13.-
"Surrendering to you was the most delicious madness I've ever experienced."
Llevaba semanas siguiéndolos. Apenas habían notado su presencia en un principio. Los primeros encuentros fueron "casualidades", tropiezos fortuitos del destino o así es como él lo describió. Andrés, escritor y poeta. Desempleado. Habían terminado compartiendo lugares durante una obra de teatro. Después, estaba ahí donde mirarán.
Hannibal sospechó de él. Su buen olfato y experiencia le decía que mentía, y compartió su desconfianza con Will. Él notó las mismas señales. Aquella mirada que rehuía la suya luego de mucho tiempo, la risa nerviosa, y aquel hábito de rascar continuamente su mentón.
Poco después, hallaron la verdad. Y de ese modo terminaron en ese lugar.
El periodista convertido en un animal herido, sus movimientos eran erráticos, y dudaba. ¿Habría alguna forma de salvarse?, sus pasos se arrastraban por el suelo y su respiración era un grave jadeo.
Hannibal lo detuvo, cayendo sobre sus espaldas. Fue veloz, y brutal, tal como un animal atrapando a su presa. Por un casi inexistente segundo, sus ojos se encontraron en una hermosa armonía. Y en ese momento Will se vio empujando el cuchillo dentro del estómago del hombre. Miró directo a sus ojos y pudo ver el momento exacto en que su vida se desvanecía.
Ambos admiraron la escena.
La sangre comenzó a manchar las baldosas del suelo. Y Hannibal se acercó hasta Will, presionando su mano contra su cuerpo, con tanta fuerza, como si quisiera sentir cada célula de él. Su respiración era veloz como el aleteo de un colibrí. Esta vez, ninguno vaciló.
El deseo hacía posible trascender lo instintivo y lo imaginario.
Los dos se miraron el uno al otro, en sus ojos había hambre, necesidad; finalmente habían desenterrado el anhelo reprimido, y dejaron ir la inhibición. Ya no existía aquel "podrían, deberían, tendrían". Se sostenían, se sentían, acercando sus cuerpos. Y por un momento fueron uno. Compartiendo un mismo corazón, finalmente abierto.
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Folie a Deux
RomancePero ahora que había visto el caos, como este parecía perseguirlos a cada paso que daban, como si se tratara de una tragedia griega. Dos amantes que jamás podrían estar juntos, así lo había decidido el destino. Cada uno debía tomar un camino distin...