Ley del mar

250 42 0
                                    


7.- 


"He wanted to sin with another of his kind, to force another being to sin with him."


"Tú te deleitas, yo lo tolero. No comparto tu hambre, Hannibal."

Podía recordar claramente esas palabras, lo que le dijo en el momento que se despidió por primera vez y pensó que sería el final. En cambio, Lecter renunció a su libertad con tal de que Will siempre supiera exactamente donde estaba, donde se encontraba. De esa forma, sabía que ninguno sería realmente libre.

Y, todavía se sentía de esa forma. No podía decir que las muertes lo complacían, que le quitaban el sueño. Sí, había cierto apetito, cierto anhelo por esa emoción. Pero, Will era como un adicto luego de ir a rehabilitación.

Sabía que volver a los viejos hábitos los terminaría delatando. Así que pronto decidió ocupar sus días con pensamientos mundanos. Consiguió un empleo como ayudante en una veterinaria, se sumo a una brigada de rescate animal e incluso se obligó a conversar con los vecinos.

Pero Hannibal...

- Hola – saludó desde la puerta de entrada, como se volvió su costumbre. Acababa de sacar a Chip a pasear, ya que sabía cuanto odiaba el castaño encontrase con "sorpresas" por el departamento.

Incluso el que aceptara a aquel cachorro se volvió toda una hazaña. Pero ahí estaban, fingiendo normalidad. Una pareja de amigos que pasaban el rato y acababan de adoptar un perro de la calle.

Aún así, sabía que él se terminaría cansando. Que ser ordinario no era algo que estaba entre sus planes. Seguramente, cuando Hannibal los imagino juntos pensó en algo diferente. Que serían extraordinarios.

¿Pero Will sería capaz de vivir huyendo toda su vida? ¿De matar sin tener remordimiento alguno?, una cosa era deshacerse de asesinos, atraparlos, perseguirlos y después, arrancar el mal de raíz.

¿Pero matar solo por placer?

Sabía que ambos ciertamente habían cambiado, amoldándose el uno al otro para poder coexistir. Pero, ¿Cuánto duraría aquella calma? ¿Terminarían volviendo al punto de partida? ¿Cazándose el uno al otro?

- Traje comida – anunció Hannibal, saliendo al balcón. Miró brevemente a Chip, con cierto disgusto y evidente amargura. Luego, le sonrió a Will - ¿comemos? – no añadió nada más, y regreso dentro. Will rasco detrás de las orejas del cachorro y lo siguió.

Hannibal había terminado decorando el departamento. La mesa era de madera de castaño. Y estaba cubierta por un mantel de resina con un estampado monocromático. Sobre esta, había unos platos de porcelana con algún tipo de carne, acompañado de salsa y ensalada.

Esto llevaba pasando varios días. Will regresaba a un departamento vacío, y luego Hannibal aparecía con comida.

No quería preguntar, claro que no.

- Así que... ¿Cómo estuvo tu día, Will?

- Rutinario – respondió, mientras comenzaba a cortar la carne.

- Vaya monotonía en la que nos hemos incluido – dijo a modo de broma. Aunque por su expresión, era evidente que aquello no le divertía en lo absoluto.

- ¿Has pensado en hacer alguna cosa?

- ¿Aquí?

- Sé que no es Italia, pero...

- Lo sé, debo encontrar algo con lo que distraerme. ¿Cierto?

Will suspiró. Su madre murió cuando él era joven, así que jamás tuvo que presenciar una pelea entre sus padres. Su única referencia era la poca televisión a la que había estado expuesto, y esto se sentía bastante similar a lo que vio.

A esas parejas que llevaban demasiado tiempo juntos, y estaban cansados el uno del otro.

Él no necesitaba mucho para estar cómodo. Siempre pensó que terminaría solo en su casa, arreglando motores de botes, pescando y acompañado por sus perros. Pero sabía que Hannibal jamás imagino un final tan simple.

- No me importa con lo que desees distraerte, Hannibal – le aseguró, pero él no dijo nada más. Estaba irritado, ambos lo estaban. Will porque no le creía, porque no lo incluía en sus "actividades", y lo terminaba excluyendo como si fuera solo un niño. Y Hannibal, porque bueno, era Hannibal -. Si lo que está en mi plato es la pierna de alguna persona, tengo el derecho a saberlo – replicó, pasados unos segundos.

Por un segundo, pensó que se enojaría. Que aquello finalmente lo haría explotar. Pero en cambio, Hannibal comenzó a reír, fuerte y fluidamente, tomándolo por sorpresa. Incluso en un punto se vio contagiado por su risa.

- Encontré un buen restaurant – dijo finalmente, luego de su espontaneo brote de risa – y no te dejaría fuera de algo así. Cuando lo planeé, cuando encuentre a alguien digno de cortar su pierna y servírtela – sonrió – vas a ser el primero en saberlo.

- Bien.

- De momento, me gusta esta calma. Sin importar lo común y simple que pueda ser.

- Bien – repitió, pero esta vez lo dijo enserio.

- Incluso comienzo a acostumbrarme a ese maloliente perro.

- No lo mates.

- Claro que no.

- Sin importar si rompe alguno de tus cojines o zapatos – lo amenazó.

- Sería culpa de su dueño – replicó, sonriendo de lado.

- ¿Mi culpa?

- Tendré que pensar en formas de castigarte Will. Así que asegúrate de cuidar muy bien a Chip.

Folie a DeuxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora