Memories are all I have

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15.- 

¿Y quién no tiene un amor?¿Y quién no goza entre amapolas? ¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?


Se despertó de golpe. Hannibal había puesto pastillas para dormir en su comida y ahora no estaba.

En su cabeza, se encontraba en el mismo bosque oscuro que años atrás, justo cuando decidió llamarlo y advertirle que Jack lo sabía. Que debía huir. Se sentía dando vueltas por el mismo sitio, y esta vez no tenía su voz que lo llamaba.

¿Dónde podría estar?

Apenas alcanzó a calzarse sus zapatos y envolverse en una bata antes de salir. El aire frío lo azotó sin misericordia, al tiempo que su corazón golpeaba implacable su pecho.

Escarbó en lo más profundo de su mente, internándose dentro de los árboles, buscando alguna pista que le indicara hacía donde debía ir.

Tenía un mal presentimiento. Un fantasma los había acechado las últimas semanas. Podía notarlo en el rostro de Hannibal, que de pronto se vio teñido de desolación, como si anticipara algo que Will no.

Con cada paso se hundía un poco más en la nieve. Ojalá hubiera dejado que Abigail le enseñara a cazar, a seguir un rastro. Porque ahora se encontraba completamente perdido.

Entonces, lo escuchó. Uno, dos, tres disparos. Su corazón se detuvo y se preguntó si quizás sería una pesadilla. Tal vez seguía soñando. Pero el frío arañando sus mejillas y rasgando sus pulmones era demasiado real.

Así que comenzó a correr. Sus piernas se sentían rígidas y cada paso era tan doloroso como el anterior. Pese a todo, no se detuvo. No lo pensó ni por un segundo.

Aun cuando huir era más sencillo, lo que seguramente Hannibal le pediría hacer. Que se fuera sin mirar atrás. Lo sabía, todo sería más fácil. Pero no podía concentrarse más que en su corazón acelerado, sus pasos en aquel camino en medio del bosque y el sonido de disparos, segundos atrás.

No quería pensar en nada, más que en el sonido de sus fuertes latidos. Así que continuó, cada vez un poco más rápido. Hasta que finalmente llegó.

Sus pasos se detuvieron abruptamente. Jack lo miró como si lo hubiera estado esperando hace tiempo. En el suelo yacía Hannibal. Parecía dormir profundamente, y tal vez Will podría haberse mentido a si mismo si no fuera por el obscuro charco de sangre bajo su cuerpo.

Una vez más actuó por impulso y corrió hacia él. Jack podía disparar si quería, ya nada le importaba.

- Hannibal - lo llamó - hey, Hannibal, despierta. Abre los ojos, por favor - para ese punto comenzó a suplicar – quédate conmigo...

- ¿A dónde más iría? - balbuceó en ese momento, abriendo ligeramente los ojos. Había sangre en su boca, en su ropa, en su pelo, en sus manos. Había peleado hasta el final. Will sonrió ligeramente, pasando su mano por su mejilla, acariciándolo.

- Hola - susurró - porque... - su voz se quebró - ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué no me pediste ayuda? ¿Por qué no me llevaste contigo?

- Mi querido, querido Will - musitó - ¿pretendes ganarle tiempo al destino? - con esfuerzo, alzó la mano, enredando sus dedos en uno de sus rizos sueltos.

- Hannibal... - quería decirle que lo acompañaría a donde fuera, incluso la muerte misma. Estaba dispuesto a seguirlo hace mucho.

- ¿Acaso hay un regalo más grande que el amor que me diste? - una débil sonrisa asomó a sus labios -. Ahora solo deseo encontrarnos en la siguiente vida.

No había más palabras que decir. Cualquier cosa sería insuficiente.

Finalmente, Hannibal cerró sus ojos. Y pese a que Will sabía qué sucedería aquello, no pudo más que aferrarse a su cuerpo, mientras sus lágrimas hacían acto de presencia, derramándose de su rostro al de su amante. Las estrellas giraron a su alrededor, y la luna dio su último aliento.

Por horas yació a su lado, hasta que el amanecer los alcanzó.

Y el cielo brilló con un tono rosado y pudo escuchar los pasos de Jack alejarse. El corazón de Hannibal se había detenido hace mucho, pero su espíritu continuaba con él.

Folie a DeuxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora