando le dijiste a Madame Maxime que mi padre había tenido relaciones con uno de sus alumnos y...


Adam guardó silencio al comprender que probablemente había cometido una indiscreción, pero al mirar a Harry se sorprendió de que éste reía a carcajada abierta con todas las noticias que le daban de Severus, y hasta el mismo Ron notó que había dejado de prestarle atención en su breve discusión, pero ahora su amigo estaba extrañamente alegre. Su risa era contagiosa, feliz, podía adivinarse, no era como había estado sonriéndoles desde que decidió fingir que se había resignado a estar lejos de Severus.

—Díganme más, por favor. —pidió Harry casi al borde de las lágrimas por la risa—. Quiero saberlo todo... ¿qué le respondió Madame Maxime?


— Nada, se puso toda verde. —respondió Adam sonriendo ante la alegría de su amigo—. Dijo que pensaría si realmente era buena idea recibir a Sally en Beauxbatons.

— Vaya, el profesor Snape debió haber enfurecido.


— Mucho. —respondió Ron—. Bueno, lo mínimo que dijo es que debía estar agradecida de recibir a alguien como Sally en el colegio para elevar su status. Que él podía mover muchas influencias para que se quedara en Hogwarts, o que incluso la prefería en Durmstrang, en fin, que era una ingrata por no valorar a la niña, que si esto o que si lo otro... y casi Madame Maxime terminó pidiéndole disculpas y aceptando todas las condiciones que el padre impusiera para que su hija estuviera cómoda en su colegio. ¡Nunca en mi vida me había sentido tan avergonzado, Harry, lo juro!... ni mi madre hubiera podido actuar más defensor de sus cachorritos que el profesor Snape.

La familia que siempre quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora