Preludio

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10.-

Preludio

"I am still soft, and I can be like wax in your hands. Take me, give me a form, finish me."

- Siempre tienes el pelo revuelto aquí - le tocó la cabeza justo detrás de su oreja - creó que nunca te he dicho lo mucho que me gusta eso - murmuró, enredando sus dedos entre unos mechones de su cabello.

Will alzó la vista hacia él. Una sutil sonrisa asomaba en sus labios. Parecía querer decir algo, pero finalmente se lo guardo para sí mismo. Volvió a echarle una rápida mirada, y nuevamente la regreso a la pantalla de cine.

Hannibal quería molestarlo un poco más. Sabía que hilos tirar para obtener una respuesta de Will. Algunos lo llamarían manipulación, pero el pelinegro sabía muy bien quién era él. Y eso también le gustaba.

Pese a que no se parecían en nada y Will veía el mundo de una forma diferente. Aun así, podía asumir su punto de vista, comprenderlo. Y eso lo tranquilizaba.

Cuando mencionó que se sentía satisfecho con lo que tenían fue cierto. Si, vislumbrado desde quien había sido en el pasado, podía parecer insulso, carente de emoción y aburrido.

Pero pensar en una vida alado de Will siempre pareció un sueño. Incluso cuando rescató a Abigail y estuvo dispuesto a jugar a la casita feliz; en el fondo sabía que jamás llegaría a pasar, que se estaba engañando a sí mismo. Pese a todo, la traición de Will, el dolor que sintió fue real.

Y lo golpeó con brutalidad.

Pensó que era el final de todo. Y estuvo dispuesto a librarse de Will por el bien de ambos. Para poder continuar siendo quien verdaderamente era.

La confianza era un tema delicado para él. Pasó demasiado tiempo construyendo paredes y luego de todo lo sucedido, aun así, fue lo suficientemente astuto para conseguir escalarlas.

Lo alcanzó. Lo miró y acepto quien era.

Will no era un espejo que reflejaba lo que quería ver, tampoco la voz de la consciencia; era una presencia que sabía lo acompañaba a donde fuera, sin importar qué tan oscuro era el lugar que visitara, estaría ahí.

Nunca se imaginó un escenario tal.

Así que ahora lo trataba con pinzas. Todo; a él mismo, a su alrededor y a Will. Porque perderlo por tercera vez sería algo de lo que no se podría recuperar.

Y lo único que podía hacer era mirarlo. Jugar un poco con él. Sacarlo de sus casillas. Empujar hasta que terminaba explotando y decía lo que guardaba en su interior.

Pero no se imaginó que llegarían tan lejos. Uno no puede elegir de quien se enamora. Y sucedió.

Aquella noche que encontró a Will mirándolo en la obscuridad, apenas rozando su mano, comenzó a digerirlo. No es que la idea no se le hubiera cruzado por la mente, porque sería mentir.

Fantaseo con ello infinidad de veces. Pero que fuera posible, era algo aún más inimaginable que vivir una vida a lado de Will Graham. Sería pedir demasiado y volverse codicioso.

Pero esa noche encontró en sus ojos lo mismo que veía en los suyos todos los días. Así que hizo el primer movimiento. Tomó su mano, dándole entender que estaría a su lado de la forma que él quisiera.

Y aunque quería seguir avanzando, quería que fuera Will el que los guiara. Porque Hannibal ya lo había arrastrado demasiado a su mundo, y no lo quería volver a romper. Quería mantener todas las piezas en su lugar.

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