Soy feliz... ¿y qué?

595 63 17
                                    


CAPÍTULO 6

SOY FELIZ... ¿Y QUE?

Severus miró a Harry desde su mesa en el desayuno, tenía días convencido de que aquellas ojeras debían ser producto de noches de desvelo planeando desquitarse de todos sus años de enfrentamientos a través de su hijo. No podía olvidar todas las veces que lo miró con odio, cada punto rebajado a su casa, a veces sin estar seguro del motivo, tenía que reconocerlo, de todas y cada una de sus peleas... así que seguramente Harry Potter debía odiarlo más que nunca, pero ésta vez no se iba a quedar callado, sólo que sus intentos no fueron recompensados, le había pedido a Dumbledore estar presente en la sesión de oclumancia, se sentía con todo el derecho de asegurarse que su familia estaba a salvo, pero el Director solamente le sonrió condescendiente y se negó a aceptar su presencia.

Ahora miraba a Harry revolver apático su comida y más odio sentía por él... ¡era un sinvergüenza que fingía ser un angelito cuando escondía sus garras muy bien!

Esa noche Harry se presentó puntual a la clase con Dumbledore, pasó satisfactoriamente la prueba, no fue perfecto pues Dumbledore encontró muchos puntos sueltos en la historia que Harry debía presentarle, pero no esperaba que lo consiguiera tan pronto. Lo que sí preocupaba a Dumbledore fue alcanzar a ver fragmentos de la amenaza de Severus y el desesperado desahogo de Harry en el bosque.



— Eso no estuvo bien. —le dijo tomándose un descanso mientras le ofrecía un poco de té y galletas a su alumno, pero que Harry no tomó.


— Lo sé... debo aprender a controlarme. —aceptó tristemente.


— Eso es seguro, Harry, pero lo que más me angustia es que sigues sin captar todo el peligro. Fuiste al bosque tú solo, gritaste a los cuatro vientos tu mayor debilidad, y te expusiste a que todo se descubriera... le estás dando la razón a Severus para no confiar en ti.


— Lo siento, es que estaba desesperado... pero le prometo que no volverá a suceder.


— Yo confío en ti, Harry, afortunadamente no hubo testigos por lo que veo, pero deberías alarmarte por tu amigo. Es un squib, Harry, no se puede defender como lo haría Ron o Hermione, en manos de un mortífago sería presa fácil.


— Mataré a cualquiera que le haga daño.


— No es la venganza la solución, debemos prevenir que suceda. Y Harry... ¿notaste el viento que sopló tan fuerte?


— Sí. —respondió Harry bajando la mirada.


— ¿Sabes lo que era?


— Creo que sí. —aceptó bajando todavía más la cabeza, casi escondiéndolas en sus hombros—. Perdón.


— No pidas perdón por eso, pero debes controlar tus explosiones, son un riesgo latente.


— Bien... seguiré practicando, y si es necesario me volveré un bloque de hielo, no transparentaré mis sentimientos por nadie... seguiré practicando sin descanso.


— Sobre eso... debes dormir un poco más, te ves francamente demacrado. Pídele a Poppy que te dé una de sus pociones para dormir sin sueños.

Harry asintió y luego de escuchar atentamente las indicaciones de Dumbledore para la siguiente sesión, se dirigió a la enfermería.



— Lo lamento, Señor Potter. —le dijo la enfermera cuando le comunicó el motivo de su visita—. El profesor Snape quedó de surtirme mañana, así que si gusta vuelva entonces... o puede ir a su despacho, si tiene suerte ya terminó de prepararlas.

La familia que siempre quiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora