Encore

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18.- 


Desnudo soñando una noche solar.

He yacido días animales.

El viento y la lluvia me borraron como a un fuego,

como a un poema escrito en un muro.


Era más pesado de lo que pensó. Abrir lo ojos, levantarse de la cama, prepararse para salir. Hacer lo que fuera. Por un tiempo, creyó que Jack también iría tras él. Pero luego comprendió que lo estaba castigando. Sí, aquel era un castigo. 

Demasiado pesado llevar a Hannibal en su interior. Cada día era un poco más difícil. Su cuerpo se estaba encorvando a causa de la carga. Sus hombros se doblaban y casi arrastraba los brazos.

El dolor era como un fantasma. Lo seguía allá donde fuera. En las noches se despertaba sudando, sin saber dónde se encontraba; su corazón latiendo velozmente y buscando algo que no recuperaría jamás.

El llanto era incontrolable. Su cuerpo se convulsionaba de forma imparable. Se convertía en un niño en esos momentos.

Así que tomó una decisión.

Las olas obscuras lo miraban. Parecían llamarlo, decirle que ese era su hogar. Sus pasos eran decididos, el agua fría y tempestuosa. Aún en medio de ese caos, supo que ese debía ser el final. Debía completar el círculo. Aquel día del acantilado ninguno tendría que haber sobrevivido. Pero habían sido codiciosos y anhelaron más. Así que nuevamente estaba ahí, rendido ante su destino.

Avanzó entre las olas, en medio de aquel amarillo amanecer. Miró el sol asomar a la distancia y no pensó en el agua que comenzaba a cubrirlo. Podía escuchar el oleaje golpear contra las rocas.

"Oh mar, enorme mar, corazón fiero

De ritmo desigual, corazón malo,

Yo soy más blanda que ese pobre palo

Que se pudre en tus ondas prisionero."

Cuando no pudo más, cerró los ojos en medio de la tormenta de azul que se desataba a su alrededor y pronto, en su interior. Una vez le preguntó a Hannibal si serían capaces de sobrevivir sin el otro. Ahora tenía su respuesta.

Mientras sus pulmones ardían debido a la falta de aire, abrió los ojos una última vez. Unos brazos silenciosos aguardaban por él, y finalmente se encontraron. Lo rodearon. Y se sintió en casa.

Folie a DeuxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora