¿Qué es el amor?

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1.- 


¿Qué es el amor, sino una criatura que espera que la liberen?


El rocío del mar se le adhirió al cabello, a sus mejillas. La sal en su boca y sus labios. Finalmente se había llevado un trozo de oscuridad con él. Era frío y absoluto.

Abrió los ojos. Aunque luchó por no hacerlo. Porque ninguno volviera a ver la luz del día. Pero como siempre, Hannibal era una llamada contra la que no cabía la esperanza de resistirse.

Le dolía la espalda, sentía tirante la piel alrededor de la mejilla y notaba la vieja herida del estómago más incómoda de lo normal. Tenía rasguños por las piernas y brazos, unos morados que apenas tomaban forma y color; y unos puntos unían su piel a la altura de su brazo. Una cicatriz más para la colección.

Con esfuerzo, se irguió sobre el colchón.

Alcanzaba a ver el acantilado, y escuchaba el oleaje. Debía ser cerca de medio día, ya que el sol se reflejaba en las ventanas de la habitación. Todo el lugar evidenciaba a Hannibal. Podía encontrarlo en cada uno de los objetos; las sábanas de seda de un suave tono azul. Las ornamentadas lámparas a cada lado de la cama, el closet lo suficientemente grande como para que cupieran sus perros y el sutil olor a cedro dulce.

Ya una vez así había sido atrapado; por culpa de su excentricidad.

Quería inspeccionar un poco más, así que intentó ponerse de pie. Pero debió haber hecho algún sonido que lo delatara, porque entonces entró en el cuarto.

Al momento que sus ojos se encontraron, noto una sacudida en su pecho. Su corazón comenzó a latir más rápido de lo normal y su garganta se encontró seca. Podía recordar el último momento antes de caer por el peñasco. Ambos habían estado de acuerdo con ello.

Pero finalmente habían escapado de la muerte. No sabía cómo. Él se rindió, no solo a su destino, sino también a Hannibal. Y, aun así, ahí estaba. Ni siquiera le sorprendió encontrarse en aquel sitio al despertar. Sabía por experiencia propia el fuerte instinto de supervivencia que tenía Lecter.

Suspiró. No sabía cuánto tiempo permanecieron en silencio únicamente mirándose. Pero podía ver las heridas en Hannibal. Su rostro estaba cubierto de pequeños rasguños, su nariz parecía estar rota, llevaba un ojo completamente morado, y una venda cubría su estómago. Pese a todo, le sonrió.

- Te preguntaría como te encuentras, pero... - hizo amago de una broma, y fue su turno de sonreír. Aquel simple gesto le dolió.

- Auch - se quejó.

- ¿Cómo te encuentras, Will? - preguntó inquieto. Podía ver la preocupación reflejada en su rostro. Y la manera en que dijo su nombre, lo hizo sentir complacido. Lo había salvado, de alguna forma, consiguió llevarlo a cuestas junto a él, y restaurar los pedazos que quedaban de ellos. Más que una tregua, aquello se sentía como una resolución.

- Me siento devastado - respondió con completa honestidad. Ese era uno de los beneficios de su relación con Hannibal. Podía ser incorrecto frente a él, descarnadamente honesto. - Devastado pero también aliviado - agregó.

Lecter asintió. Su mirada era cálida. Sentía que podía detener sus pasos. De perseguirlo y ser perseguido. Ya no tenía que huir. Por primera vez se sentía estable y tranquilo en esa inestabilidad. Solo se necesitaban el uno al otro.

Era como un sueño, pero se lo permitió.

- Preparé un poco de sopa - comentó Hannibal y Will solo asintió.

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