Alter Ego

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5.-


"Un dolor en su cuerpo que ni siquiera duele;
un corazón, un nido donde nunca hubo un ave,
y sus ojos, que miran torpemente las flores,
son dos pájaros muertos de tristeza en el aire".


La lluvia caía sobre sus rostros. Siempre le había gustado la naturaleza y la conexión que sentía con esta. Le parecía que era mucho más fácil comunicarse con ella que con los humanos. Las personas eran complicadas enredaderas que nunca parecían decir la verdad. Ni él mismo lo hacía. 

Esta vez había participado. No como le hubiera gustado, pero al final tuvo la determinación para hacerlo.

Por fin habían llegado al tan ansiado boleto dorado. Hannibal decía tener un contacto y así fue. La frontera era su talón de Aquiles. Ese podía ser el comienzo o su final.

Por primera vez en días volvía a notar aquella electricidad en la punta de sus dedos. La adrenalina yendo por todas direcciones de su cuerpo. El sudor frío cubriendo su espalda. Y una terrible excitación por no saber qué sucedería.

Al bajar del coche, Hannibal lo miró. Parecía querer decir algo, pero finalmente continuó su camino.

El mismo quería decir todo y a la vez nada. Seguían en aquel estado de incertidumbre en cuanto a qué sucedería con ellos. Al cruzar y finalmente estar a salvo, ¿cambiarían las cosas? ¿Volverían al punto de partida?

Notaba apretado el corazón. Eso era lo que más temía de todo aquello.

Camino con velocidad, alcanzando a su compañero.

Y luego, todo ocurrió tan rápida e imprevistamente como el choche de dos autos. Hannibal les entregó el dinero a las personas, cruzaron, y cuando se dirigían hacia el auto que les prometieron, ambos hombres sacaron sus armas.

Lecter actuó con aquel instinto natural que lo caracterizaba. Sus movimientos eran fluidos, casi como una danza. El primer hombre había caído, pero el otro ya se encontraba sobre él, sometiéndolo.

Sabía que era la encrucijada. Cuando el camino se bifurca en diferentes elecciones. ¿Por dónde debía continuar? Podría dar marcha atrás, aprovechar aquel instante para acabar finalmente con Hannibal. Con ambos si quería.

Retomar su vida.

Pero eso sería una mentira. Durante mucho tiempo se había mentido a sí mismo sobre quién era, temeroso de ser visto realmente. Y a la vez, asustado de que jamás notarán quién era en verdad. Hasta que lo conoció.

Sus pies se movieron antes incluso de tomar una decisión. Saco la navaja que había estado usando para rasurarse, y le corto el cuello al hombre. Este cayó al suelo, mientras su cuerpo se convulsionaba y la sangre chorreaba copiosamente.

Will le tendió la mano a Hannibal y él la tomó, poniéndose de pie. En ese momento comenzó a llover.

Como si se tratara de un designio de los dioses, que parecían favorecerlos. Ambos sonrieron mientras el agua escurría por sus rostros. Luego, reanudaron su camino.

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